Sandra Lorenzano
“Tuya es la culpa”, le dice Tarquino a Lucrecia en el momento de asaltarla en su propio lecho, en estas líneas que escribió William Shakespeare en 1594, pero que nos estremecen hoy por su brutal actualidad.
El mensaje decía “¿Aceptaría usted realizar un par de actividades en Iquique?”. Iba a pasar algunos días en Santiago, en la Feria del Libro, y la propuesta de viajar por treinta y seis horas al norte del país debe haberle parecido más o menos de rutina a la gente del Consejo de la Cultura y […]
En la foto aparece fumando con una larga boquilla, guantes oscuros y un vestido que acentúa las curvas de su cuerpo; la cabellera pelirroja y la sonrisa entre seductora y misteriosa, volvieron loca a más de una generación. Fue una de las mujeres más deseadas de Hollywood, los soldados llevaban su foto al frente, las […]
“Apareció el nieto 121”, decía el mensaje que me mandó mi primo Ernesto el lunes pasado. “¡Y es el nuestro!”. …el nuestro, dos palabras que resumían cuarenta años de historia. Lo llamé enseguida: “Estoy llorando desde hace dos horas”, me confesó ese hombrón de casi un metro noventa de altura, médico, padre de adolescentes, y […]
Muchos de las anécdotas que Elena Garro le escribió a su amiga Ninfa Santos (otro personaje fascinante y aún muy poco trabajado en la historia literaria latinoamericana) pasaron a formar parte después de las páginas de Testimonios sobre Mariana.
Para Martina e Inés Para Mariana y Nati Alguien me pregunta: “¿No vas a escribir sobre la polémica en torno al uso del velo, el burkini, y –en última instancia- la laicidad en Francia? Sé que debería hacerlo. ¿Y sobre la muerte de Juan Gabriel? También debería hacerlo, claro. Son mis temas de siempre: la […]
Para Ix-Nic cariñosamente, con Nacho en el recuerdo Miro esta foto que nos tomó papá. No es una clásica fotografía de playa; tal vez por eso me gusta más que otras. Estamos Pablo y yo de espaldas, tenemos alrededor de diez años, la piel oscurecida por el sol y el pelo algo desteñido. Miramos la […]
Tiempo suspendido es un documental que funciona a la vez como ejercicio sobre la memoria.
Quiero saberlo todo sobre esta red femenina que marcó un largo periodo de nuestra vida cultural y de la que poco conocíamos realmente hasta la aparición de esta publicación.
Abrazar a los árboles. Encaramarme a un abedul y subir hacia el cielo. Eso es lo que quiero cada mañana. Me asomo por la ventana y veo el verde. La tentación es enorme
¿Cuántas cosas, cuanto conocimiento, cuántas experiencias, perdemos como humanidad con la desaparición de los kawésqar?
No tengo recetas, ni decálogos, ni manuales. ¿Se puede enseñar a escribir? Yo respondo con mis propias preguntas: ¿se puede enseñar a amar, a desear, a imaginar? ¿Se puede acaso enseñar a soñar?.
Cada tanto, para recuperar la sensación de libertad del cuerpo, pongo a Miriam Makeba a todo volumen y bailo, pésimo, por supuesto, pero feliz, por toda la casa. Esa felicidad del cuerpo en movimiento, también me la enseñó mi hija.
En el aula y siendo ya profesora aprendí a hablar pensando en los demás, a plantear lo más claramente posible lo que quería transmitir, a buscarle palabras a las sensaciones, a las emociones; pero sobre todo aprendí a escuchar. Los estudiantes me han enseñado a lo largo de los años que no hay nada mejor que el diálogo que tiende puentes y construye complicidades solidarias.
Usted y yo sabemos que estamos viviendo en una sociedad del miedo. Usted y yo sabemos que el miedo se nos ha metido en el cuerpo y casi lo hemos “naturalizado”, pero si alguien mirara de verdad nuestro interior encontraría una imagen similar al grito de Munch.
La acción: Un grupo de chicos juega futbol en la calle. Tienen 11 o 12 años, un poco menos quizás, y pasión por juntarse con los amigos a patear la pelota.