Alberto Ruy-Sánchez
Los amantes están hechos de claroscuros y heridas. El contraveneno del erotismo tiene que reinventar en ellos cada vez sus poderes.
Cuando amaneció los amantes ya eran otros y en sus ojos y en sus labios latían las pruebas.
Los amantes se acompañan a lo más hondo de la luz del amor que se profesan. La noche en ellos se quiebra a la deriva, el gesto imperioso de acercarse se hunde y brilla.
Los amantes viajeros llevan en sus cuerpo no sólo su historia, también toda su geografía.
Los amantes dormidos hacen cosas, figuras, ángulos, trazos, perspectivas que, sin saberlo, dibujarán sus días.
Los amantes, bajo la lluvia y dormidos se convierten en imágenes flotantes de urgencias a la deriva. En esos ríos del cuerpo, nada es seguro, nada es incierto.
Los amantes dormidos hacen cosas que no saben cómo ni cuándo surgieron y ni siquiera qué sonido emiten. Composición de cuerpos y de sueños, formas que interrogan al mundo cada día.
La lengua en la que se hablan los cuerpos de los amantes viene de donde menos se espera. Y todo lo traduce a sus figuras, letras, silencios. Por Alberto Ruy-Sánchez.
Los amantes viven instantes en los que despiertan, se miran y vuelven a dormir. Relámpagos tranquilos en los que nada sucede y todo se transforma. Por Alberto Ruy-Sánchez.
El cuerpo de una amante que despierta sin despertar inventa al otro parte por parte, comenzando por la respiración y el tacto. Por Alberto Ruy-Sánchez.
Hasta sin despertar, los amantes hablan un lenguaje de silencios, de luz incontenible y de nubes que forman su cuerpo. (Foto de nubes: @Constanza Lameiras) Por Alberto Ruy-Sánchez.
El abrazo de los amantes se extiende dentro y fuera del sueño. Es un río sin nombre que cruza intacto los mares visibles e invisibles del deseo. Por Alberto Ruy-Sánchez.
Para los amantes que conocen la intensidad que dura y dura, toda duda es goce del detenimiento y toda confusión es un acierto. Por Alberto Ruy-Sánchez.
El eterno retorno del tiempo regala a los amantes, al despertar, todos sus instantes de plenitud en un parpadeo. Por Alberto Ruy-Sánchez.
Los amantes van y vienen por sus ojos entrecerrados: las rendijas del delirio y el sueño son caminos amplios de sus deseos. Por Alberto Ruy-Sánchez.
Los amantes sueñan, viven sin vivir, respiran luz uno del otro y confirman sus extravíos cuerpo adentro. La noche les ofrece una fisura de luz, un pasadizo iluminado. Por Alberto Ruy-Sánchez.