Alberto Ruy-Sánchez
Como listones largos flotando en el aire que se enredan y giran sin cesar.
Los amantes se descubren agua, descubren sus sentidos removidos como viento.
Algunas veces la noche secuestra a los amantes, los separa o los amenaza. Una aventura de retos invisibles aparece.
Cada instante y cada gesto, cada sonrisa tuya en mis ojos, tus palabras y su música, tus pasos desenvueltos transformándose.
Hay animales que son de orígenes extraños, como esos perros que son casi lobos y traen consigo paisajes de nieves milenarias. Quererlos es siempre una aventura lejana.
El destino de los enamorados se escribe en los cuerpos, se borra, se vuelve a escribir, tal vez, si se tiene suerte.
Todo llevaba doble intención en aquel cuento llamado Historia de las religiones, y lo que parecía ser edificado para un dios lo era para otros.
Dicen que el misterio de un gato cabe en su nombre. Sobre todo hay que oír con qué rima, sin abusar, por favor de esa clave.
La textura de la calle cubierta de jacarandas se transforma, crece, se hace más profunda, alegra de otra manera.
Al caer las jacarandas traen su destino fijado. Las líneas sobre su piel pueden ser leídas como las líneas de una mano.
La floración de las jacarandas es, entre otras cosas una ilusión óptica donde surgen fantasmas de todo tipo, incluyendo los del deseo.
Este brote primaveral que llena la ciudad de jacarandas como una conquista del ánimo.
Ahí donde la gente se permite mirar al cielo, las jacarandas en la ciudad se apoderan también de los semáforos, del horizonte y hasta de la memoria.
Los cuerpo son vibraciones, aire lento y detenido, acelerado de pronto, callado y quieto un instante. Los cuerpos son vibraciones de las sonrisas que incuban.
Los templos del Kama Sutra de piedra construidos en Kayurajo siguen un plan geométrico que se basa en los cuerpos anudados, amándose hasta convertirse en divinidades.