Jaime García Chávez
Ebrard recurre a una semblanza autobiográfica: no se excede en vanidades, pero sí da a conocer desde su trayectoria inicial su afición por la política, particularmente la que se hace desde los instrumentos que brinda el poder.
Con las piedras se entabla un diálogo más generoso, porque ellas, puede llegar el momento que hasta griten, y al explotar rompan los moldes de una cultura inhumana, para vaciar el bronce de los ideales preteridos, en aras de los privilegios que se encierran con alambre de púas y muros que hablan de fronteras estatales que impiden disfrutar del planeta con entera libertad, sin aduanas, sin ataduras ni cadenas.
Los partidos son organizaciones de interés público por disposición constitucional, basan sus actividades, así sea parcialmente, en el financiamiento público que se nutre de las contribuciones fiscales, razón adicional para demandar un nuevo curso a sus importantes fines, en la búsqueda de la representación política y el ejercicio del poder.
“Con De Hoyos se refrenda la adhesión a lo peor del neoliberalismo”.
“Vivimos hoy en la sociedad de la simulación en la que se recomienda y práctica ser hipócrita sin que se note”.
Se trata de un hombre con trayectoria y respetabilidad, con obra sustancial publicada, conocedor de nuestro sistema constitucional, un prerrequisito que se deberá tener como esencial a partir de 2024 y que en su discurso planteó ideas nuevas en la coyuntura, aduciendo que la concentración ciudadana.
Lo que importa es el narcotráfico en el que el Gobierno de los Estados Unidos tiene las manos metidas hasta los codos. No olvidemos que a Genaro García Luna casi le daban reputación de héroe y lo distinguían. Este es otro déficit.
Su conducta ya hizo caer de su trabajo a la revisora de tesis en la UNAM, Martha Rodríguez Ortiz, y usted, inexplicablemente, se aferra a lo que no es ni puede ser: ocupar un cargo para el cual no se tiene satisfecho el requisito de un título profesional, en su caso, malhabido.
Sea cual sea la visión que se tenga al respecto, sostengo que hoy en México se debe rescatar una propuesta de izquierda que tenga como característica muy importante una especie de compromiso histórico con la democracia.
Si nos quedáramos exclusivamente en los aspectos electorales, qué partidos, coaliciones y candidatos habrá en la sucesión presidencial, en el Congreso de la Unión, en las gubernaturas y en los congresos locales, sin duda nos quedaríamos cortos, dada la vastedad de los problemas de México y las decisiones que hay que tomar para un nuevo curso nacional.
Tengo por convicción que a López Obrador no le interesa la política y las relaciones mundiales, que está más preocupado por su aldea y, por tanto, su desempeño, a la vez que niega el papel de la Cancillería, cumple a capricho lo que son sus convicciones, más que la responsabilidad de un Jefe de Estado que nos representa ante el orbe.
La voluntad política que impulsa la persecución penal de Francisco González emana de una decisión de María Eugenia Campos Galván, panista y rival de Corral Jurado y también señalada de haberse beneficiado política y económicamente de la tiranía de la cual fue inocultablemente cómplice.
Había en aquel tiempo una especie de furor por la lectura de la Revolución rusa. En una de las tiendas Futurama de la ciudad de Chihuahua había una sección de libros y adquirimos las obras de Isaac Deutscher, su trilogía sobre Trotsky y el notable tomo sobre Stalin. Prácticamente los devoramos.
“López Obrador fue electo únicamente Presidente por una mayoría jamás vista. Pero no encabezó una revolución triunfante, como la de Ayutla; tampoco una Guerra de Tres Años, de liberales contra conservadores (…)”.
Ambas marchas se han de entender a la luz de las libertades constitucionales para manifestarse y expresarse en libertad, cosa que por lo que se ve, tiende a controvertirse de manera irresponsable, tanto por personalidades que tienen significación en la vida pública, como por los epígonos de uno y otro bando que están presentes en la polarización que azuela a México.
En la trayectoria del pensamiento de la derecha encontramos resuelta la dificultad porque sus voceros suelen hacer un mazacote de creencias, fanatismos, ideas simplistas, discursos facilones y dogmas establecidos en la tradición, que no es muy difícil el batallar para obtener una audiencia que se involucre en los partidarismos con posiciones extremas o radicales.