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Daniela Barragán

14/12/2024 - 12:04 am

El síndrome del gobernador(a) consentido 

"Deje el nombre de su gobernador o político con síndrome del consentido. No prometo que algo pase, ya que ni Luisa María Alcalde ni la Comisión de Honestidad de Morena pueden hacer algo al respecto pero servirá para dejar testimonio de que el pragmatismo tiene sus costos".

Terminado el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, nadie pone en duda lo crucial que fueron las casi mil 500 conferencias de prensa que rindió en el Salón Tesorería de Palacio Nacional (sin contar cada uno de los mítines que ofreció en sus giras por todo el país).

La palabra del Presidente sobre los hechos que le ponían en frente y los que por iniciativa propia decidió abordar, retumbaron en medios de comunicación y en redes sociales a diario. La declaración que López Obrador daba a las 7 de la mañana era capaz de echar a perder hasta más de una edición de un diario de circulación nacional que apenas a esas horas estaba siendo acomodado en los puestos de periódicos.

Fueron seis años en que las mañaneras fueron herramienta fundamental no solo de su Gobierno sino de todo el proyecto de la llamada Cuarta Transformación. La gente se hizo del hábito diario de despertar y poner la mañanera, desayunar con el Presidente y empezar las labores del día con las palabras del Presidente. Eso ocurrió de un lado y del otro también hubo movimiento o más bien, turbulencia de lunes a viernes de 7 a 10 de la mañana.

Para la oposición las mañaneras fueron un ejercicio que quisieron combatir pero que poco entendieron. Se vislumbró desde que en la campaña de 2018, Ricardo Anaya anunció sus mañaneras diarias a las 7 que no duraron ni una semana. Hubo intentos de contramañaneras y hasta Xóchitl Gálvez intentó lo propio en la campaña presidencial de este 2024. Nunca nadie pudo replicar a diario las palabras del Presidente ni mucho menos se logró tener un efecto no igual pero al menos sustancial. Todos esos ejercicios murieron sin que nadie se lamentara.

Como dije al inicio, nadie pone en duda la fuerza de las mañaneras de López Obrador, pero a la distancia se pueden observar ciertos vicios que el ejercicio fue dejando en el camino y que hoy pesan en todo Morena y es, por ejemplo, el “síndrome del gobernador (a) consentido”. O puede ser también “legislador (a) consentido”. Inserte el nombre del político que se le venga a la mente.

Yo pienso en varios. Empezaría con Layda Sansores, la actual Gobernadora de Campeche que tomó relevancia nacional al iniciar una guerra contra el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, es decir, una guerra contra uno de los políticos más corruptos de los días actuales.

Sansores está en el centro de las críticas por la contratación de Jorge Luis Lavalle Maury, un panista acusado de formar parte de uno de los casos de corrupción internacional más graves de los últimos años. Al menos en México, el caso Odebrecht nos lleva a hablar de financiamiento ilícito de la campaña presidencial de 2012 y luego del pago de sobornos para la aprobación de reformas constitucionales. Ambos casos, hoy, en la nada.

¿Por qué Sansores puede decir tan a la ligera que Lavalle es inocente y continuar como si nada pasara a pesar de todas las críticas que recibió tras el nombramiento? Ese aparente  empoderamiento viene desde que en las mañaneras, a pesar de las distintas quejas que lograron llegar a oídos del Presidente López Obrador sobre el actuar de personas de su equipo o del partido Morena, eran disipadas con una frase en la que el Presidente minimizaba los hechos acompañados de “es una buena persona”.

Pero no todo el empoderamiento es positivo: o nos puede llevar a la emancipación o nos puede dejar cómodamente en los brazos del conformismo y la soberbia.

Las mañaneras fueron una herramienta fundamental para la defensa de todo un proyecto político, tanto que el Presidente López Obrador se encargó de cuidar a sus gobernadores de diversas acusaciones y críticas. El problema mayor es que los afectados, más que atender las quejas y ayudar al proyecto, prefirieron la comodidad absoluta. No importaba la queja, el Presidente estaba para defenderlos. Esa estrategia al parecer impidió que quienes hoy gobiernan más de la mitad del país no cayeran en cuenta de sus verdaderas responsabilidades, que además de gobernar bien y atender a la gente, es continuar y cuidar un legado. Por eso lo de Layda Sansores genera tanta discusión: ¿por qué se esperó dos meses para sumar a Lavalle a su equipo? ¿Por qué no hacerlo antes del 1 de octubre?

Desafortunadamente, aunque la Presidenta Claudia Sheinbaum criticó con pocas palabras pero de manera contundente a Layda, más tarde ese mismo día suavizó el golpe con una fotografía donde posan ambas muy contentas y en la que parecen estar en una realidad distinta, una en la que no llegan los reclamos.

Las mañaneras deben dejar de ser el espacio en el que una persona da la cara por lo que hacen o no hacen otras. La doctora Claudia Sheinbaum es responsable de su equipo directo, incluso de los integrantes de su gabinete, pero se debe dejar de cuidar y proteger a quienes al parecer no les preocupa que desde Palacio Nacional tengan que defenderlos por sus actos.

A la lista de Layda Sansores podemos sumar a más gobernadores. Está el caso de la maestra Delfina Gómez que parece se contagió de la misma enfermedad que su antecesor Alfredo del Mazo, que apenas llegaron a la gubernatura mexiquense se atrincheran en el Palacio de Gobierno de Toluca para no salir salvo a eventos muy contados. Brilla por su ausencia en muchos casos importantes y enlisto dos recientes: no figuró en lo relacionado al Operativo Enjambre, que fue un duro golpe a la narcopolítica mexiquense; tampoco se le ha visto hablar o manifestarse por el caso de los 13 niños que murieron a causa de los productos de la empresa Productos Hospitalarios, conocida comercialmente como SAFE Centro de Mezclas, filial de Laboratorios Pisa, la cual fue suspendida por la Cofepris tras el brote de la bacteria Klebsiella oxytoca en hospitales mexiquenses y que ha firmado contratos desde 2019 a la fecha por más de 60 millones de pesos.

La llegada de Delfina Gómez al Estado de México fue importante porque al arrebatar esa entidad al PRI, la maestra y todo su equipo se hicieron de la guarida priista por excelencia. Ese partido hizo negocios en el sector educativo, de seguridad, de infraestructura, en salud… se pensó que podría iniciar ahí un proceso en el que al menos se abriera una cloaca pero nada ha ocurrido, ni siquiera una sola crítica al pasado.

Podemos seguir con Evelyn Salgado, la Gobernadora de Guerrero. La entidad, azotada por la violencia y una pobreza histórica, tiene que cargar con una funcionaria a la que le gusta la farándula. Recientemente se documentó cómo a pesar de la crisis de inseguridad, se da el tiempo de asistir a eventos y hasta cantar a dueto con Coque Muñiz.

Y de paso está el padre de la gobernadora, Félix Salgado Macedonio. Las quejas en su contra por acoso sexual no fueron un circo de la oposición para acabar con sus aspiraciones políticas, ya que sus prácticas son conocidas por más de uno. El hecho de por qué las mujeres no denuncian un acto de acoso o abuso en su momento nos ocuparía más de una columna, el caso es que Salgado fue defendido en más de una ocasión y años después lo que tenemos es un legislador que al estilo de Murillo Karam anuncia que ya se cansó de legislar, que estuvo muy pesado el último periodo y que mejor se va de vacaciones, que su suplente se encargará del changarro. “Descanso” o “vacaciones” fueron palabras ausentes en los seis años de Gobierno de López Obrador pero Salgado las merece.

Y la lista es larga. Están Marina del Pilar y su amistad con Eduardo Verástegui de la que no se habla; el control de la familia Monreal sobre Zacatecas; Alejandra del Moral en la Secretaría de Relaciones Exteriores; los que están a la espera del cargo como Eruviel Ávila y Adrián Ruvalcaba… en fin. Es una lista que crece con el pesar de muchas personas que ven la perredización de Morena en tiempo real.

Los invito a darle a esta columna un cierre colectivo. Deje el nombre de su gobernador o político con síndrome del consentido. No prometo que algo pase, ya que ni Luisa María Alcalde ni la Comisión de Honestidad de Morena pueden hacer algo al respecto pero servirá para dejar testimonio de que el pragmatismo tiene sus costos. ¿Es mejor quedar bien con políticos de dudosa trayectoria o aprender a escuchar a la militancia que realiza una crítica constructiva que surge de una preocupación real?

Uno no dudaría de la respuesta, pero los políticos siempre dan sorpresas.

 

Daniela Barragán
Es periodista por la UNAM, con especialidad en política por la Carlos Septién. Los últimos años los ha dedicado al periodismo de datos, con énfasis en temas de pobreza, desigualdad, transparencia y género.

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