Ernesto Hernández Norzagaray
Simplemente, recordemos que sólo para elegir los 500 diputados federales, se invertirán más de 19 mil millones de pesos en la organización de la elección y las prerrogativas de ley de los partidos políticos.
Ahora bien, si esto es escandaloso en un país que invierte mucho en elecciones teniendo grandes carencias y desigualdades sociales, es más, cuando revisamos indicadores de calidad, de rendimiento, en el ya largo proceso de democratización.
El "Partido del Crimen" está actuando y actuará durante todo el proceso electoral sin importar las siglas partidarias o coaliciones.
Y es que, en el momento en que se da a conocer la noticia de su detención, se reanuda una narrativa infinitiva que inició probablemente en los años de la guerra de Corea, cuando según Eduardo Valle, "El Búho", antiguo asesor de la PGR, se celebraría un tratado secreto entre los gobiernos de México y EU para el cultivo de amapola en el vasto territorio del llamado Triángulo Dorado que se necesitaba para producir la morfina que se necesitaba en el campo de batalla asiático.
Y es que ser portador del virus en tu cuerpo no te hace inmune y menos, si se trata de una mutación que sabrá dios qué elementos novedosos presenta que no se deja someter por la ciencia médica.
O sea, el mundo, en las últimas décadas, se alejó de esas amenazas latentes y permitió lo que el profesor Samuel H. Huntington llamó a principios de los años noventa la “tercera ola democratizadora”, es decir, sociedades que se alejaron no sólo de los males crónicos de la humanidad, sino de regímenes totalitarios o dictatoriales para establecer el modelo democrático y cada día, estar más cerca de a máxima de que entre “países democráticos no se hacen la guerra y se colaboran entre sí”, porque, en esa lógica se privilegiaba la negociación y el acuerdo político, para resolver, si las hubiera, controversias entre las naciones.
Esta premisa frecuentemente se olvida en la vorágine de una campaña electoral porque pareciera que lo importante es que una visión sustantiva es estar cerca del mayor número de personas -hoy limitado por las propias circunstancias de la pandemia - y, hacerse la foto, trasmitir meridiana y mediáticamente emociones y trasmitir la sensación de que se está construyendo un triunfo sin importar con quien se va de aliado.
El cardiólogo Diego Araiza Garaygordobil se pasó de estúpido por su tuit, por su imprudencia al no conectar el cerebro con la mano, por la falta de sinergia con un contagiado y por su ausencia de ética profesional cómo médico.
Este mensaje lo exigía la tradición democrática que viene desde George Washington, pero, también, un mundo donde el poder se ha fragmentado en grandes bloques económicos y políticos y que ha provocado un rediseño de la política mundial.
Por un mes a toda hora, ha sido titular de noticias, hoy, gracias a la captura de J.J., con un montaje sospechoso, el distractor sólo ha servido para acelerar un contundente capricho: la orden de aprehensión simplemente es negro, blanco exacto para un episodio armado.
Ese, es resultado, de un proceso lento de construcción institucional, de alternancia en los tres niveles de Gobierno y, por la cada vez más creciente incertidumbre en las competencias electorales, donde los resultados ya no están predeterminados como en los tiempos del PRI hegemónico y se impone la lucha con todos los medios al alcance de la política contemporánea.
México, sería otro, si no tuviéramos este tipo de ejercicio periodístico.
Muy, diferente, es el caso en los sistemas parlamentarios, donde el Presidente del Gobierno surge de una mayoría absoluta en la cámara de los diputados y diputadas o de una coalición de fuerzas afines ideológicamente, que pactan un programa de Gobierno para el tiempo que dura la legislatura, sea porque concluye en el tiempo previsto o, menos, porque ese pacto se rompe por cuestiones coyunturales o programáticas, y por ello resulta necesario, convocar a nuevas elecciones para evitar un Gobierno de minoría, que en esa condición de solitario, poco puede hacer para sacar adelante iniciativas de reforma sobre todo las correspondientes a los presupuestos generales del Estado.
A sabiendas que es una competencia del Presidente actuar en los casos cuando el país vive un problema de seguridad nacional, estos gobernadores le disputan ese derecho y exigen ser parte de la decisión, buscan intervenir en la definición de la estrategia de aplicación de la vacuna a todos los mexicanos.
El Presidente, efectivamente, necesita la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados para tener control del presupuesto y empujar su agenda social, sea a través de Morena o los partidos de la coalición de centro izquierda que se prefigura, alcanzar los 251 diputados federales requeridos.
Luego vendría el final pletórico entre luces de bengala, juegos pirotécnicos y las inevitables gotas generosas de alcohol embotellado y enlatado. Esas gotas, chorros, que llevan a miles al Paseo de Olas Altas para alcanzar el clímax y encontrarse con el estallido de más cohetes y bengalas.