Jaime García Chávez
Frente a un mundo demasiado abyecto, hombres como Campa demostraron talento férreo y voluntad para continuar adelante por la libertad de los obreros y la democracia en el país. F
Dicen que tiene permiso. El exrector de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Rubén Lau Rojo, murió y deja un dolor enorme en los corazones de quienes fuimos sus prójimos, sus camaradas, sus amigos, sus alumnos, su familia. Un hombre con anclaje fértil y firme en la cultura y en las venas profundas que la nutren. Su dimensión humana es poliédrica, de un cuerpo con muchos brillos y aristas en el que anidó el sentido de la amistad profunda, la generosidad, la nobleza de sentimientos, la energía y carácter necesarios, la tenacidad del que hace de la unidad de propósitos la premisa para construir, y por encima de eso, esa gran y extraña virtud de hacerse invisible por ajena a la hojarasca de la vanidad y el protagonismo.
Entonces, la que debió entrar primero, la Cancillería de Marcelo Ebrard, no lo hizo, y después vino la pretensión de sacar las castañas del fuego, activar un control de daños, cuando lo más fácil era echar mano de los decantados procedimientos diplomáticos, impidiendo de paso que en el mundo se vaya sedimentado que somos un país populista al lado de verdaderos gobiernos autoritarios, empezando por el de Trump.
Ahí están y hasta se pueden cortar con navaja. Es la percepción a ras de tierra de panistas y morenistas de la actual elección norteamericana. Es un reflejo abajo, de lo que se vive arriba en las cimas del poder. En un mundo globalizado, el llamado “populismo” –es pertinente empezar por aquí– lo encontramos hoy hasta en la sopa. Lo mismo se da en los círculos altos de quienes ocupan el poder legítimamente por elecciones en regla que entre sus partidarios, repito, ubicados debajo de la pirámide, y es, a no dudar, un signo de nuestro tiempo, que además se despliega internacionalmente de manera alarmante y de la que hay que tomar debida nota ya que no es cosa menor.
¿Muchos Méxicos? Sí, y que continúe lo que los une, no lo que los separa.
El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas dio una lección presencial al Presidente de la República.
En el ciclo que va del Gobierno de Carlos Salinas al de Andrés Manuel López Obrador ha habido una reescenificación del siglo XIX mexicano. De pronto las iglesias y sus cleros, por una parte, y las Fuerzas Armadas, por la otra, han pasado a jugar un protagonismo que no se vio tan acendrado ni en […]
La inconformidad era cívica, enorme pero pasiva, podemos decir que casi nadie se atrevía a levantarle la mano al Gobierno corrupto y corruptor.
Muñoz Ledo denuncia que incluso Mario Delgado y el grupo de Ebrard “ya tienen ofrecidos gobernadores en cada estado en que habrá elecciones, incluidos algunos del PAN”, y Chihuahua, según comenta, no escapa a esa ecuación.
Estoy en las antípodas de la impunidad de que han gozado hasta ahora por su ejercicio omnímodo y he sostenido que, conforme a las leyes vigentes, se les puede castigar.
Jaime Cárdenas, no tengo duda, es un hombre comprometido con el derecho, con la Constitución, con las personas, más allá de si ejercen o no jerarquía sobre él.
Los firmantes del desplegado representan una gran diversidad.
Una hegemonía se quiere imponer a toda costa y, a mi juicio, puede tener en Chihuahua su eslabón débil en ciernes.
Todo fue cuestión de tiempo para que mediante un incesante alud de reformas a la Constitución federal y a las leyes secundarias, el Gobierno federal se hiciera prácticamente de todas las decisiones fundamentales del desarrollo político, económico y social del país, sustentado en el fortalecimiento de su capacidad financiera adquirida a costa de la sumisión y pérdida de la autonomía de las entidades federativas y de sus fuentes fiscales de ingreso.
“Iniciamos una transición a la democracia con la finalidad de llegar precisamente a la democracia”.
En Chihuahua hemos visto cómo Taibo II ha traído su “tenderete” de libros y es bueno que haya sacado a la calle, literalmente, el conocimiento en páginas impresas a precios módicos.