Alejandro Páez Varela
@paezvarelaSólo es adecuado cerrar la boca frente a la tragedia cuando eres parte de la tragedia: esa élite se fundió a un gobierno, el de Peña, que actuó como si las mayorías estuvieran bajo una carpa, en el zócalo, y sólo se necesitara una lluvia o el sol para echarlos a la sus casas. Un gobierno que vio este país como si fuera el Estado de México, con su prensa a modo, empresarios a modo, organizaciones civiles a modo e incluso partidos políticos corruptos y a modo.
–No me hagan esto –reclamó después Andrés Manuel al líder de la comunidad–. Me hacen quedar mal con la gente.
Si es cierto lo que me dicen, veo a AMLO corrigiendo los errores de los dos primeros intentos. Sobre todo con los empresarios. También creo que, de cara al 2 de julio, la idea es aislar al grupo de empresarios radicales con los que no habrá entendimiento de ningún tipo. Lo que quieren dejar claro es que es algo personal, de ellos, contra López Obrador. Exponerlos: extenderles la mano para que la dejen tendida.
Pobre niño rico, gastando capital político en su coordinador de campaña, cuando debería ser al revés; pobre Meade, tratando de hacer algo que no lograron los mil 963 millones de pesos que Nuño le quitó de la mesa a los mexicanos para en defender a punta de billetazos una reforma que, si las cosas siguen como van, será demolida en una plaza pública el 2 de julio.
Una élite empresarial que quiere mantener el “privilegio de mandar”; un cártel inmobiliario en la Ciudad de México que ha tomado asumido muchas de las decisiones. Los controles en seguridad, sueltos; la violencia, en aumento. Las mujeres como eje de un gobierno, y la igualdad impulsada desde la misma administración: que la paridad de género se aplique no sólo en el gabinete sino en todos los puestos. Agua, seguridad, movilidad, igualdad.
La agenda de Claudia Sheinbaum para la capital mexicana es ambiciosa y, sí, pretende innovar.
Hasta que un día, el mono capuchino se escapa. Brinca el nombre de su posible dueño, y de ése nombre se desprende otro.
La vocación del PRI hacer daño. Viene implícito en la naturaleza del priista. Como con la #LeyChayote: aunque no tenga sentido ya, infringir daño.
¿Por qué tantos votos para AMLO? Buena pregunta. Son muchas razones y cada vez que pasa el tiempo y el morenista sigue creciendo, se agregan otras a la canasta. Una razón de peso es el hartazgo al PRI y a su Presidente, Enrique Peña Nieto. Otra es que el país parece desmoronarse: tanta corrupción, tanta violencia, tanta desigualdad; y esos tres factores pegan a la mayoría de los votantes. También creo que el elector ve a PAN y PRI como uno mismo: Vicente Fox o Felipe Calderón, sentados con Carlos Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo y demás; no resultaron una diferencia; entonces, PAN y PRI, en esta elección, suman el rechazo del elector a tantas grandes tragedias juntas en tan poco tiempo.
Fanfarronear, le llaman. La RAE lo define como “Hablar con arrogancia echando fanfarronadas”. La arrogancia es la cualidad del arrogante. Y el arrogante, dice la RAE, es: “1. adj. Altanero, soberbio”.
Andrés Manuel López Obrador podría ponerse muy lejos de ellos. Si está pensando en la Nación, se rodeará de gente responsable y, si me apuran, pondría sobre rieles un tren lleno de semillas por sembrar para que la siguiente generación las riegue y la siguiente empiece a cosechar y que coma la que le sigue.
De eso se trata esta elección, como decía. Un paso en falso y podemos irnos más a fondo. Creo que todos presentimos que es posible irnos más a fondo. Que el país está necesitado de un cambio profundo: detener de una vez por todas a tanto sátrapa y ladrón sin madre que tiene cargos en el Gobierno y se atreve a comer en lugares públicos, como Carlos Romero Deschamps.
Cualquier estrategia para mantener en sus niveles o hacer crecer a AMLO está hermanada con la de cómo desinflarlo. En mi texto anterior hablaba sobre tres grandes retos: los debates, la gran-bomba-que-le-va-a-estallar-en-cualquier-momento y el efecto chachalaca. Cuando digo que López Obrador no debe calentarse, toca cables con el efecto chachalaca, por ejemplo. Y así.
Como ven, de tres estrategias posibles para desinflar a AMLO, dos están en manos del mismo dirigente de izquierda. Y una tercera, la bomba nuclear, tendría que ser realmente nuclear, Jacobo, para que funcione. No la descarto pero la veo remota.
El Presidente tendrá muchas tentaciones en los siguientes meses. Algunos mencionan, porque así es la experiencia mexicana de muchas décadas, la posibilidad de un “Año de Hidalgo”, un último jalón a la caja fuerte. Pero yo creo que la última gran tentación de Peña será electoral. Y debemos estar preocupados.
López Obrador lleva una década tratando de revertir todo el daño que le hicieron los panistas por decir que esas instituciones, cuando caen en manos de perversos, se vuelven una mierda. Lo fueron en manos de Felipe Calderón y de Vicente Fox; lo son con Peña Nieto. Ahora dicen que AMLO será un mezquino si no sale en defensa de Anaya, y aunque creo que es indignante el uso de instituciones; aunque creo que todos debemos estar indignados como lo estuvimos con el desafuero, NO es papel de López Obrador andar defendiendo a nadie hoy, como candidato.
La Bandera de cabeza del sábado pasado, fuera de todas las burlas que generó y de la cantidad de memes que inspiró en redes sociales, no deja de ser un triste recordatorio de que cada seis años somos víctimas de un sistema que permite a individuos como Peña lanzar promesas, cosechar votos y luego, simplemente, defraudar. Es el triste recordatorio de un país de cabeza que no puede, y no puede, y no puede enderezarse.