Sandra Lorenzano
Hoy, que sopla una brisa fresca en el malecón y que se adivina ya un atardecer de morados y naranjas, entiendo a Federico y su amor a Cuba.
Al reunirse con las madres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, lloró abrazada a ellas que también lloraban. De pronto se enjugó las lágrimas y les dijo: “Que el poder no las vea llorar. Nos quieren derrotadas y no les tenemos que dar ese gusto. Somos fuertes y no dejaremos de buscar a nuestros seres queridos y de exigir justicia”.
"Me gusta pensar en las bibliotecas como espacios de libertad, de conversación, de creación".
"Objetos y umbrales como huellas de la memoria. Una llave, una foto, un caracol, un dibujo encienden la chispa que nos lleva nuevamente a ese hogar lejano: a un antes".
"Cantamos para mitigar un poco el dolor. Seguimos pidiendo apoyo en la búsqueda de nuestros seres queridos, seguimos con ese dolor, y para que todo el mundo lo sepa, cantamos".
"Me transformo en quien toma esa mano tendida, para recordar las canciones de cuna que alguna vez guiaron mi sueño".
"Cuando nacieron mis hermanos menores, me sumé al festejo vistiéndome de Santa Claus".
"Como parte de sus objetivos, la exposición se propone invitar al público a reflexionar sobre los procesos de migración y la construcción de identidades".
"El silencio puede ser leído también como un silencio herido".
"La poesía desafiaba la amenaza de los verdugos: les pemitía no volverse locas en medio del horror".
"Me pregunto si es quizás la esperanza lo que surge al recomponer esos fragmentos".
"Consuelo y desconsuelo, amor y erotismo, fertilidad y nostalgia, se convierten en estaciones de un conmovedor viaje".
"El silencio y el orden le son imprescindibles para no naufragar en su propia memoria".
"Las historias propias y ajenas que se van cruzando en el relato construyen una conmovedora red de recuerdos, dolores y solidaridades".
Allí están, Simone y Rocco (encarnados por Renato Salvatori y Alain Delon) como una suerte de Caín y Abel de la posguerra, enfrentados por una mujer, Nadia (Annie Girardot), la María Magdalena de la historia.
Dicen los estudios que solemos vincular al agua nuestros recuerdos más felices, que mirándola, o sumergiéndonos en ella algo se activa dentro nuestro. Mi a-islamiento se vuelve entonces íntima celebración de paz, de luz, de alegría.