Óscar de la Borbolla
A estas acciones las llamaré juegos: el juego como un ensayo cuyos resultados no se advierten pero que, de alguna manera, su ejecución resulta placentera y eso hace que tiendan a repetirse cada que los seres vivos no están ocupados con asegurar su existencia o su subsistencia.
«Esta tarde tengo la impresión de que la gente huye en desbandada de su presente y no hacia sus sueños, sino hacia las pantallas, pues, por lo visto, hacen falta millones de pixeles para aquietar la angustia».
«Otro mundo, otro país, otra clase de personas seríamos cada uno de nosotros si la responsabilidad que a cada uno corresponde la asumiéramos sin regateos».
«Las decisiones en las que nuestra vida se juega son, lo sepamos o no, como las que se toman en un tablero de ajedrez».
«La pregunta no es fácil, pues toda educación es para el futuro y, aunque parezca obvio, se tiene que creer en el futuro para poder educar».
«Pensar por cuenta propia, procurando allegarse la información más confiable, se ha convertido en un imperativo».
Una de las consecuencias de estos algoritmos que nos muestran cotidianamente no lo que el azar dispone, sino lo que dispone quien diseñó el algoritmo es la peligrosísima polarización; pasear por el mundo virtual equivale a convencerse cada vez más del «propio» punto de vista.
«Mal tiempo para la belleza cuando es impopular llamar la atención acerca de la invisibilidad de su ausencia».
«Hay muchas formas en las que el mal puede dañarnos, pero quizá la peor es la que nos priva de la vida».
«Parece urgente preguntarnos desde esta perspectiva ¿quienes son los malos hoy?»
«La buena fe es uno de esos importantes ingredientes de la vida que hoy echo de menos».
«Me llegó la hora en la que, sin decir que todo tiempo pasado fue mejor, sí echo de menos algunas costumbres».
Hoy, luego de este viaje de reflexiones y lecturas, comprendo la ventaja que he tenido al avergonzarme constantemente de mi ignorancia, pues esa vergüenza ha mantenido viva mi curiosidad.
«La obsesión que nos acarrean nuestros problemas tiene como consecuencia que los pensemos demasiado, literalmente de más».
«Los nosotros del porvenir, como siempre, aplaudirán como focas».