Rubén Martín
12/01/2025 - 12:03 am
Trump y el nuevo ciclo imperialista
"A dos semanas de asumir la presidencia Donald Trump ha lanzado amenazas de intervención en México, y su intención de tomar el control del Canal de Panamá y de la isla de Groenlandia, territorio bajo soberanía de Dinamarca".
El segundo mandato de Donald Trump a partir del próximo 20 de enero prefigura un periodo turbulento en la política internacional y tal vez una era de oscuridad y persecución de libertades y derechos individuales en Estados Unidos. Todavía no asume la presidencia, pero ya ha lanzado advertencias y amenazas que ya han generado reacciones tanto de molestia como de preocupación para las poblaciones involucradas en las amenazas trumpistas.
A dos semanas de asumir la presidencia Donald Trump ha lanzado amenazas de intervención en México, y su intención de tomar el control del Canal de Panamá y de la isla de Groenlandia, territorio bajo soberanía de Dinamarca. Y lo que parecía una mera broma de un bullyng, la de anexar a Canadá como un nuevo estado de la Unión Americana, ya ha sido retomado en serio por algunos políticos conservadores de ese país.
La personalidad maleducada, vulgar e ignorante de Donald Trump hace que declaraciones como estas de amenazar con invadir o tomar el control de territorios soberanos de otros Estados, no sean tomadas en serio o descalificadas como meras balandronadas. Pero ¿qué tan en serio deben tomarse estas declaraciones y amenazas de Trump?
A juzgar por la historia de las potencias hegemónicas en los pasados cinco siglos del moderno sistema-mundial capitalista, todas las naciones que han ocupado el liderazgo del sistema inter-estatal han sido intervencionistas, colonizadoras e imperialistas. Así lo fueron las ciudades-Estado italianas, las Provincias Unidas que ocuparon e invadieron territorios desde América, hasta África y Asia, al igual que lo hizo Gran Bretaña cuando desbancó a Holanda como potencia hegemónica del capitalismo mundial.
Tras el declive de Gran Bretaña, que defendió su calidad de potencia hegemónica en dos guerras mundiales primero contra Francia y luego contra Alemania, Estados Unidos se levantó como la potencia hegemónica mundial. Y llegó ahí con un largo proceso de intervencionismo en diversas partes del mundo, especialmente en América Latina.
Ningún país ha conocido más los estragos del intervencionismo de Estados Unidos que México. Después de consolidarse como nación independiente de Gran Bretaña y comenzar su expansión territorial a expensas del despojo y la guerra en contra del los pueblos originarios de esa parte del continente americano, los gobiernos de Estados Unidos enfocaron sus ambiciones imperiales sobre México. En 1835 promovieron la separación de Texas y mediante la invasión a nuestro país y la guerra de 1848 a 1846, Estados Unidos se alzó con el control de más de la mitad del territorio mexicano. La guerra terminó con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848, que cedió los actuales estados de California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México, Wyoming y partes de Colorado a Estados Unidos. Pero no fue la única invasión del país del Norte a territorio mexicano. A lo largo del siglo XIX lanzaron cerca de una decena de intervenciones, hasta terminar con la invasión de 1914 con el pretexto de perseguir y detener a Francisco Villa. Gastón García Cantú cuenta todas estas vicisitudes en su libro clásico “Las invasiones norteamericanas en México”.
También lo confirman historiadores estadounidenses como Chalmers Johnson: “El nuevo imperio americano lleva mucho tiempo construyéndose. Sus orígenes se remontan a principios del siglo XIX, cuando Estados Unidos declaró a Latinoamérica como su área de influencia, y se propuso ampliar su territorio a expensas de la población nativa de Norteamérica, los colonialistas franceses, británicos y españoles y sus vecinos mexicanos”, escribió en su libro “Las amenazas del imperio: Militarismo, secretismo y el fin de la república”.
En su ensayo “Intervenciones norteamericanas en América Latina”, Paco Peña cita al menos unas 20 intervenciones de Estados Unidos en los países de la región, desde la guerra a España para quedarse con Cuba como protectorado, hasta promover la independencia de Panamá de Colombia y las invasiones a Nicaragua hasta las invasiones más recientes a Granada (1984), y Panamá (1989).
La vocación expansionista e intervencionista de Estados Unidos parece infinita. Un ensayo reciente de dos profesoras estadounidenses (Sidita Kushiy y Monica Duffy Toft, de la Universidad de Bridgewater, Massachusetts) citan que este país ha lanzado cerca de 400 intervenciones militares entre 1776 (cuando se independizó de Inglaterra) hasta el año 2019. Entre las invasiones más recientes se encuentran las de Afganistán (2001), Irak (2003) hasta las recientes intervenciones en Siria. La mitad de estas 400 intervenciones militares se llevaron a cabo entre 1950 y 2019 y más del 25 por ciento ocurrieron después de la Guerra Fría.
Es decir, corresponde al periodo en el que los Estados Unidos se consolidaron como la potencia hegemónica del moderno sistema-mundial capitalista. No es sólo la riqueza económica y la hegemonía política y cultural que le concede a esta nación el predominio en las relaciones internacionales después de la Segunda Guerra Mundial. La hegemonía de Estados Unidos no se puede entender sin el despliegue imperialista que los grupos gobernantes de ese país extienden por el mundo. No se puede entender el predominio de Estados Unidos en las relaciones internacionales (es decir, su imposición del dólar como moneda de cambio mundial y el predominio de las relaciones diplomáticas, comerciales y económicas a su favor) sin la amplia red de bases militares que esa nación tiene a lo largo y ancho del planeta. Así como el poderío imperial de Roma no se explica sin la presencia de sus legiones por todos los confines del Imperio, el predominio de Estados Unidos no se puede entender sin la red de más de 725 bases militares desplegadas en 120 países del mundo, según el historiador estadounidense Chalmers Johnson. Hacia comienzos de este siglo, el Departamento de Defensa de EEUU informaba que tenía más de 254 mil militares (de las distintas fuerzas armadas) desplegados en 158 países.
Y si bien el periodo de la hegemonía de Estados Unidos en el sistema-mundial capitalista está en una fase de declive amenazado por el ascenso de China, falta todavía tiempo para que otra potencia la sustituya o para que se configure otro orden mundial. En lo que le queda de hegemonía sin duda los gobernantes de Estados Unidos seguirán usando su poderío, diplomático y militar, para mantener sus privilegios en el sistema mundial. Y eso incluye eventuales intervenciones y acciones imperialistas en contra de otros territorios soberanos.
Así que, sí, hay qué tomar muy en serio las amenazas del Trump sobre tomar el control del Canal de Panamá, Groenlandia o esperar intervenciones acotadas de fuerzas especiales en México. Con la llegada de Trump se abre otro ciclo del viejo imperialismo estadounidense.
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