Jorge Zepeda Patterson
“Mal que bien, nuestros comicios han conseguido el objetivo último de todo aparato electoral: ser el instrumento válido para la competencia y la transición política de poderes, de manera pacífica y reconocida por los actores en disputa”.
No es un bonito espectáculo que el Jefe de Estado reparta insultos y se enganche en interminables letanías sobre el tratamiento de los medios, la parcialidad de un Consejero electoral o las actividades de un empresario opositor. Pero tampoco lo es que la supuesta “inteligencia” responda con simplismos absurdos y malintencionados.
La Presidencia intentará ganar “la narrativa” sobre corrupción; por el contrario, activistas y organizaciones sociales impulsarán los temas de derechos humanos.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador está convencido de que las respuestas a las dos consultas que está impulsando le serán favorables y, consecuentemente, no ha ocultado su impaciencia para llevarlas a cabo.
No deja de sorprender la laxitud del líder en temas de corrupción dentro del obradorismo.
Imbuido en sus convicciones, AMLO está intentándolo todo sin ahorrar esfuerzo o energía. Pero si queremos ser honestos, habría que preguntarnos si lo que está haciendo es lo más conveniente para llevar a buen puerto sus propios objetivos.
Las acciones del Ejército en contra del crimen organizado parecerían operaciones aisladas, destinadas a castigar actos considerados excesivos de parte de un capo, alguna salvajada inadmisible quizá, como si hubiese un código no escrito sobre lo que pueden y no pueden hacer
Es muy fácil ser “demócrata” cuando por definición los que no están conmigo carecen de razones y simplemente han sido manipulados, así sean las mayorías.
Tenemos un Presidente rijoso e, incluso para los que simpatizamos con sus banderas, incómodamente pintoresco.
Como era de esperarse, las reacciones entre los obradoristas fueron igualmente apasionadas: la publicación fue calificada de amarillista y escandalosa, de prestarse a ser usada por los conservadores en tiempos electorales y dio lugar a las más severas críticas contra el intervencionismo “inglés” en asuntos de política interna y desconocimiento de las realidades mexicanas al pedir la injerencia de Estados Unidos.
¿Esto va en camino de convertir a México en un narco Estado? Sí, y no. Los municipios forman parte del andamiaje del Estado y en ese sentido no es cosa menor el hecho de que los cárteles locales se hagan del control del aparato de seguridad de los ayuntamientos.
Y es que la autocrítica no ha sido una cualidad en la que la Presidencia haya incurrido en lo que llevamos de sexenio.
A mi juicio fallaron todos los instintos políticos del Presidente y, sobre todo, se ausentaron principios elementales de solidaridad y responsabilidad de alguien que ha dedicado la vida a predicar a favor de los desvalidos.
El diario Reforma, Claudio X. González, Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Gustavo de Hoyos, Carlos Loret de Mola, Felipe Calderón y Carlos Salinas, siempre Carlos Salinas. La lista de los que Andrés Manuel López Obrador llama sus adversarios engorda o adelgaza según los vaivenes de la coyuntura y de la discusión pública, pero los arriba mencionados nunca […]
AMLO, más que nadie, tendría que pensárselo dos veces antes de recurrir al “haiga sido como haiga sido” con el que fue derrotado en 2006.
Resulta lógico que la vacunación se reciba como la bendición mágica que por encanto disipa la pesadilla bajo la que hemos vivido tantos meses. Y tampoco es extraño que deparemos un sentido agradecimiento para esos personajes que en un instante nos han quitado ese peso de encima.