Ciudad de México, 25 de marzo (SinEmbargo).- Lleva el gol hasta en el apodo. Está arropado por una técnica individual reconocida por Juan Román Riquelme, así como de un carácter difícil y explosivo que proviene del barrio donde desde chico deleitó a amigos y pandilleros.
Teófilo Antonio Gutiérrez Roncancio es una de las figuras del futbol sudamericano, ídolo de miles en Argentina y sobre todo Colombia, país para el cual defiende los colores y arrebata del puesto titular a uno de los delanteros más deseados en la actualidad, Jackson Martínez.
Por esto y más que el diario El Espectador publicó un reportaje recientemente con el padre del goleador, administrador del estadio que alberga al Barranquilla FC «Romelio Martínez» y resposable de inculcar desde la cuna las pasión por el balompié, al grado de reconocer que «Teo prefería el balón antes que la teta».
En apenas 21 partidos con su selección, «Teogol» lleva ya nueve festejos propios, el último de éstos en la goleada del pasado fin de semana ante Bolivia por 5-0, anotación que había sido predicha por don Teófilo desde el martes anterior, cuando dijo: «El viernes voy a estar en el Metro disfrutando del partido. Veo un 3-0 con goles de Falcao, Bacca y Teo”.
Pero así como hay videos en la red con «pinceladas» de su técnica individual en el control del esférico, o golpeo del mismo con cualquiera de sus piernas, también las hay de sus problemas extracancha que apenas ha mostrado en México.
“El futbol me sacó de una guerra, de todos los problemas de violencia. Siempre tuve la mentalidad de llegar a ser alguien en la vida. El talento siempre lo tuve y mis padres fueron los que me inculcaron el futbol”, dijo el delantero de Cruz Azul, que de niño comenzó a trabajar para ayudar a su familia, ya fuera en la pescadería de la zona, o moliendo maíz para hacer empanadas que posteriormente vendería en las calles.
Fue en el peligroso barrio de «La Chinita» de su natal Barranquilla donde Teo comenzó a driblar, pero en ese entonces no era defensas o porteros a quienes se quitaba, sino «navajazos», balas o broncas principalmente de las pandillas llamadas «Los Malembes» y «Los Patrullas».“Ahí siempre estaba Teo jugando con un balón. Cuando se iba a armar conflicto, no importaba de qué bando fueran, lo ayudaban y protegían para que se retirara de ahí. Con él nunca hubo problemas”, recordó su padre.
Los propios agresores eran en ocasiones quienes ni siquiera apuntaban al pequeño Teo, según su padre, porque “era el ídolo niño del barrio y como al fin y al cabo a todos les gustaba el fútbol, tenían que proteger al referente que iba a lograr sobresalir. Hay que darle gracias a Dios por mantener a mi hijo saludable. A pesar de los problemas que haya podido tener, está cumpliendo su sueño”.
El ahora delantero tuvo sus inicios en el futbol como volante creativo, lo cual explica porque suele pedir la pelota en el campo de juego, e inclusive retrasar su posición para estar en constante diálogo con ella.
Era un «10» casi tan natural como Juan Román Riquelme, ilustre jugador argentino que pese a ser rival del delantero colombiano destacó sus cualidades mientras el resto criticaba su carácter. “Cuando tienes en frente un delantero así, por más que juegues con uno más, tienes miedo, en el buen sentido, de que algo va a inventar. Es un crack”.
Don Teófilo también agradeció el desarrollo de la tecnología en la actualidad, pues le permite estar casi diariamente en contacto con su descendiente que dijo está pasándola bien en tierras azteas. “Él se ha sentido muy bien allá, la gente lo quiere y eso para él es muy satisfactorio, está con su familia y en un país en el cual interactúa con todos gracias al idioma”, añadió.
Sin embargo, los resultados en el Cruz Azul distan de respaldar las palabras de don Teófilo, Riquelme, José Pekerman, y el resto de personas que lo alaban. Dos goles en 515 minutos con la máquina no es la producción esperada del delantero, aun cuando tampoco ha tenido el respaldo total del entrenador Guillermo Vázquez, quien además suele ubicarlo por detrás del centro delantero Mariano Pavone, jugador al que le suelen caer las ocasiones de gol a montones.