Guadalupe Correa-Cabrera
«El panorama de seguridad en los estados fronterizos de México durante el primer año del Gobierno de AMLO parece ser trágico».
«Lo que sucede en Colombia no es un hecho aislado. Este tipo de protestas violentas y la represión brutal de las mismas por parte de las fuerzas del orden se han mostrado en otros espacios».
Pronto llegaría el terror y aparecería una “nueva generación” de paramilitares criminales para ocupar los espacios que dejaría vacíos el Estado mexicano después de doce años de estrategias fallidas, sumisión ante Estados Unidos, ineptitud, corrupción e impunidad.
«Las informaciones que cuestionan fuertemente la trayectoria, capacidad, ética e independencia de algunos aspirantes a reemplazar a Luis Raúl González Pérez, debieran ser tomadas con toda seriedad».
«Parece irónico que alguien que alega “daño moral” sea capaz de expresarse así, en público, de otro ser humano sin presentar prueba alguna de lo dicho y sin fundamentar estos alegatos con investigaciones concretas en curso».
Desde que llega Trump al poder, y como reacción a su discurso nacionalista y supremacista que pretende “Hacer a América Grande [o Blanca] Otra Vez” (Make America Great Again), surge un contra-discurso y una retórica específicos que retoman términos utilizados en el contexto particular del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial.
El país en general parece ser un gran cementerio. En años recientes se han encontrado múltiples fosas con restos humanos.
Los retos son enormes, así como la agenda negativa y el boicoteo de algunos malintencionados y poderosos miembros de la oposición.
«En un escenario de Rudos y Técnicos, todo—menos la división real del pueblo estadounidense—parece ser incierto».
Es preciso que la administración de López Obrador verifique la presencia y trabajo no autorizado de organizaciones estadounidenses y grupos que operan en México con intereses disfrazados de humanitarios, pero que son realmente políticos.
En el extremo calor del desierto de Arizona, donde lo que más falta es el agua, pero donde lo que abundan son los sueños y la esperanza de los migrantes, surgen ángeles como el Rev. Hoover y algunos voluntarios de organizaciones como Humane Borders (“Fronteras Compasivas”), The Samaritans (“Los Samaritanos”) y No More Deaths (“No más Muertes”). Ellos parecen a veces no tenerle miedo a nada ni a nadie: ni a la Patrulla Fronteriza, ni a los carteles, ni a los Minutemen o las nuevas milicias anti-inmigrantes.
«Dado que el tema migratorio tiene una cobertura reciente extensísima (y con mucha razón), vale la pena un enfoque distinto en la frontera».
Es una condición muy curiosa cuando te sientes parte de ambas patrias. Cuando estuve investigando en el sur de Texas sobre crimen organizado y narcotráfico siempre vi a Estados Unidos como un refugio. Lo veía como un lugar donde no había peligro, donde había esperanza. Pero no necesariamente es así ahora. Estados Unidos ha cambiado bastante; hay cada vez menos esperanza y menos oportunidades. En México continúa la violencia, pero igual me encanta ir allá; ahora para sentir esperanza. Es algo loco, pero es así.
En Tamaulipas nadie quiere hablar sobre lo que fueron Los Zetas, sobre el Cartel del Golfo y menos sobre 1994. Recordemos que el desaparecido Diputado Manuel Muñoz Rocha (protagonista en ese año) era tamaulipeco. Al otro lado de la frontera, en Brownsville y McAllen, Texas, la gente habla un poco más. Pero ya se están muriendo todos. Por ejemplo, ya se murió (no lo mataron), Roberto Yzagirre, quien fuera el abogado de Guillermo González Calderoni y Osiel Cárdenas Guillén.
Desde que Nixon declara en 1971 su “guerra contra las drogas”, Estados Unidos ejerce una enorme presión e influencia sobre otros países del hemisferio Americano, que abona a la prohibición de los estupefacientes en esta región y a la criminalización de su oferta y trasiego.
La estricta (y muy entendible) regulación en el tema del intercambio de órganos a nivel internacional refuerza el mercado negro que se manifiesta de varias maneras.