Antonio María Calera-Grobet
“Lo cierto fue que al día siguiente ahí estábamos listos para la acción de repartir. Lo hicimos hasta el agotamiento. Se los hubiéramos dado a Tolstoi si lo hubiéramos topado”.
Pensemos que no importa tanto Wall Street como un simple y sencillo dulce de tapioca, y lo que se quiere decir aquí es que a veces no se sabe si algo es valle o cresta, sinodal, perito, especialista o mero licenciado en ver todo esto que se dice “realidá concreta”, confundimos decir “semilla” con “lacrimosa”.
Haz una cosa a cada paso, no te precipites. / Vale más hacer algo y arrepentirse que no hacerlo. / No hagas nada que no harías conmigo.
¿Qué era y es eso? ¿Por qué vive en mi cerebro? El comedor, el platicador comelón, echa mano de todo lo que tenga a su alrededor para poder dar andamios a su conversación.
Un grupo de pensadores y escritores, ciudadanos al fin y al cabo, de distintas edades y oficios responden sobre la democracia.
Una entrevista inédita con el torero mexicano.
¿A qué hemos venido? Que no signifique aniquilar: a lo que nos dé la reverenda-se nos hinche la gana. A construir-nos la vida (más incluso signifique ello a tumbos o de tajo irla deconstruyendo), y que como esto de la vida es algo que apenas empecemos por entender se nos escapará, debemos pasarla, al menos, con tal verdad: no matarás.
Dormir en aquellos días de su juventud fue difícil para el joven Bartolomé. Si bien su padre permanecía con mayor frecuencia en el albergue, su pequeño colchón lo expulsaba constantemente del sueño, haciéndole clavar los ojos en las manchas de humedad del techo que formaban figuras insospechadas pero perfectamente reconocibles.
La maestra Carrington, con este rostro afilado, irradiaba luz. Estaba vestida con un atuendo blanco y largo y también con una casaca oscura en la parte de arriba. Platicamos luego sobre las palomas, el calor del concreto que emana el Centro, platicamos sobre sus calles en las noches, en las que las vecindades expulsan a sus moradores a declamar lo suyo.
“El privilegio de ser portadora (mi obra que no yo, por eso el femenino), de poder hablar del presente o el pasado, el futuro de una-nuestra historia, detenida en el momento de una ojeada, una vista, un “qué ver” que diga algo. Filosofía no. Algo. Y así, por lo tanto, la pintura que decidí como lenguaje, es para mí esa historia detenida, que me ha permitido hablar”.
Y bien, si hay verdad en nuestra lengua, habremos de irrigar lo suyo que es lo nuestro, lo de todos, y eso es este arte y esta cultura nueva, del verbo tolerar, escuchar, amar.
Que SANGRE serás si así, así de nuevo un hermoso alce inmaculado: la más magnífica de las bestias.
La siguiente entrevista con el matador Isaac Fonseca fue realizada en dos partes a través de una videollamada, yo en México y él en España. Sus puntos de vista acerca de la tauromaquia, del trabajo y de la propia vida son una luz que alumbra muchísimo y que me parece una lectura indispensable.
No sería este gusto por lo verde una buena manera de comenzar el año? Tal vez comiendo verde viajaríamos por el tiempo, al México histórico y, de paso, reconoceríamos en nuestra cultura sabia nuestro placer de comer vegetales. Lo verde como el bien, lo bueno: lo que se adecúa a inmediatamente a nuestra naturaleza.
Sabes que no eres el único que sufre, que no son competencias, pero tampoco sabes flotar, y acéptalo, nadie te va regalando su drama.
“Todo vendrá de ahí: del obusazo que son tus ojos, tu lealtad de nudillos, el mejor cine para contarnos lo que queramos. Por tu serena y torbellina manera de incidir”.