Darío Ramírez
Nunca hemos tenido medios públicos que no sean herramientas de propaganda. Los partidos y políticos se han aferrado a asentar en nuestro sistema de medios partidistas al servicio de quien esté en el Gobierno.
La realidad está tocando a la puerta de Palacio Nacional y le recuerda al Presidente que no es tan fácil borrar Texcoco y abrir Santa Lucía.
Fue el juez que tuvo en sus manos al menos 34 casos de perseguidos políticos del Gobierno que encabezó Rafael Moreno Valle.
Mientras los medios de comunicación navegan en el status quo, la misma sociedad sigue en una pasividad consumidora y fragmentada en el mosaico mediático con el pírrico poder para demandar medios que cumplan su función social.
No se descalifica que AMLO tenga una idea clara sobre la administración pública en relación con el sector energético. Sin embargo, parecería que por momentos López Obrador padece la dificultad de reconocerse en el ejercicio del poder y reconocer que ya no está en esa conocida oposición.
Nuevos y optimistas tiempos corren en ese ámbito. El Gobierno federal no ha escatimado voluntad para pedir perdón por Ayotzinapa, las agresiones a Lydia Cacho, y los homicidios de los estudiantes del Tec por parte del Ejército. El Gobierno de la República ha comenzado por lo más sencillo: cambiar la voluntad, enfrentar el problema públicamente y reconocer que por décadas el Estado ha fallado y que ahora estamos hundidos en una profunda crisis de derechos humanos, Estado de Derecho y el tejido social.
Lo cierto es que existe una dispersión de temas en las conferencias mañaneras. Obrador asume un papel de todólogo para contestar desde temas nodales de la agenda como preguntas irrelevantes. Lo cierto es que la dispersión de la agenda es provocada por los mismos periodistas acreditados. Y ahí un gran tema a discutir: ¿Quiénes están yendo a las conferencias? ¿Se les está dando la palabra a todos los medios por igual?
Lo que ignora el Presidente Obrador es que la sociedad civil es heterogénea, como fiel reflejo de la misma sociedad. El concepto monolítico de la sociedad civil lo nubla, y un Presidente no puede estar nublado.
México cae (otra vez) en el Índice de Percepción de la Corrupción 2018 (IPC2018) elaborado por Transparency International.
La administración de Andrés Manuel López Obrador se está equivocando en dos temas fundamentales para la vida y desarrollo de la nación para las próximas décadas: 1. La militarización de la seguridad pública con la reforma constitucional que dé vida la Guardia Nacional y, 2. El nombramiento del primer Fiscal General de la República.
La polarización política es parte del debate democrático. El intercambio de ideas sesudamente, la algidez de las palabras, la necedad en los argumentos y la certeza valiente de que cada persona sostiene la verdad es parte de la libertad de opinión y expresión.
En ninguna parte de la Constitución se le otorgan facultades al Presidente (y menos Presidente Electo) para perdonar actos en donde hay claros indicios de corrupción.
La conducta que imperó en la administración pública federal fue la de aprovechar los espacios del servicio público para acaudalar fortunas –que se separan del marco legal- e impulsar intereses personales.
El bono de credibilidad a Andrés Manuel López Obrador es el más grande de la historia otorgado a un presidente. El 53% del electorado creyó en su proyecto, en su partido, en sus colaboradores para cambiarle el rumbo al país. Hubo –y no se puede negar- un voto de castigo que benefició a AMLO pero al final la credibilidad de un importante sector se le otorgó. Pero que algo quede claro, al minuto que terminó la campaña electoral y se declaró un ganador, la credibilidad está a prueba. Guste o no guste.
Los corruptos atacan cuando son perseguidos. Se mueven. Tienen redes y buscan dos cosas: la supervivencia de su sistema y una defensa eficaz para jamás enfrentar la justicia. Los corruptos jamás doblan las manos ni se rinden.
“No hay pruebas que me liguen a saqueo”, contestó la impresentable Rosario Robles después de que se conoció desvíos millonarios en la Sedesol y Sedatu mientras ella estaba a cargo.