Ernesto Hernández Norzagaray
Pero, es obvio, el Presidente y su partido, no confían en los responsables administrativos de las elecciones y en quienes resuelven las controversias jurídico-políticas.
No es una cosa menor, como algunos políticos lo han querido presentar, sino busca poner un hasta aquí a esa vieja costumbre presidencialista de que “si la Constitución no lo permite, cambiemos la Constitución, porque no es un producto divino”, al que no se le pueda tocar ni con el pétalo de una rosa.
El TEPJF, con la votación mayoritaria, y la soledad del voto de su presidente, obtuvo la legitimidad que estaba en entredicho y demostró que el Magistrado José Luis Vargas no tiene nada que hacer en el cargo y debe irse a su casa para arreglar los asuntos que tiene pendientes con la justicia por sus bienes patrimoniales.
Veamos. Como muchos millones de mexicanos vi con simpatía desde que apareció la proclama justiciera: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
Es decir, aún con todas las trampas que pudieron haber ocurrido en los gobiernos priistas y panistas el sistema electoral garantizaba la alternancia política y, claro, también este proceso da cuenta de la renovación constante del entramado institucional.
Los morenistas fundadores y leales al “proyecto” no ven bien algunas candidaturas porque se les desplaza y si lo ven, no lo aceptan y acusan de traición a Mario Delgado, nunca a las necesidades coyunturales de AMLO.
Muy a pesar de que se les podrían haber fincado responsabilidades a los consejeros electorales por no haber ejercido lo previsto en la ley durante los comicios de 2012, 2015 y 2018, pero nunca se les fincaran a los consejeros actuales por aplicar la ley.
La estratagema consiste en que el partido dominante postula candidatos por medio de sus aliados electorales y luego éstos con el triunfo electoral o de RP, habiendo se separan del partido postulante para sumarse a la bancada de su militancia de tal suerte que mediante este mecanismo fraudulento llegan a superar lo previsto en la Constitución y su ley reglamentaria y hasta podrían, en caso de persistir esta mala práctica, alcanzar la mayoría calificada en las dos cámaras legislativas del Congreso de la Unión y de esa forma, hacer las reformas constitucionales que se les antoje sin necesidad de negociar y acordar con las otras representaciones políticas.
Simplemente, recordemos que sólo para elegir los 500 diputados federales, se invertirán más de 19 mil millones de pesos en la organización de la elección y las prerrogativas de ley de los partidos políticos.
Ahora bien, si esto es escandaloso en un país que invierte mucho en elecciones teniendo grandes carencias y desigualdades sociales, es más, cuando revisamos indicadores de calidad, de rendimiento, en el ya largo proceso de democratización.
El "Partido del Crimen" está actuando y actuará durante todo el proceso electoral sin importar las siglas partidarias o coaliciones.
Y es que, en el momento en que se da a conocer la noticia de su detención, se reanuda una narrativa infinitiva que inició probablemente en los años de la guerra de Corea, cuando según Eduardo Valle, "El Búho", antiguo asesor de la PGR, se celebraría un tratado secreto entre los gobiernos de México y EU para el cultivo de amapola en el vasto territorio del llamado Triángulo Dorado que se necesitaba para producir la morfina que se necesitaba en el campo de batalla asiático.
Y es que ser portador del virus en tu cuerpo no te hace inmune y menos, si se trata de una mutación que sabrá dios qué elementos novedosos presenta que no se deja someter por la ciencia médica.
O sea, el mundo, en las últimas décadas, se alejó de esas amenazas latentes y permitió lo que el profesor Samuel H. Huntington llamó a principios de los años noventa la “tercera ola democratizadora”, es decir, sociedades que se alejaron no sólo de los males crónicos de la humanidad, sino de regímenes totalitarios o dictatoriales para establecer el modelo democrático y cada día, estar más cerca de a máxima de que entre “países democráticos no se hacen la guerra y se colaboran entre sí”, porque, en esa lógica se privilegiaba la negociación y el acuerdo político, para resolver, si las hubiera, controversias entre las naciones.
Esta premisa frecuentemente se olvida en la vorágine de una campaña electoral porque pareciera que lo importante es que una visión sustantiva es estar cerca del mayor número de personas -hoy limitado por las propias circunstancias de la pandemia - y, hacerse la foto, trasmitir meridiana y mediáticamente emociones y trasmitir la sensación de que se está construyendo un triunfo sin importar con quien se va de aliado.
El cardiólogo Diego Araiza Garaygordobil se pasó de estúpido por su tuit, por su imprudencia al no conectar el cerebro con la mano, por la falta de sinergia con un contagiado y por su ausencia de ética profesional cómo médico.