Ciudad de México, 25 de septiembre (SinEmbargo).- Mientras la Selección Mexicana de Futbol era cubierta por un sinfín de medios nacionales desde Wellington, en la ciudad neozelandesa el ritmo de vida seguía como de costumbre. Mientras la gente corría por las mañanas, detrás de los sets de televisión armados por mexicanos, en los bares se vislumbraba un partido más de los All Blacks. El Rugby, deporte nacional, dueño de la atención masiva solo comparable con el cricket, vivía la antesala de un hecho histórico.
El Haka tradicional que levanta suspiros previo a cualquier cotejo disputado por el mejor equipo del mundo, les fue prohibido para los All Whites que esperaban llegar a Brasil 2014 vía México. Los neozelandeses llenaron el WestpacTrust Stadium para disfrutar de un deporte distinto al que normalmente suelen gozar. La presencia del Tri fue catalogada como el evento deportivo más importante en la historia del país, con una derrama económica record de cinco millones de dólares. Sin posibilidad de hacerle frente a un equipo mejor, los aficionados festejaron los dos goles inservibles como si fuese un pase al Mundial.
El futbol es cosa de esparcimiento y pasarla bien, el rugby es cosa seria. Con una fortaleza fuera del alcance para cualquier futbolista profesional, los All Blacks han hecho historia tras finalizar este 2013 con un registro sin derrotas. El “año perfecto” de Nueva Zelanda es algo nunca antes visto en la historia de este deporte. El mejor del planeta fue a Dublín para finiquitar su cita con la historia de manera dramática. En el último minuto, bajo una revisión arbitral, lograron anotar para dejar las cosas 22-24.
Ninguna selección había logrado cerrar el año natural de manera invicta. Son 14 triunfos consecutivos durante este 2013 y la confirmación de que no tienen rival que se les pueda equiparar. Paralizaron un país mientras el resto del mundo se preguntaba sobre quién sería el ganador de un boleto a una nueva edición para un Mundial de futbol. Tradición y pasión, la marca establecida ha puesto al país oceánico de cabeza, orgulloso de su representativo tan apabullante como deportivo al mismo tiempo.
En Dublín, 50 mil personas abarrotaron el Aviva Stadium. Unos ansiaban ver caer a los All Blacks y dejarlos sin record; otros querían ver historia, pero todos querían estar ahí, sintiéndose afortunados por tener un lugar de privilegio. Como toda historia épica, el camino hacia la gloria tendría un trayecto turbulento antes de dejarse abrazar por el aire fresco del deber cumplido. El carácter mostrado desde el Haka se mantuvo presente, incluso en la sorpresiva adversidad, esperada por muy pocos.
Terminando el primer cuarto, el marcador señalaba un 19-0 provocador de la excitación anímica de los aficionados locales. Unos irreconocibles All Blacks deambulaban por el campo, sufriendo el peso de lo histórico. Pero al final Irlanda perdería la oportunidad de derrotar a Nueva Zelanda por primera vez en su historia. Un try en el último minuto cerró una remontada para el recuerdo. Ya se sabía que los All Blacks son el mejor equipo del mundo, pero todos presenciaron su ingreso a la eternidad.
