Alejandro Páez Varela
@paezvarela¿A alguien le importa que Castañeda diga que él no sugiere que su candidata Xóchitl Gálvez lance baldes de aguas negras, aunque al mismo tiempo sugiere que lo haga, de preferencia a partir de ya?
Xóchitl fue literal: se extrajo sangre de un dedo, la mostró al público mientras escurría y luego la estampó en un documento que, quizás, no sé porque no soy notario público, quedó invalidado en el acto. En la cultura mafiosa italiana, plagada de traiciones, los capi o jefes de las organizaciones criminales suelen firmar acuerdos con sangre. Apelan a valores “superiores” como Dios o todos los santos porque sus propios valores no sirven de un carajo. El mensaje de Xóchitl fue que su palabra no basta, pero tomó el riesgo porque la campaña se basa en la sangre. Sangre-sangre-sangre. Sangre, y miedo.
La DEA de nuestros tiempos es la CIA o el FBI en otros momentos. Y The New York Times y ProPublica aceptan ser el engrudo que une a todas las fuerzas que atentan contra un poder democráticamente electo. The New York Times y ProPublica asumen gustosos el papel vergonzoso que antes asumieron Henry Kissinger, John Dimitri Negroponte y otros.
Este domingo, según entendí, marcharon contra “López” y contra Claudia Sheinbaum. Y contra la curiosa dictadura que permite que todos marchen. Y contra “la destrucción de las instituciones”, según leí. Y contra el comunismo, de acuerdo con lo que escuché. Y contra las reformas a la Constitución que buscan quitarle su casa a los ciudadanos, como dicen los mensajes que circulan en WhatsApp. Y contra el tirano que ayer se atrevió a quitarle la Bandera al asta del Zócalo, según leí, para que no pudieran tomarse fotos con ella los que marcharon. Y contra el dictador que el sábado ordenó que sonara la alerta sísmica para desalentar la movilización del domingo. Y contra el fraude electoral que, según vi, se prepara “desde el poder”. Qué bueno que marcharon y lo aplaudo, sobre todo para los que nunca habían sentido el poder de hacerlo. ¿Pero lo les gustaría marchar por causas de verdad?
El desmoronamiento del PRIAN, consecuencia de la mediocridad de sus líderes, la ausencia de un proyecto renovado de Nación y su incapacidad para superar sus propias enfermedades (la corrupción interna, su distanciamiento con las causas ciudadanas y su rendición a los poderes de facto) hizo ver a MC como una posible opción para los que no simpatizan con Morena. El mapa político se redujo a dos polos mientras el prianismo se abrazaba al descrédito de los caciques intelectuales, empresariales y mediáticos. Y así, el partido de Dante se erguía ante su más grande oportunidad. ¿Qué hizo? Como el PRIAN con Xóchitl Gálvez, optó por un producto milagro: la frivolidad y los likes: Samuel García. Y luego, cuando Samuel se cayó, redobló la apuesta: la frivolidad y la insolvencia: Álvarez Máynez. Pero no es sólo Álvarez Máynez, como digo. Es la capitulación; la renuncia inexplicable al horizonte que se le abría.
“También supe que intentaron convencer a Carlos Slim para participar como candidato único del PRIAN, ofreciéndole la declinación de Meade y Anaya; la veracidad de esta propuesta me la confirmó el propio Slim, quien no aceptó el desafío argumentando que él tenía otro oficio. Era y sigue siendo un hombre de negocios y, por cierto, nada tonto. Por esos días, sin embargo, Slim trastabilló...”, cuenta el Presidente Andrés Manuel López Obrador en su nuevo libro.
Vi el viernes a Xóchitl Gálvez salir por una puerta trasera de un evento en Nueva York. Vi su burla, el señuelo para evadir a los que protestaban en la calle. Me regresó años atrás. Volví a Felipe Calderón. La vi acusar a los migrantes de odiadores y luego hacer como que no pasa nada. Todo bien: ella en bicicleta. “Obviamente hubo a quien no le gustó que yo estuviera aquí; protestaron llenos de odio, de coraje, de rencor”, dijo. Escuché a Calderón. “Esta división no abona a nadie”, agregó. Y vi que era Calderón el que hablaba.
En 2017, millones de mexicanos tuvimos asco por el fraude contra la maestra Delfina Gómez que encabezó el entonces Gobernador Eruviel Ávila. El Partido Verde fue en alianza ese año con Alfredo del Mazo y sus votos fueron definitivos para que el PRI conservara esa gubernatura y retrasara la transición democrática seis años más. Ahora Eruviel es parte de la izquierda y quien lo metió fue el Partido Verde. ¿Nadie entendió nada? ¿Y el vómito que nos generó el fraude de 2017? ¿Nos lo tragamos?
Si alguien me pregunta cuál es el siguiente paso en la campaña de la oposición, se los digo: ligar al Presidente, a Morena y a Claudia con el narco. Usará todo tipo de informes, tengan o no rigor. Habrá documentales, conferencias de “académicos” mostrando sus datos. Querrán manchar a López Obrador y causarle daño a su probable sucesora. Usarán granjas de bots, columnas, noticias principales, reportajes, entrevistas, podcasts y si encuentran, hasta zepelines. Y luego aparecerán en masa los arrepentidos, individuos que se graban diciendo: “Yo voté por él y me arrepiento”.
Muy pero muy pronto, Claudia Sheinbaum dejará de ser la cabeza de Morena para convertirse en la cabeza de una Nación, según todas las encuestas. Entonces le urge sentar las bases de su movimiento, con fronteras éticas y morales, para que ni una Marina del Pilar ni nadie se atreva a contaminar los espacios. Todo lo que pueda hacer ahora le ayudará en el futuro inmediato a no distraerse con lo que sucede en el movimiento, que es su base social y le ayudará, como le ayudó a AMLO, a mantener apoyo que se traduce en gobernabilidad.
Por eso un cabeza hueca de 36 años, Samuel García, les significó un peligro; por eso babean por un Luis Donaldo Colosio Riojas, quien no tiene experiencia en nada y cuya única gracia es su nombre y apellido.
Y en medio del texto del desplegado, en el clímax de palabras hermosamente unidas hasta la humedad, como no queriendo, una convocatoria. Y zas, que los intelectuales se convierten en los padres del PRIAN. Y zas, que los intelectuales son los padrinos de Xóchitl Gálvez. Y zas, que se convierten en una cuarta cola del papalote que da piruetas en el aire.
En los últimos cinco años fueron exhibidos muchos de los agrupados en la derecha que se hacen llamar “de centro”, ese hermoso y cómodo limbo que durante décadas agrupó a Claudio X. González y a Lorenzo Córdova; a Dante Delgado o a María Amparo Casar; a Javier Lozano o a Mario di Costanzo entre otros. Pero debo advertir que esos son apenas peones, como lo es la misma Xóchitl Gálvez, a quien imagino como el último papalote en las manos caprichosas de quienes gobiernan el país tras bambalinas. Sí, que gobiernan el país. Porque, aunque ahora mismo vemos a Xóchitl y al PRIAN desmoronarse en el aire, ellos son apenas la parte visible. Muchos núcleos de la derecha están sin tocar.
Dos candidatos varones tuvo la izquierda desde 1988 hasta 2018 (tres décadas) y la tercera candidata es mujer, ella, que no se hizo en el PRI (como Cuauhtémoc Cárdenas) y no pasó por el PRI (como Andrés Manuel López Obrador) y que realmente no hizo una vida partidaria en el PRD. Viene, más bien, de la lucha social, de la academia, de la movilización y la resistencia. Su formación no la desapega necesariamente de la lucha partidista pero sí la coloca dentro de la llamada izquierda social. Y eso le mete más presión que a los otros dos.
Llevaron a miles a marchar para “defender al INE” de la dictadura y dieron discursos como los dan los grandes demócratas. Y todo para esconder lo que realmente son. Porque son lo que son, y no son agradables. Vean la portada de Beatriz Pagés, donde pone a Claudia Sheinbaum con una corona de símbolos nazis. Vean su respuesta, después del reclamo. Ella, la ciudadana ejemplar, que gritaba contra la dictadura en el Zócalo; que nos daba clases de moral y de ética desde esa tribuna del “todos somos el INE” o “todos defendemos el salario de Lorenzo Córdova”. Ella, ejemplo de la derecha democrática. Ajá. Quien no la conozca que se lo compre. Se llaman derecha. Son fascistas.
Me pregunto: ¿De qué ríe Xóchitl? Quizás antes reía de que había burlado a todos haciéndose pasar por inteligente cuando era, más bien, ocurrente; alguien que tiene algo que decir de un tema, inmediatamente. Pero esa persona puede no ser inteligente, argumenta Borges. “La inteligencia puede ser lenta”, dijo.