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Fabrizio Mejía Madrid

11/12/2024 - 12:05 am

Carlos Salinas para los jóvenes

"El podcast que marcó el regreso de Carlos Salinas de Gortari a los medios fue publicado en Nexos el 20 de noviembre, día de la Revolución cuya destrucción fue el gran proyecto de su sexenio".

https://www.youtube.com/watch?v=5bwgzSLLkPg

La semana pasada dos expresidentes y un exenlistado de Forbes salieron a dar justificaciones. Los dos expresidentes, Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón hicieron fraudes electorales para llegar a la Presidencia, apoyados por Miguel de la Madrid y Vicente Fox. El tercer millonario, Salinas Pliego, hizo otro tipo de fraudes, estos fiscales y a sus propios accionistas. Es curioso que los tres exes hallan defraudado, unos a la voluntad popular y el otro a la hacienda pública. Y que sintieran la necesidad de explicarse ante sus públicos. Como ya hice una columna sobre el encuentro en Madrid entre Calderón y el neofascismo español y Salinas Pliego ya ha sido tratado como se merece en otros momentos, hablaré en ésta sobre Carlos Salinas de Gortari, cuyo sexenio ya le queda muy lejos a quienes votarán por primera vez en 2027.

El podcast que marcó el regreso de Carlos Salinas de Gortari a los medios fue publicado en Nexos el 20 de noviembre, día de la Revolución cuya destrucción fue el gran proyecto de su sexenio. La producción está a cargo de Genuina Media, que lo mismo hace cursos de inglés, que cuentos de terror, o algo llamado “Relatos ñeros”. Pero es Nexos el que aporta el relato del Tratado de Libre Comercio con EU y Canadá como si fuera un cuento de hadas. Para empezar se llama “La Invención de América del Norte” a la que llaman “región imaginaria”, como si no existiera una larga historia de América del Norte, desde los siglos XIX y XX, marcada por los pasos de filibusteros, revolucionarios, pensadores, utópicos, hippies, además de nuestras consabidas guerras. Como si no existieran los 12 millones de mexicanos y 26 millones de padres mexicanos en Estados Unidos; como si no vivieran en México ya 2.6 millones de estadunidenses. Para Nexos es una región “inventada”. Es una creación de un hombre: Carlos Salinas de Gortari. Como sabrán los jóvenes, Carlos Salinas hizo dos cosas en su sexenio: llegó a la Presidencia de la República rellenando y quemando urnas, metiendo en costales las boletas marcadas a favor de Cuauhtémoc Cárdenas para arrojarlas en las carreteras de Michoacán, Guerrero y Oaxaca, y finalmente impidiendo que fluyeran los resultados la noche de la elección, 6 de julio de 1988. La otra cosa que Carlos Salinas hizo fue venderle las empresas del Estado a sus amigos. Con el pretexto de que todo lo que tenía que ver con el Estado era improductivo, corrupto, e ineficiente, acabó regalándole empresas como Teléfonos de México, la televisión pública, los fertilizantes, la industria del acero, los bancos, generalmente a quienes habían contribuido a su campaña electoral. Los que no, fueron castigados con el látigo del presupuesto o, de plano, acabaron en la cárcel. Así, sus amigos se quedaron con las empresas del Estado y a eso le llamaron “libre mercado”. Cuando las empresas ya privatizadas entraron en quiebra, Ernesto Zedillo, el sucesor de Salinas, que ganó la presidencia por el terror que causó el asesinato de Colosio, rescató con dinero público sus excesos, corrupción, improductividad e ineficiencias. Así, la “modernización” de Salinas la seguimos pagando todos.

Pero empecemos por el fraude electoral. El podcast de Nexos denomina al fraude electoral de 1988 con el que Salinas llegó al poder, como “polémica elección”. Han pasado 36 años desde el fraude y Nexos sigue sin poder llamarlo por su nombre. Ellos que, al tiempo se encargarian justo de la organización de las elecciones, han sostenido durante tres décadas que “no se sabe quién ganó” y que, por tanto, ya ni modo. Dijeron también que, si bien Salinas carecía de la legitimidad por su origen fraudulento, se “legitimaría” en el ejercicio del poder, es decir, que ya en el mando, es decir, ya ni modo. Citando al maestro Héctor Alejandro Quintanar: es como si, al que se robó un coche, se le perdona porque lo sabe manejar. Durante 36 años Nexos jamás ha dicho nada del fraude de Salinas, ya no digamos de las múltiples denuncias, sino del faltante de 700 mil votos entre el cómputo oficial, repito, oficial, y los que anuló la Comisión Federal Electoral para que Salinas rebasara el 50%. Es decir, en los propios números del gobierno de Miguel de la Madrid hay un faltante de 700 mil votos emitidos y compuados, lo que, en sí mismo, sería un escándalo que ameritaría repetir una elección presidencial. De eso, Nexos jamás ha dicho nada. Esa anulación de 700 mil votos tuvo como objetivo asegurar una mayoría en la calificación de la elección presidencial, cuando los propios diputados entrantes se calificaban a sí mismos.

Lo que le interesa a esta historia del podcast de Nexos es negar que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte lo hizo el neoliberalismo que llegó a México en los años cuarentas de la mano de los anti-cardenistas del Banco de Banco. Al contrario, Nexos sostiene que el neoliberalismo en México se debió una serie de sucesos azarosos. Así evita contar la historia de la red que desde Estados Unidos se armó con los estudiantes de economía egresados de sus universidades, los medios de comunicación ---entre ellos, Nexos--- y los viejos políticos del PRI y del PAN que abrazaron con fervor religioso los dogmas neoliberales. Nada dice de la formación del TEC de Monterrey ni del ITAM. Nada dice del pacto entre el PRI y el PAN para repartirse gubernaturas. Porque el origen del PRIAN es justo el fraude electoral de Salinas, cuando Diego Fernández de Cevallos acepta como Presidente al defraudador y, a cambio, se le entregan posiciones políticas en los estados, Hacienda, el Banco de México, y el sistema judicial. Es el propio PAN el que aprueba en la Cámara de Diputados quemar los paquetes electorales de la elección de 1988 para que ya no se sepa nunca la verdad. Por eso si ustedes quisieran ver los datos urna por urna de esa elección, simplemente fueron incinerados.

Pero nada de esto existe para Nexos. Así, por ejemplo, el Tratado de Libre Comercio es una idea de Salinas de Gortari y no una imposición desde los corporativos de Estados Unidos, anunciada en la campaña electoral de Ronald Reagan. Fue en noviembre de 1979, que Ronald Reagan dijo: “Vivimos en un continente cuyos tres países poseen los activos para convertirlo en la zona más fuerte, próspera y autosuficiente de la Tierra. Dentro de las fronteras de este continente norteamericano se encuentran alimentos, recursos, tecnología y territorio subdesarrollado que, adecuadamente administrados, podrían mejorar dramáticamente la calidad de vida de todos sus habitantes. No es casualidad que este potencial inigualable de progreso y prosperidad exista en tres países con una herencia tan antigua de gobierno libre. Una creciente cercanía entre Canadá, México y Estados Unidos –un acuerdo norteamericano– permitiría la realización de ese potencial en cada país más allá de lo que creo que cualquiera de ellos –por fuertes que sean– podría lograr en ausencia de dicha cooperación. De hecho, la clave para nuestra propia seguridad futura puede residir en que México y Canadá se conviertan en países mucho más fuertes de lo que son hoy”.

Pero, según Nexos, once años después de la declaración de Reagan, a Salinas de Gortari se le ocurre la idea del TLC en la madrugada de febrero de 1990, mientras visita la reunión de Davos, Suiza. Según Nexos Salinas toca a la puerta del cuarto del hotel de Jaime Serra Puche, secretario de Comercio. Por alguna razón que no explican, la puerta está “entreabierta”. Serra, no obstante, estar dormido, prende la luz: “Se espanta de que su jefe esté al pie de su cama”, dice el podcast. Y, entonces, Salinas le ordena, le instruye a Serra Puche que empiece una negociación con EU para el TLC. Así lo narran pero uno, como escucha el podcast se queda pensando por qué el secretario de Comercio dormiría con la puerta abierta. Ya con la sospecha de un relato mal armado, uno se pregunta cómo es que Salinas tuvo la misma idea que Reagan, once años después, como en un capítulo de Black Mirror. La idea original, en 1986, fue, como la explicó Edward L. Hudgins, entonces de la Fundación Heritage y hoy en día del Cato Institute, el que apoya al Atlas Network, la idea, digo, fue aprovechar la deuda externa que México tenía para presionarlo para que pusiera su mano de obra barata al servicio de la producción masiva de las empresas norteamericanas. Eso fue. El cuento de un romántico Salinas de Gortari al pie de la cama de su secretario de Comercio es algo que sólo Nexos cree. Pero, para darle validez, ponen a Claudio X. González, el papá, a decir: “Todo mundo en Davos estaba hablando de los polacos, los hungaros, de los chinos. El presidente Salinas se da cuenta en Suiza y dice ´va estar cañón´. Y piensa en Norteamerica”, porque México no “logra llamar la atención del foro de los europeos”.

El podcast de Nexos le da la oportunidad a Carlos Salinas de volver a mentir cuando dice: “Habíamos quitado el peso de la deuda que habíamos logrado con el Plan Brady”. Esto es una mentira que anunció Salinas de Gortari en cadena nacional un domingo 23 de julio de 1989 por todos los canales de televisión: “Ha quedado resuelto el problema de la deuda externa para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos”. En realidad lo único que sucedió es que se podía vender la deuda a inversionistas privados y el gobierno de Salinas de Gortari recibía 4 mil millones de dólares en préstamos de Estados Unidos y Japón, a una tasa de 6.5% Esa renegociación fue a cambio de aceptar el TLC. Tal como lo había propuesto el think tank detrás de Ronald Reagan, la Fundación Heritage desde 1986.

Así funciona también para el otro involucrado en la madrugada donde se les ocurrió el Tratado de Libre Comercio, Jaime Serra Puche. Él cuenta que su entrada al gobierno fue por una tele nueva. Según él, le iba a traer a México, desde su estancia en Yale, una televisión Sony Triniton 500, a su mentor, su profesor, en el Colegio de México. Pero no se la dejaron pasar en la aduana porque era nueva. Entonces, muy solícito, se fue a desayunar con la coordinadora de asesores del secretario de Hacienda de ese entonces, David Ibarra Muñoz. Y casualmente, Serra le llevó su tesis doctoral llamada “Un modelo computacional de equilibrio general para la economía mexicana”. Era tan espectacular su tesis que el mismo secretario de Hacienda le llama al director del Colegio de México, Víctor Urquidi para que lo deje, a Serra, entrar al gabinete de Miguel de la Madrid. Y así, por pura chiripa, por una tele nueva, entra Serra al gobierno. Lo que no cuenta Nexos es de los nexos entre todos los neoliberales de la época, que Urquidi era justo de la primera camada en el Banco de México. El neoliberalismo se instauró como una red trasnacional y transexenal leal al modelo que se proponía como dogma destruir al Estado y cualquier regulación de éste. Como un Dios justo que todo lo resuelve, se levantaba algo llamado el mercado que ya para los ochentas del siglo XX era un arreglijo entre monopolios y los fondos financieros. Los funcionarios públicos que participaron de esa nueva élite neoliberal, cuando dejaron el gobierno, se fueron a trabajar a las empresas que habían beneficiado. De eso, nada dice Nexos. Igual que lo de la cama en Davos, la tele de Serra Puche es otro cuento para bobos.

La estructuración de la red trasnacional de la nueva élite trajo como consecuencia que se les encargara a ciertos funcionarios desmantelar formas de vida que no se consideraban modernas. Como el ejido, tan atrasado por venir de tiempos prehispánicos y defendido por Emiliano Zapata. En el podcast de Nexos, Luis Téllez, quien fuera subsecretario de Agricultura de Salinas de Gortari, lo confiesa. Él dice que, cuando Salinas lo encargó de ser el negociador del campo mexicano en el TLC con EU y Canadá, él ya le advirtió:

“---Pues mire, la verdad, presidente, yo no sé del campo. No tengo la menor idea. Y entonces Salinas me dijo:
“—Ponte a estudiar.
“Esto fue a finales de diciembre. En enero me habló y me invitó como subsecretario de Agricultura. Y me dijo:
“—Tú te vas a hacer cargo de la negociación agropecuaria y de otra serie de cosas en los cambios en las leyes agrarias.”

Así justifica Luis Téllez el desastre que fue la privatización del ejido en México y cómo nos vapulearon en la negociación de cosas tan importantes como el maiz, el frijol, y el trigo. Y es que no tenía idea de que el desastre que el salinismo dejó en el campo mexicano permitió el desarrollo de otros cultivos, casi todos ilegales como la mariguana y la amapola. Resulta interesante pensar por qué a sabiendas de que Luis Téllez le avisa que no tiene idea de qué pasa en el campo mexicano, Salinas de Gortari insiste en nombrarlo como autoridad en esa misma área para el Tratado. La respuesta es que no les interesaban los campesinos a los neoliberales. El campo, además, había votado mayoritariamente por Cuauhtémoc Cárdenas y los partidos del Frente Democrático Nacional. Salinas necesitaba a alguien como Luis Téllez, que simplemente dejara pasar el vendaval de la agricultura subsidiada de los Estados Unidos y ver cómo los campesinos mexicanos emigraban o se incorporaban al crimen organizado. Esa es una pregunta a Carlos Salinas que, como casi todas las preguntas cruciales, Nexos no le formula.

“Salinas fue crítico del PRI”, dice el podcast de Nexos. Esto es falso. A los priistas los incluyó en el negociazo de las privatizaciones, por ejemplo, a los Hank, a los X. González, Bailleres, Larreas. Con la reforma electoral que impuso con el PAN, le garantizó al PRI la mayoría en el Congreso, no importando cuántos distritos ganara. Ahora que tanto se habla de “sobrerepresentación”, se les olvida hablar de cómo Salinas fortaleció al Partido Único y castigó la posibilidad de que otra coalición derrotara al PRI. Si en su fuero interno no era priista, en sus acciones fue el que más.

El podcast de Nexos también habla de dos tipos de salinismo, el social y el tecnócrata. Dice, poéticamente Nexos: “Salinas era una contradicción que portaba la banda presidencial. Zapata, su héroe histórico favorito. Era un pragmático movido por el impulso económico de sus tiempos”. No era pragmatismo. Salinas tenía una ideología, la neoliberal. “Salinas sí creía en la partipación ciudadana”, dice Gustavo Gordillo, un ex militante maoísta que se fue a trabajar al gobierno de Salinas. El pasado izquierdista de Gordillo le sirve a Nexos para decir que eso diferenció el salinismo del reaganismo, como si una persona hiciera una diferencia en las reformas emprendidas que tuvieron, todas, la ortodoxia neoliberal.

“Claro que introdujimos las privatizaciones para realizar programas sociales”, asegura Salinas de Gortari. Y agrega: “Hasta la producción de cerillos estaba sobre regulada por el Estado”. Aquí se le olvida que no fueron los cerillos, como símbolo de lo ínfimo, sino la parafina que Pemex dejó de producir por las reformas privatizadoras. Y agrega Salinas de Gortari: “Sí somos pragmáticos pero tenemos valores, tenemos principios, tenemos una filosofía de la vida que es la de servir a la gente, de predicar con el trabajo, la de abrazar la libertad y la justicia. Nosotros a esto en México le llamamos liberalismo social”. Hablemos de Pronasol. Los estudios que evalúan al programa social del salinismo, el Pronasol o Solidaridad, revelan que tuvo como objetivo ensalzar la figura presidencial en regiones que habían votado más por Cuauhtémoc Cárdenas. Los estados que recibieron más apoyos no fueron los más pobres, sino los más reacios a seguir dentro del PRI. Pero esa asignación de dinero público fue ---ironías de la vida--- totalmente ineficiente y corrupta porque no arrojó resultados en 1994: seis años después, los estados cardenistas siguieron votando igual. Pronalsol ni alivió la pobreza ni captó más votos para el PRI. Fue tan ineficiente como casi todo lo que emprendió Carlos Salinas de Gortari en su sexenio.

Así que, cuando les vengan a decir que Salinas de Gortari quiso modernizar al PRI pero no pudo, tengan en cuenta que hizo todo para fortalecer al Partido Único que veía en riesgo su mayoría absoluta. Cuando les vengan a decir que Salinas inventó el TLC, sepan que fue una idea que en 1979 Ronald Reagan repitió de sus asesores económicos ligados a los corporativos que manejan Estados Unidos. Y cuando Salinas les venga a decir que es “un desempleado” y que, además “alguien le quitó su pensión de 5 millones mensuales”, sepan que ese “alguien” fue López Obrador, cuyo sexenio trató con mucha voluntad política de atenuar las consecuencias de lo que emprendió Salinas de Gortari: desmontar al Estado mexicano para beneficiar a sus allegados.

 

 

 

Fabrizio Mejía Madrid
Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

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