Diego Petersen Farah
03/02/2023 - 12:02 am
La similización de la política
La pregunta entonces es ¿qué ganan el Presidente y Morena con una Simi-campaña? La imagen del Presidente poco.
El emblema de las Farmacias Similares es uno es los casos más exitosos de la mercadotecnia en México; Dr. Simi es el muñeco más conocido y popular. Pensado como una figura caricaturizada que brindara confianza, los creadores de Simi encontraron en el rostro de los personajes de Joaquín Pardavé los rasgos básicos de la botarga. En años recientes se les ocurrió convertir la botarga en muñeco y hacer activaciones mercadológicas aventando los peluches a los escenarios durante los conciertos para generar conversación.
Los mercadólogos políticos de Morena han decidido que esa es la vía; similizar a López Obrador y a Marcelo Ebrard. Los “Amlitos” y los “Carnalitos” se convirtieron en tema de conversación las últimas semanas, en particular una foto difundida por el líder de Morena, Mario Delgado, de un “Amlito” sentado en una silla que le quedaba enorme bajo un cuadro de un volcán en erupción. El tema de conversación fue para los opositores.
No es la primera vez que un candidato recurre a la caricaturización de sí mismo para convertirse en personaje. Lo hizo Manuel Clouthier con el “Maquío” dibujado por Paco Calderón. Lo hizo el mismo López Obrador con cómics durante la campaña. Lo que sí es novedoso es un Presidente en funciones convertido en personaje de caricatura.
El experimento es interesante y riesgoso. Pasar de la defensa de la investidura presidencial (esa fue la excusa que puso, por ejemplo, para no recibir a Javier Sicilia y a los LeBarón) a la caricaturización del Presidente es un gran paso hacia la desacralización de la figura presidencial. En su momento Vicente Fox hizo mucho para bajar del pedestal la investidura y acercarse de una manera distinta a la gente. Su empatía era innegable; los efectos sobre la figura presidencial no fueron los mejores: terminó siendo un Presidente de chacoteo.
El caso de López Obrador es distinto. Su cercanía con la gente y su popularidad están más allá de cualquier crítica y sus niveles de aprobación muy altos -similares a los que tenía Zedillo a estas alturas de sexenio. Claramente no necesita una campaña que lo haga ver simpático. Su problema de imagen está, en todo caso, en la eficiencia gubernamental. La pregunta entonces es ¿qué ganan el Presidente y Morena con una Simi-campaña? La imagen del Presidente poco. Sus factores de atracción y popularidad están en otra parte, en su forma de comunicación y en el ejercicio de su liderazgo. El beneficiado de esto es Morena que necesita mantener la marca vinculada López Obrador y que el Presidente esté en la campaña, aunque no esté en la boleta. Todo lo contrario, es el caso de los candidatos morenistas, a quienes les urge un baño de simpatía. Los asesores de campaña de Ebrard lo entendieron y más temprano que tarde veremos a los dos personajes, “Amlito” y “Carnalito” interactuando para generar la sensación de que Ebrard es un “Simi” Obrador.
Nada nuevo: la misma política de siempre, aunque no necesariamente más barata.
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