Jorge Javier Romero Vadillo
No es “normal” que un grupo de soldados en uniforme de campaña ocupe la tribuna del Congreso, aunque sea solo para tocar el himno nacional.
Esa es la representación de lo público que le permite a López Obrador imaginar que tiene facultades para dejar su legado
Hay otro mucho más relevante: su desastrada gestión de la política educativa, dedicada únicamente a evitar los conflictos magisteriales, sin consideración alguna por la formación de la niñez y la juventud mexicana.
El CIDE se ha caracterizado por su análisis crítico de las políticas públicas no de ahora.
Si la oposición se tomara en serio la amenaza a la democracia que representa el proyecto presidencial debería cerrar filas para establecer un auténtico bloque.
La revocación de un Presidente es un asunto grave: genera incertidumbre anticipada en el gobierno y deja vacíos de poder con sus corolarios.
No existe democracia sin elecciones confiables y aceptadas y en México eso solo se logró a partir de la creación de un organismo especializado, profesional y autónomo, encargado de organizarlas sin injerencia de los competidores.
La estrategia de vacunación ha sido errática y va debajo de las necesidades de control de la pandemia.
Mi experiencia en el CIDE fue muy enriquecedora, pues no solo coincidí con científicos sociales rigurosos, sino que encontré compañeros de causas en las que hasta ahora milito.
El proyecto de López Obrador, desde el principio, ha sido construir un nuevo arreglo hegemónico.
Los tramposos de Morena no ocultan sus torcidas intenciones de desprestigiar al INE y mostrarlo como parcial o incapaz.
Una una regulación eficaz debe comenzar por la despenalización.
No resulta sorprendente que México no quede muy bien situado en este índice global.
Si el Presidente cree que va rumbo a Dinamarca, está bastante norteado.
La existencia del delito de posesión simple es una aberración en todos los casos.
Si bien el CIDE es formalmente una dependencia gubernamental, hasta ahora, desde su reconversión durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, había sido tratado como una institución académica.