María Rivera
«Son buenos cuando México recupera la tradición de asilo político y recibe al ex Presidente boliviano Evo Morales».
«Qué tristes y apabullantes semanas han sido estas: recordamos que vivimos en medio de una guerra».
«Hablan de soberanía, pero el gobierno nos postró ante un país vecino para construir un muro humano que se inspira con discursos xenófobos».
«Los que necesitamos resistir somos los que vivimos en este país, tragedia tras tragedia, después de haber gritado tanto, habernos quedado sin lágrimas y sin palabras».
PEN México seguirá trabajando en esa noble labor, contra la censura, la arbitrariedad y los abusos de poder de donde provengan.
Por si esto fuera poco, en un giro algo delirante, como parece ser que es todo lo relacionado al nuevo status quo, nuestros propagandistas del oficialismo, pagados con recursos públicos, llaman “chayoteros” a sus críticos, “voceros del antiguo régimen”, sin mirarse en el espejo.
La poesía mexicana puede ser una poesía de pequeños destellos, en sus peores momentos, pero jamás será una poesía desaseada, ¿es también un síntoma de nuestra ceremonialidad?
¿Dónde está la casa? Me he preguntado varias veces a lo largo de los años, ante mis mudanzas. Hoy, que la casa está por ser demolida y desaparecer en el aire, sé que la casa no desaparece: siempre estará donde está lo que amamos, sobrevive, pese a todo, de pie, como la monstruosa y terrible Ciudad de México, en su milagro, sobre lagos y chinampas, tal como lo imaginaron los aztecas. Ahí, y no en otro lado, está nuestro corazón, entre sus calles, sus parques y banquetas, entre colapsos y resurrecciones, donde reconstruimos, laboriosos, nuestros sueños.
El zócalo seguramente estará repleto de gente feliz que podrá ver elevarse la fiesta multicolor de los fuegos artificiales y de espectadores felices que lo verán por televisión o acudirán, felices, a los festejos modestos de sus plazas.
Es necesario poner mucha atención a las palabras y seguir diciendo, con el lenguaje transparente de los ciudadanos, lo que no se quiere escuchar, por ejemplo, que el Presidente de la república es un empleado, sí, un empleado, digno y decente si se quiere, pero un empleado que contratamos para que administre nuestra casa.
ta. Aunque ha habido varios esfuerzos periodísticos para narrar las historias del horror, lejos estamos de poder cerrar esas heridas, sin justicia y sin reparación del daño. Tomará tiempo escribir la historia de lo que nos ha ocurrido. Lejos estamos, por desgracia, de la pacificación del país. La violencia es mayor cada mes, cada año, sexenio tras sexenio.
Hablemos de lo que significa ser mujer en México, porque nadie, salvo nosotras, tiene la conciencia de lo que significa, profundamente forjada en su cuerpo.
Sí, señora Sheinbaum, las mujeres no debieron causar daños al patrimonio de la ciudad, pero hay que recordar que la ciudad le causa, diariamente, un daño inconmensurable a miles de niñas y mujeres.
Las vacaciones, ese espacio del tiempo donde uno hace todo menos descansar, abren un espacio para pensar en otras cosas, a veces.
A Mayra Inzunza ¿Será la edad? La vida marcha a una velocidad vertiginosa, no como como lo solía hacer hace apenas un año. Como si tras cierta edad una ya no viviera, sino se precipitara, que no es lo mismo: dicen que los meses se precipitan a partir de los cuarenta. En mi caso sucedió […]
No, al Presidente López Obrador no le gusta la crítica, está convencido en seguir ejerciendo una política de la afrenta, visceral, contra todo aquel que lo critique como si fuera un opositor y no quien encabeza el más alto poder en México.