Jaime García Chávez
La misma Claudia Sheinbaum, lesionada por la pretensión de Marcelo al declararse segunda fuerza, no tuvo más remedio que colocar las cosas en el lugar estatutario del partido, aunque poco se respete esa legalidad, y a pesar de que la respuesta le obligaría a Mario Delgado.
Me queda claro que Zaldívar privilegió la carrera del político, sacrificando su apuesta por ser alguien en la generación de intereses públicos para construir instituciones, también públicas, a la altura de lo que este país requiere en materia de justicia.
Hay que evitar a toda costa la violencia, incrementada por la no pequeña presencia del crimen organizado, que cuenta con un poder de fuego muy alto y que con esa base llega a sustituir al mismo gobierno, titular de la violencia legítima.
Ahora me interesa abordar el papel de un ingrediente que al no haberse tomado en cuenta por el poder presidencial, exhibe los barruntos de un naufragio. Esa ausencia tiene que ver con el derecho, o mejor dicho, con desprecio del mismo.
Es un discurso que podría tener una apariencia liberal y emancipadora, salvo porque todo mundo sabe que Notimex le estorbaba a López Obrador, porque el único hacedor de noticias, desde la “mañanera”, es él.
Con su estilo sobrio, su prosa precisa y ajena a toda estridencia, el ingeniero Cárdenas hizo un recorrido en el que, por principio, reconoció el papel esencial de Carlos Fuentes como uno de los escritores más destacados en la historia de las letras mexicanas y latinoamericanas.
En fin, se pueden poner muchos más indicadores. Pero hay uno que me gustaría colocar en el centro de este texto, y es si Omar García Harfuch finalmente se queda como candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, que nos debe importar a todos porque se trata de la capital política de nuestro país.
“Hoy existe un partido ciertamente hegemónico que aspira a expandirse como hongo atómico y parece tener el control del proceso para trascender, no sin descalabros, a la sucesión en 2024”.
Algunos vieron como insignificante a Hitler, entre ellos Thomas Mann, y ya ven lo que pasó. En el caso de Zweig, perdió su patria, perdió a Europa, fue en busca de un pasaporte que lo hacía ajeno al mundo, porque por su cultura y condición étnica ya le resultaba muy difícil el planeta mismo para vivir.
Sin la energía del Presidente de la república, es impensable un triunfo de Sheinbaum, que además reporta un déficit importante en las cualidades que se le asignan a una buena candidata.
Lo que se pudo ver fue un destape, de otra forma, pero destape al fin. Quién puede ignorar que hace dos años, en septiembre de 2021, López Obrador corporalmente la señaló con el índice y hasta dijo “es ella”.
¿Ahora qué tenemos? Una visión política anclada en el pasado, una tríada de partidos rencorosamente enemigos entre sí históricamente, que ahora se cobijan en una plataforma en la que tienen muy claro contra quién van, pero no para qué, porque dar respuesta a esto último significa hacerse cargo de una historia de trapacería que va más allá de lo simplemente electoral.
“Es cierto que ahora Duarte ha tropezado con nuevas causas penales, como cierto es, y todavía más grave, que la principal denuncia no haya transitado en diez años hacia un juzgado”.
Ebrard no es, a la hora del balance actual y concluyente, ni el zorro que “sabe muchas cosas”, ni el erizo que “sabe una gran cosa”, recordando al legendario Arquíloco. Sin magnificarlo, ya se sabe de quién hablo y tiene las dos habilidades, no tanto como cree, pero suficientes.
Hoy padecemos un presidencialismo que ambiciona engordar a costa del resto de los poderes e instituciones que permiten su despliegue. En la escena pública hay demasiado ruido en todos los bandos, la estridencia es la regla y el análisis pausado, tolerante y plural, la excepción.
Huelga decir que el Frente Amplio por México (FAM) navega a contracorriente y con el lastre histórico que tiene bien visualizado la ciudadanía en cada uno de los aspirantes, y no se diga del negro historial de los partidos que integran esta alianza electoral.