Ciudad de México, 6 de octubre (SinEmbargo).- En Baja California se ubica el llamado “Napa Valley” mexicano, una zona dedicada a la siembra de uva y la producción de vino que se asemeja al área de California, en Estados Unidos donde se desarrollan estas actividades.
Sus vinos son apreciados por propios y extraños, sin embargo, la falta de agua, el dominio de las grandes marcas en los puntos de comercialización y la violencia en la frontera ha puesto a la industria en una situación en la que crece pero no a los niveles que necesita, publicó el semanario inglés The Economist.
De acuerdo con la publicación, en el 75% de las 3 mil 600 hectáreas dedicadas a esta actividad en Baja California padecen sequía, lo que cada vez hace más inaccesible el agua, sin embargo, la producción ha crecido contra viento y marea.
Ramón Vélez, director general del Consejo Mexicano Vitivinícola, afirmó que desde el año 2000 los volúmenes y el valor de la producción se han duplicado. El consumo anual pasó de 27 millones a 55 millones de litros.
Y se estima que para el año 2020 el consumo llegue a los 180 millones de litros anuales. De éstos, se espera que la mitad sea de vinos mexicanos, es decir, la industria vitivinícola espera crecer en participación de mercados de 30 a 50 por ciento, toda vez que más de dos terceras partes de la bebida que se consumen en el país son de países como España, Chile y Argentina.
De cada 10 botellas de vino que se toman en el país, solamente tres son de vino mexicano.
México es identificado como un país en el que cada año se incorporan un millón de nuevos “bebedores de cerveza” y por otro, el tequila es una fuerte competencia.
Estos y otros motivos han generado que en el país no pueda detonar en el corto plazo la industria del vino, una bebida que llegó a México en el Siglo XXVI traída por los misioneros españoles.
La industria tampoco ha estado ajena al tema de la violencia, según la publicación, pues justo cuando turistas de Estados Unidos comenzaban a viajar hasta el Valle de Guadalupe, a unas dos horas al sur de San Diego, para probar vino mexicano, “la violencia en las cercanías de Tijuana lo ahuyentó”.
Ante este panorama, una estrategia que han implementado los productores locales es convertir en algo “aspiracional” el combinar vino nacional con platillos clásicos de la comida mexicana.
LA INDUSTRIA
Datos del Consejo Mexicano Vitivinícola revelan que actualmente la industria mexicana está integrada por más de 90 bodegas, con 350 marcas, y productores de uva para vino, ubicados principalmente en Baja California (90%), Querétaro, Coahuila, Zacatecas, Guanajuato y Aguascalientes.
México importa alrededor del 66% del vino que se consume en el país mientras que el sector del espirituoso de mesa registra tasas de crecimiento de alrededor del 6% anual.
Sólo 3% de los mexicanos consumen al menos una copa al mes, lejos de países con mercados maduros como Estados Unidos, donde 33% toma está bebida.
Las hectáreas de plantación de uva para vino en los últimos cinco años han tenido un incremento de 5% anual.
“Significa que nuestra participación de mercado como vinos mexicanos ha venido disminuyendo, de cada 10 botellas de vino que se toman en México, tres son de vino mexicano”, expresó Ramón Vélez.
El vino mexicano ocupa 30% del mercado en el país, es decir, todo el vino que se produce se consume. “No se consume más porque no tenemos más, por eso nuestro reto es plantar más hectáreas de uva para vino”, indicó Vélez.
Actualmente se consumen 0.65 litros per cápita, una cifra muy pequeña si se compara contra países con mayor cultura vinícola como Francia, con 45 litros per cápita; Italia, con 45 litros per cápita; España, con 23 litros, y Argentina, con 25 litros per cápita.