Una ceremonia realizada en un barrio popular de Tijuana a finales del año 1990 provocó la muerte de una docena de personas, incluidos dos menores de edad, por un error en una bebida que debían de consumir durante el "ritual" y que los envenenó de forma accidental. Se trata de una historia que involucra a una secta religiosa evangélica.
Ciudad de México, 14 de diciembre (SinEmbargo).– Se trató de una ceremonia con tintes religiosos que salió mal por error. Estuvo involucrada una secta evangélica, un grupo de creyentes que deseaban ver a Dios a través de un "ritual satánico", y que murieron al consumir una bebida que, sin saberlo, los envenenó de forma colectiva. Ocurrió en Tijuana, pero hace 34 años, un 12 de diciembre de 1990 y cimbró a la sociedad de Baja California y de México, al destapar un culto extremo.
Todo ocurrió en la colonia Mariano Matamoros, a unos minutos de la frontera con Estados Unidos. La zona se ubica a las faldas del llamado "Cerro Colorado". El caso se dio a conocer a partir del 14 de diciembre de 1990, sobre todo en medios locales, pero del que también se hicieron eco periódicos internacionales y estadounidenses. Pero la ceremonia ritual ocurrió un par de días antes: el 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, aunque nunca se vinculó esa celebración religiosa directamente con lo ocurrido en Tijuana.
La casa era de un tal Federico Padres Mejía, ciudadano estadounidense. Ahí, se reunieron un grupo de personas, incluidos dos niños (de seis y 12 años) que también murieron en la "sesión". Las autoridades locales, indican los reportes de la época, informaron de la muerte de 10 adultos, incluidas personas desde los 77 hasta los 20 años de edad. En un primer momento se pensó en un suicidio colectivo, pero después se descartó al realizar las autopsias: murieron por aspirar monóxido de carbono, resultado del encendido de velas, el uso de un líquido para el ritual espiritista que contenía altas dosis de alcohol y de que el lugar estaba completamente cerrado.
Una secta y un ritual mortal
La ceremonia espiritista fue encabezada por una secta evangélica conocida como el Templo del Mediodía. Presuntamente, el dueño del lugar, Padres Mejía, era uno de los líderes religiosos. Fue uno de los que se salvaron de morir: solamente resultó intoxicado. Pero medios locales indican que los vecinos y otros participantes de estos ritos señalaban a dos "gringos" de encabezar este grupo.
Una publicación del diario El Nacional, compartida por el Archivo General de la Nación en redes sociales, detalla que en el "ritual satánico" participaban 13 personas, en representación de 13 apóstoles. Se unían en círculo y cantaban y rezaban mientras se encendían velas y se distribuía la bebida. Los 13 representantes serían "poseídos" por espíritus", pero era esa la única forma en que podrían "ver a dios".
Entre las figuras halladas en el lugar se encontraban imágenes de la Virgen de Guadalupe, de Jesucristo y de San Francisco de Asís. Vecinos de la zona también denunciaron en su momento que estas sectas surgían en varios puntos de la ciudad, sobre todo en zonas donde vivían personas de escasos recursos, a quienes convencían de participar en estos "rituales satánicos" a cambio de comida, ropa o incluso dinero.
El hallazgo de los muertos
El mismo diario El Nacional reporta cómo fueron hallados la docena de muertos: gracias a Martín Celaya, el hijo de una pareja que asistió al ritual y que no había vuelto a casa. Celaya llegó al sitio donde se realizaba la ceremonia, escuchó quejidos al interior, y forzó la entrada. Ahí vio varios cuerpos tirados, en círculo todavía la mayoría, y otros que intentaron arrastrarse y luchar por su vida mientras morían envenenados. Hubo cuatro sobrevivientes, incluida una bebé que había nacido hacía apenas dos meses.
"Llegué como a las 9:30 de la mañana", le contó Celaya al periódico. "Habían ido mis papás a la casa de ‘Don Fede’ para asistir a una misa desde anoche", contó.
Pero antes, hubo otra testigo del hecho que luego fue arrestada por no reportar lo que había pasado en aquel lugar: la hijastra de Padres Mejía, el presunto líder de la secta y dueño de la casa. Ana Fabiola Miranda tenía 17 años en ese entonces, y se salvó por casualidad: no asistió al ritual de aquella noche "porque se le hizo tarde". Sin embargo, al llegar al domicilio, escuchó desde afuera gritos, quejidos, "como una pelea", y decidió no ingresar por miedo a ser poseída por uno de los "espíritus" que eran convocados por su padrastro. Luego, la policía decidió capturarla porque no reportó el hallazgo de los cuerpos.
Un ritual que llegó al plano internacional
El caso llegó a las páginas del prestigioso diario estadounidense The New York Times un par de días después. "El señor Mexia [sic], que tiene una casa en Sun City, California, aparentemente había atraído a muchos seguidores en el barrio de Tijuana por sus rituales espirituales, que se creía que traían buena suerte, empleo y comunicación con Dios", explica.
Las muertes, añade el reportero Robert Reinhold, "fueron causadas por una lámpara de butano y la quema de sales de Epsom y alcohol industrial como parte de un ritual en una habitación pequeña y herméticamente cerrada". "No fue como en Guyana", completó.
Las autoridades y el Times hicieron referencia al caso que se vivió en Guyana, cuando 918 personas se quitaron la vida de forma colectiva el 18 de noviembre de 1978, liderados por un pastor evangélico estadounidense, Jim Jones. Sin embargo, en el caso de Tijuana, se trató apenas de un "error".