Alejandro Páez Varela
@paezvarelaHay muchas cosas de las que no se entera o se entera a medias. Aún cuando esa información está allí, entre los asistentes de su especie-de-Estado-Mayor.
El fenómeno Andrés Manuel López Obrador fue espectacular durante la campaña; espectacular a nivel global, de ese tamaño. Por eso será tan importante la respuesta que se tenga preparada para comunicar en redes. Diría que será un antes y después, porque estamos en terreno de lo inédito. No es cosa fácil: tomas a un líder en la cresta y lo conservas allí, o lo desgastas. Lo que se haga será muy, pero muy notorio. (Guarden este texto, como se dice en redes). Se necesita sumar, sumar, sumar de manera orgánica.
El anuncio del plan para recuperar a Pemex de manos de las alimañas que han estado saqueándola.
El falso dilema plantea blanco o negro como únicas alternativas. No hay un blanco y negro. El falso dilema ve “enemigos de la Nación” y “fanáticos, miembros de una secta” o, más a modo, “fifís” y “chairos”. Ciertamente hay de unos y de otros, pero no necesariamente son la mayoría, y hagan una revisión de los votos del 1 de julio (que no haré aquí porque todos los días alguien lo hace). El núcleo duro de opositores de López Obrador y los seguidores a espada y sangre existen; están cada cual en su extremo. Pero no necesariamente, insisto, son una mayoría.
La oposición podría ser sabia. Lo dudo, pero podría. No es una duda per se: es porque se trata de una masa sin forma y, lo peor, sin horma.
Un hombre inteligente habría buscado una oportunidad para decirle a los mexicanos que se había tardado seis años, pero que había leído La Silla del Águila. Peña no lo hizo. Seis años después de la humillación en la Feria del Libro, lo que Peña hizo fue atender el guión equivocado, el que le escribió Luis Videgaray: se fue con otra águila, el Águila Azteca. Le entregó tan alta distinción, a pesar de las protestas, a Jared Kushner, al yerno de Donald Trump, el hombre que ha ofendido al pueblo de México.
Reabrir los expedientes de Arturo Montiel o de Emilio Lozoya; abrir nuevos, para los casos de Gerardo Ruiz Esparza, Eruviel Ávila o Manlio Fabio Beltrones, siento, no provocaría más turbulencia en el mercado financiero que la que generó –es un ejemplo– el anuncio de que serían revisadas las comisiones de los bancos.
La decisión provoca confusión por al menos dos razones: una, que él mismo consideró a estas empresas de medios parte de la “mafia del poder”; y, dos, que Andrés Manuel sabe que esos medios no fueron suficientes, a pesar de todo el dinero que recibieron, para mantener la popularidad de Enrique Peña Nieto.
Se recomienda que nadie se levante durante ese periodo que puede traer turbulencias. Y se recomienda a los mecánicos muchísima prudencia. Lo vimos la semana pasada, cuando Ricardo Monreal se sacó un desarmador y brincó a una de las alas a arreglar un desperfecto que sí, se justifica (las altas comisiones de los bancos son un abuso), pero para todo hay un momento. Y el momento, parece, esta en cambiar el panel de control y tomar el mando. O eso es lo que, creo, piensa López Obrador.
Pero si Proceso es ahora un “medio chayotero” porque critica a AMLO, ¿entonces los no-chayoteros serán los que, por oficio, se pongan a los pies del nuevo Jefe del Estado mexicano, como lo hicieron con Fox, con Calderón y con Peña? ¿Ese es el tipo de medios que aplaudirán? Si es así, pues vamos de reversa. Qué sigue, ¿castigar a la revista con la publicidad oficial, como lo hicieron casi todos los presidentes desde Luis Echeverría hasta Enrique Peña Nieto?
La cancelación del Aeropuerto debe ser explicada por Peña, porque fue él quien no entendió que México NO quiere ser Toluca, donde cualquier voz disidente ha sido aplastada durante décadas y donde la gente no decide su destino. Fue Peña quien canceló primero la opción de que los ciudadanos decidieran. Él debe explicarle a los inversionistas que hizo un proyecto sobre lodo, y que ignoró qué quería la gente. Peña debe explicarle a los empresarios que su proyecto de Nuevo Aeropuerto siempre fue un fraude porque JAMÁS escuchó a los que debía escuchar primero: los mexicanos.
Hay otra prensa que fue crítica con Peña y será crítica con AMLO, y no es personal: la prensa crítica robustece nuestra democracia y a él puede ayudarlo a gobernar mejor.
Una carrera fugaz. Siempre ascendente, gracias a los votos de Ecatepec. Y quiso más: entre 2016 y 2017 aspiró, también, a ser candidato a la Presidencia de México por el PRI. No lo dejaron llegar a la precandidatura. Lo detuvieron. O se lo sacudieron. Ahora despacha cómodamente en el Senado de la República, donde es presidente de la Comisión de Marina.
La única experiencia que conocemos sobre la reacción de un gobierno de México frente la adversidad en las redes sociales, es la que tuvo Enrique Peña Nieto. Felipe Calderón tuvo redes adversas, pero no alcanzó a sentir todo su poderío. Lo que el equipo de Comunicación Social de Peña hizo fue básicamente soltar cañonazos de billetes a un puñado de medios, supongo que para contrarrestar la caída dramática en la aceptación pública.
Nací en un año que no recuerdo y del que he ido construyendo, de manera arbitraria, mi propia versión, que no incluye las Olimpiadas. Pero sí me enteré de un sistema podrido que se desmoronó a partir del año en que nací, para dar paso a otro con el mismo tufo a mierda. Y supe, ahora sí de primera línea, que mi generación ha tratado de recomponer los pasos de este nuevo-viejo sistema podrido, pero, hasta ahora, sigue batallando. Seguimos batallando. La piedra de Sísifo parece no avanzar mucho del 68 a la fecha.