Alejandro Páez Varela
@paezvarelaAhora, como lo hice con Marcelo en un texto anterior (Escenarios, 1. Ebrard y la encuesta), haré la pregunta llana: ¿aceptará Sheinbaum, si la encuesta no le favorece, hacerse a un lado? Yo creo que sí. ¿Qué alimenta mi respuesta?
¿Puede Marcelo sin López Obrador? Puedo casi asegurar que la oposición le abriría las puertas a Ebrard pero, ¿ganará si se separa de AMLO?
Aunque la izquierda lleva delantera para 2024, falta mucho tiempo y todo puede pasar. El sexenio no ha terminado y el gabinete federal debe estar atento a corregir errores e implementar estrategias en donde se ha equivocado. Todo lo que se haga impactará, para bien o para mal, multiplicado por cien.
Alejandro Moreno es feliz mientras el PRI se hunde y hunde a la oposición. Un monstruo de Gila anda suelto pero no es uno: son al menos dos.
La sucesión de 1940 y la de 2024 se han hermanado. ¿Qué mensajes manda López Obrador a su movimiento y cuáles son las lecciones que deja la Historia?
Hay dolor y hay llanto. Córdova lo abraza para que no parta solo al terrible infierno de ganarse la vida como todos los demás.
¿Cómo puede López Obrador ser visto de manera tan distinta por un mismo pueblo? ¿Cómo puede dar esperanza en unos y provocar tanto odio en otros?
Nadie en la izquierda debería menospreciar la toma del Zócalo de la Ciudad de México. Mucho menos quedarse pasmado. Todo lo contrario: debería servir como un aliciente para mejorar los gobiernos, corregir lo que está mal e ir a fondo donde se ha sido superficial. Esa sería una reacción inteligente. La movilización de la derecha es incluso una buena justificación para apretar el acelerador.
La vida misma es, muchas veces, un equilibrio entre nosotros y los muchos elefantes. El verdadero problema viene cuando un elefante se nos crece y no nos deja respirar. Es un cáncer que hace metástasis.
Independientemente de que el exsecretario de Seguridad sea declarado culpable (o no), los mexicanos debemos pensar qué sigue: el juicio de Brooklyn no hará pagar a todos los que llevaron a este país a una guerra, empezando por Felipe Calderón.
Una idea ganadora para los partidos de oposición: aceptar que deben cambiar, y emprender la hazaña. Una idea ganadora que dejarán en el olvido, por supuesto, porque para que eso suceda se requeriría la renuncia de Marko Cortés, Alejandro Moreno, Jesús Zambrano y Dante Delgado, caciques de sus propias parcelas.
Arturo Beltrán Leyva «cacheteó» a Genaro García Luna, el poderoso exsecretario de Seguridad Pública del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, con quien mantenía acuerdos para la libre operación de su célula que pertenecía al Cártel de Sinaloa, afirmó el periodista Ricardo Ravelo quien citó a fuentes.
Apenas se ausente López Obrador, los lópezobradoristas simulados reclamarán su porción del movimiento argumentando que son “tan fundadores como AMLO”. Desde ahora difunden que sin ellos, el líder social no sería nadie y no habría ganado la Presidencia en 2018. Pues apenas se vaya, preveo, provocarán una fractura.
Imagínense el nivel de porquería, que a él, al Presidente, le paran obras y le echan a perder arrestos importantes para su estrategia de seguridad.
Véanlo en “Alito”, asustado por los accidentes del Metro cuando aquí, a un lado, el Estado de México lleva casi cien años en poder de su partido, el PRI, y no tiene un solo accidente de Metro porque simplemente no tiene un solo kilómetro de Metro construido.
López Obrador aglutinó experiencias del pasado y facilitó el nacimiento de una fuerza social que no se había visto en décadas. Pero un día se irá porque esa es la ley de la vida. Entonces, para sobrevivir, el lopezobradorismo –paradójicamente– debe aprender a vivir sin López Obrador.