Katia Rodríguez
La crisis del agua en Nuevo León ha tomado a gran parte de la población por sorpresa, nuestras presas están casi vacías y realmente no existe solución inmediata, solo medidas de contención. Este último mes hemos enfrentado cambios drásticos que han alterado nuestro ritmo y estilo de vida.
La humanidad está representada por solo el 0.01 por ciento de todos los seres vivos, y a pesar de que este porcentaje es relativamente bajo, nuestros patrones de consumo han provocado la pérdida de aproximadamente el 83 por ciento de todos los mamíferos salvajes y la mitad de todas las especies de plantas.
La diferencia entre la expectativa de vida promedio de los animales criados para consumo y su expectativa de vida real es impactante. Esta diferencia básicamente parte del interés económico, la industria desea generar mayores ingresos en el menor tiempo posible y esto se traduce en una mayor cantidad de animales siendo manipulados genéticamente, explotados y asesinados en el menor tiempo posible.
En el 2016, comencé a trabajar de tiempo completo para ayudar a los animales explotados en las granjas. Ese mismo año, la organización Igualdad Animal lanzó un proyecto de realidad virtual llamado iAnimal, una experiencia inmersiva que te transporta al interior de granjas industriales y mataderos con ayuda de unos visores de realidad virtual.
Para producir un kilogramo de carne de vacas se utilizan más de 15 mil litros de agua, para generar un kilogramo de granos tan sólo se requieren 1 mil 500 litros de agua y para un kg de vegetales se utiliza poco más de 300 litros por kilogramo. A pesar de que la carne de vacas es la que más recursos necesita, otro tipo de carnes también requiere de una cantidad alarmante de agua: carne de cerdos casi 6 mil litros por kilogramo.
En la octava edición del informe "Meat Atlas" del año 2021 se reafirmó con evidencia que el sector alimentario genera entre el 21 por ciento y el 37 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero y más de la mitad de estas emisiones provienen sólo de las granjas industriales (57 por ciento).
Los animales criados por su carne tienen la capacidad de sentir dolor y distintas emociones, al igual que animales con los que usualmente compartimos nuestro hogar.
Hace algunos años, equipos de ciencias, activistas y la población comenzó a alzar la voz sobre los efectos del uso del carbón, este tema se generalizó cuando cada vez más público empezó a demandar la eliminación gradual de los combustibles fósiles. Gracias a esto, muchos países han implementado cambios radicales y metas para eliminar su uso para el 2050. Si el sentimiento y exigencia del público incentivó cambios para la eliminación del uso de carbón, ¿podrá también lograr eliminar la producción de carne a escala industrial sabiendo las repercusiones en la vida de los animales, el ambiente y nuestra salud?
La gran mayoría de animales de la industria son juveniles cuando son enviados al matadero, cuando llegan a las bandejas de carne de los supermercados. La industria cría animales como si fuesen objetos desechables y fácilmente reemplazables, sólo buscan el beneficio económico sin importar el irreversible impacto ambiental que causan sus prácticas ni el dolor y sufrimiento innecesario que infringen a los animales. En este escrito, quisiera exponer algunos ejemplos que demuestran la manera en la que los animales son percibidos y desechados en las granjas.
En la actualidad, sólo el 1 por ciento del océano está protegido. Si combinamos la pesca excesiva con otros factores como el cambio climático y la contaminación que están poniendo en peligro a los arrecifes de coral, el panorama futuro no pinta nada bien.
"Meat Atlas 2021" menciona que el sector alimentario genera entre el 21 por ciento y el 37 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, de las cuales el 57 por ciento proviene solo de las granjas industriales.
Hemos estado viviendo en carne propia las consecuencias del cambio climático y siendo realista, lamentablemente este es sólo el comienzo. Para muchas personas interesadas en las cuestiones ambientales, todo lo que se menciona en el estudio parecerá bastante familiar, las conclusiones a las que llegan son solo reafirmantes.
Un reporte de la ONU publicado en 2019 menciona que se han presentado niveles muy alarmantes de resistencia en poblaciones alrededor del mundo. En países que son parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), alrededor del 35 por ciento de las infecciones humanas comunes ya son resistentes a los medicamentos, mientras que en algunos países de ingresos bajos y medianos, las tasas de resistencia son de entre el 80 y el 90 por ciento para algunas combinaciones de antibióticos y bacterias.
La demanda de soya ha crecido rápidamente durante los últimos 50 años debido a un incremento en el consumo de carne (especialmente la de pollos) y el aumento en la demanda de biocombustibles y aceites vegetales. Un reporte de la University of Oxford’s Food Climate Research Network in Data afirma que más de tres cuartas partes (77 por ciento) de la soya que se produce a nivel mundial se utiliza para alimentar a los animales criados por su carne y leche.
En Estados Unidos, la producción agrícola es responsable de 17 mil 900 muertes cada año relacionadas con la calidad del aire, de las cuales 15 mil 900 provienen de la producción de alimentos y el 80 por ciento se le atribuye a los productos de origen animal, incluyendo la crianza de animales (emisiones de amoníaco) y la producción de alimento para los mismos (fertilizantes a base de nitrógeno).
La domesticación y cría selectiva de gallinas con el fin de incrementar la producción de huevos ha hecho que su vida sea un infierno. Naturalmente las gallinas pondrían alrededor de 20 huevos al año, debido a la intervención humana ahora ponen más de 300 huevos al año, 1 diario.