Alejandro Páez Varela
@paezvarelaNo pasará nada que no hayamos visto: nos podrán la pata en el pescuezo como lo han hecho en el pasado. Nos convencerán para que pongamos en venta los árboles de aguacates; nos convencerán para que les vendamos el zócalo de la Ciudad de México porque “está mal administrado”. Y allí, en el corazón de nuestro “orgullo nacional”, pondrán un basurero. O un estacionamiento.
La verdad es que Carlos Salinas de Gortari se quedaría flojo. No sería más que un pobre diablo frente a Calderón, si Calderón logra concretar lo que, se dice por todas partes, se propone. Salinas duró una década y poco más en el exilio; no pudo hacer más. Sí, movía fichas; pero, aunque quisiera con toda su alma, no logró extender su mandato, como quiere Felipe Calderón.
Con Trump o sin Trump, México camina, hoy mismo, por una cuerda delgada. El PRI la volvió a hacer, y nadie parece enterarse o interesarse por nada.
“Mías son las llanuras que pisaron mis ancestros. Míos son los chamizos y las nogaleras, los algodonales y los pinares; míos son los atardeceres rojos y morados y violeta y amarillos. Mía es esta tierra, blanda o dura, y yo soy de ella”, dice el escritor y periodista Alejandro Páez Varela en este ensayo que recuerda “los años del hambre”, las deportaciones masivas de la década de 1930.
¿Pues a quién le pagan para que haga esos boletines? ¿A sus sobrinos de 19 años?
Y si agregamos que mucha de la deuda pública que acumularon estas finas personas pasó por la omisión de la Hacienda de Luis Videgaray, y que el refinanciador profesional del sexenio fue y sigue siendo Pedro Aspe, y que mucha prensa guardó silencio de estos personajes durante todo este tiempo –aunque ahora, con los ojos llenos de lágrimas, se preguntan: “¿cómo pasó esto?”–, entonces pareciera que hubo un llamado a robar, a robar, que el mundo se va a acabar. Todos, todos a robar.
¿Osorio 2018? No creo. Están las sorpresas, por supuesto. La gran oportunidad que tiene Osorio es que Eruviel pierda Edomex en 2017.
Pinches periodistas (esos periodistas). Por eso el país está como está.
Pues sí, la corrupción es cultural cuando desayunas, comes y cenas con los autores del Gran Libro de la Corrupción Mexicana, que no se ha editado ni ha salido a la venta porque se sigue escribiendo, a diario.
Atrapado en las ruinas, en el escombro de un sistema no termina de desplomarse, los ciudadanos de Edomex y Coahuila hacen poco por zafarse. Como quien queda dentro de un edificio que se viene abajo en un temblor. Si todos los demás les enseñamos el camino (porque hemos hecho camino) para desembarazarse del partido de las ruinas, entonces acelerarán su salida.
Esta Presidencia se acabó prematuramente debilitada. Y en gran parte es culpa de él, del Jefe del Ejecutivo; pero otra parte de la culta la tienen todos los que lo rodean; los que le ayudaron a construir, con promesas, un camino fácil hacia el poder; los que, a la hora de la hora, han pensado más en ellos que en él o, por supuesto, en los intereses de la Nación.
¿Hasta dónde habría llegado el desprestigio de esta administración federal si una gran parte de la prensa no hubiera jugado a favor del Presidente? Puesta de otra manera, la misma pregunta: ¿En dónde estarían los niveles de aprobación de Enrique Peña Nieto si los grandes periódicos impresos y las televisoras hubieran al menos publicado algo de temas como la “casa blanca”, Tanhuato, Apatzingán, Tlatlaya e Iguala?
Recordaremos “el error de agosto” por mucho tiempo. “El error de agosto”, que tiene nombre y apellido: Luis Videgaray. Ese hombre le ha hecho más daño a México que el propio Peña Nieto –y vaya que eso es decir mucho–: le dirigió su campaña, le construyó las reformas, lo acompañó en el escándalo de corrupción de Grupo Higa (tiene su propia “casa Malinalco”), condujo la economía a este atolladero y ahora ridiculizó a México con el episodio Trump y acabó por destruir lo poco que quedaba de dignidad. De él fue la idea de traerlo. “El deporte nacional es pegarle a Peña Nieto”, escribió alguien en la semana. Cierto. Y los mejores deportistas despachan con él, con el Presidente.
No son “malas noticias”, estúpidos: es la realidad. Hagan su trabajo. Chequen sus propios números. No le cuenten mentiras al Presidente: no son los medios los que inflan malas noticias; hay malas noticias porque la gestión de este gobierno ha sido un fiasco.
En ese sentido, es posible entender la molestia de la prima; en su lógica, tiene toda la razón de mundo en su reclamo: si Castillo o Peña o todos los demás cumplen con el manual; si hacen lo que se esperaba de ellos (humillar, doblar, someter, comprar, dividir y no cumplir sus promesas), ¿por qué se les ofende? ¿Por qué se les agravia?
No podemos hablar de una normalización democrática en México hasta que Edomex no camine hacia un reverdecer del ciudadano. Urge un cambio ahora mismo, urge meter luz a esa cocina cochambrosa para que salgan las ratas y las cucarachas, y entonces sí, a limpiar. Limpieza profunda. Limpieza de verdad, no complicidad, no lo que hicieron Felipe Calderón y Fox durante 12 años: convivir con las alimañas, darles pancito y quesito para tenerlas de su lado.