Alejandro Páez Varela
@paezvarela“También supe que intentaron convencer a Carlos Slim para participar como candidato único del PRIAN, ofreciéndole la declinación de Meade y Anaya; la veracidad de esta propuesta me la confirmó el propio Slim, quien no aceptó el desafío argumentando que él tenía otro oficio. Era y sigue siendo un hombre de negocios y, por cierto, nada tonto. Por esos días, sin embargo, Slim trastabilló…”, cuenta el Presidente Andrés Manuel López Obrador en su nuevo libro.
Vi el viernes a Xóchitl Gálvez salir por una puerta trasera de un evento en Nueva York. Vi su burla, el señuelo para evadir a los que protestaban en la calle. Me regresó años atrás. Volví a Felipe Calderón. La vi acusar a los migrantes de odiadores y luego hacer como que no pasa nada. Todo bien: ella en bicicleta. “Obviamente hubo a quien no le gustó que yo estuviera aquí; protestaron llenos de odio, de coraje, de rencor”, dijo. Escuché a Calderón. “Esta división no abona a nadie”, agregó. Y vi que era Calderón el que hablaba.
En 2017, millones de mexicanos tuvimos asco por el fraude contra la maestra Delfina Gómez que encabezó el entonces Gobernador Eruviel Ávila. El Partido Verde fue en alianza ese año con Alfredo del Mazo y sus votos fueron definitivos para que el PRI conservara esa gubernatura y retrasara la transición democrática seis años más. Ahora Eruviel es parte de la izquierda y quien lo metió fue el Partido Verde. ¿Nadie entendió nada? ¿Y el vómito que nos generó el fraude de 2017? ¿Nos lo tragamos?
Si alguien me pregunta cuál es el siguiente paso en la campaña de la oposición, se los digo: ligar al Presidente, a Morena y a Claudia con el narco. Usará todo tipo de informes, tengan o no rigor. Habrá documentales, conferencias de “académicos” mostrando sus datos. Querrán manchar a López Obrador y causarle daño a su probable sucesora. Usarán granjas de bots, columnas, noticias principales, reportajes, entrevistas, podcasts y si encuentran, hasta zepelines. Y luego aparecerán en masa los arrepentidos, individuos que se graban diciendo: “Yo voté por él y me arrepiento”.
Muy pero muy pronto, Claudia Sheinbaum dejará de ser la cabeza de Morena para convertirse en la cabeza de una Nación, según todas las encuestas. Entonces le urge sentar las bases de su movimiento, con fronteras éticas y morales, para que ni una Marina del Pilar ni nadie se atreva a contaminar los espacios. Todo lo que pueda hacer ahora le ayudará en el futuro inmediato a no distraerse con lo que sucede en el movimiento, que es su base social y le ayudará, como le ayudó a AMLO, a mantener apoyo que se traduce en gobernabilidad.
Por eso un cabeza hueca de 36 años, Samuel García, les significó un peligro; por eso babean por un Luis Donaldo Colosio Riojas, quien no tiene experiencia en nada y cuya única gracia es su nombre y apellido.
Y en medio del texto del desplegado, en el clímax de palabras hermosamente unidas hasta la humedad, como no queriendo, una convocatoria. Y zas, que los intelectuales se convierten en los padres del PRIAN. Y zas, que los intelectuales son los padrinos de Xóchitl Gálvez. Y zas, que se convierten en una cuarta cola del papalote que da piruetas en el aire.
En los últimos cinco años fueron exhibidos muchos de los agrupados en la derecha que se hacen llamar “de centro”, ese hermoso y cómodo limbo que durante décadas agrupó a Claudio X. González y a Lorenzo Córdova; a Dante Delgado o a María Amparo Casar; a Javier Lozano o a Mario di Costanzo entre otros. Pero debo advertir que esos son apenas peones, como lo es la misma Xóchitl Gálvez, a quien imagino como el último papalote en las manos caprichosas de quienes gobiernan el país tras bambalinas. Sí, que gobiernan el país. Porque, aunque ahora mismo vemos a Xóchitl y al PRIAN desmoronarse en el aire, ellos son apenas la parte visible. Muchos núcleos de la derecha están sin tocar.
Dos candidatos varones tuvo la izquierda desde 1988 hasta 2018 (tres décadas) y la tercera candidata es mujer, ella, que no se hizo en el PRI (como Cuauhtémoc Cárdenas) y no pasó por el PRI (como Andrés Manuel López Obrador) y que realmente no hizo una vida partidaria en el PRD. Viene, más bien, de la lucha social, de la academia, de la movilización y la resistencia. Su formación no la desapega necesariamente de la lucha partidista pero sí la coloca dentro de la llamada izquierda social. Y eso le mete más presión que a los otros dos.
Llevaron a miles a marchar para “defender al INE” de la dictadura y dieron discursos como los dan los grandes demócratas. Y todo para esconder lo que realmente son. Porque son lo que son, y no son agradables. Vean la portada de Beatriz Pagés, donde pone a Claudia Sheinbaum con una corona de símbolos nazis. Vean su respuesta, después del reclamo. Ella, la ciudadana ejemplar, que gritaba contra la dictadura en el Zócalo; que nos daba clases de moral y de ética desde esa tribuna del “todos somos el INE” o “todos defendemos el salario de Lorenzo Córdova”. Ella, ejemplo de la derecha democrática. Ajá. Quien no la conozca que se lo compre. Se llaman derecha. Son fascistas.
Me pregunto: ¿De qué ríe Xóchitl? Quizás antes reía de que había burlado a todos haciéndose pasar por inteligente cuando era, más bien, ocurrente; alguien que tiene algo que decir de un tema, inmediatamente. Pero esa persona puede no ser inteligente, argumenta Borges. “La inteligencia puede ser lenta”, dijo.
Entiendo que Sheinbaum trae dos equipos trabajando: uno para la elección, es decir, el de corto plazo; y otro para una vez que sea Gobierno, de mediano plazo, que trabaja en un Plan Nacional de Desarrollo o proyecto de Nación para seis años e incluso más. Yo creo que necesitará un tercer equipo que es tan importante como los otros dos.
¿Y los jóvenes?, preguntaba aquél. Y yo pensaba: los jóvenes están en el viejo que no llegó vivo a 2018; son la pareja que se paga un viaje a Dos Bocas. Pero también son los que se abrazan de un Javier Milei y lo llevan a la Presidencia. O de un Felipe Calderón.
¿Ahora? La verdad no sé. No es que a la izquierda le sobren las fichas, pero hay fichas que hasta regaladas le sobran a la izquierda. La política da sorpresas.
Y si bien el rico sí es pobre porque quiere –y Salinas Pliego y Vicente Fox son ejemplo de cómo el dinero no educa–, el problema con Salinas Pliego viene de usar su malentendido conveniente para invitar a otros a no cumplir con sus obligaciones con la República. Ejemplos simples: las calles que usa el empresario para ir a su casa no vienen de la nada: se financian con gasto público; y las concesiones que disfruta son un bien común, no particular. Pero cuando dice que no debería pagar impuestos lo que realmente afirma es que todos los demás tendríamos que financiarlo a él por una especie de privilegio heredado (como su fortuna). Eso no está bien. Ese tipo que predica que los ricos son principitos de sangre azul, ¿puede ser realmente “amigo” del primer Presidente de izquierda desde Lázaro Cárdenas?
En todo caso, “Otis” es el inicio de algo: una era de huracanes impredecibles y poderosos que, contra toda lógica, se fortalecen cuando están frente a las costas en vez de perder energía. Las aguas calientes son combustible de huracán y los mares no se están enfriando. Se están calentando más y más. Estemos preparados.