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Mario Campa

19/03/2025 - 12:05 am

Los aliados de Trump viven horas bajas y ganan estigma

Las continuas agresiones a los socios comerciales de Estados Unidos y el daño autoinfligido a la economía norteamericana son una mala combinación para ganar adeptos en México.

Asociarse con Donald Trump granjea generosas prebendas, pero también conlleva costos. Hoy resulta evidente en Norteamérica. Existe amplia evidencia de que uncir una carrera política al Presidente republicano aliena simpatizantes, en particular allí donde el nacionalismo defensivo crece como respuesta natural y estrategia de contención ante el extraño enemigo.

En Canadá, el partido conservador y su líder Pierre Poilievre perdieron de golpe la cómoda ventaja de cara a la elección. El relevo de Justin Trudeau por Mark Carney como Primer Ministro y la titubeante distancia entre la oposición y Trump resucitó a los liberales. Y tienen todas las de ganar en octubre. Los canadienses apoyan con entusiasmo la promoción de lo hecho en Canadá, la firma de tratados comerciales con nuevos socios, la remoción del alcohol estadunidense de los comercios, la cancelación de contratos con Elon Musk y la activación de represalias. Ser trumpista en Canadá es hoy suicidio político.

En Estados Unidos, Tesla es víctima de un boicot atribuible al vínculo del fundador con la Administración Trump. YouGov encontró que la opinión favorable de la marca está en un mínimo desde el inicio de la serie en el 2016. Otra encuesta de CNN sobre la gestión económica de Trump mostró que el 53 por ciento de los encuestados expresó una opinión negativa de Elon Musk, mientras que un 35 por ciento lo calificó positivamente. El repudio también escaló a nivel calle contra vehículos y agencias siendo blancos de activismo. Como resultado, en febrero las ventas de Tesla cayeron en tres mercados clave: dos por ciento interanual en Estados Unidos (vs. +16 por ciento del mercado), 49 por ciento en China (vs. +85 por ciento del mercado) y 76 por ciento en Alemania (vs. +31 por ciento del mercado).

En México, los estudios de opinión muestran un inequívoco repudio a Trump. Una evaluación en febrero de Buendía y Márquez puso en 80 por ciento la aprobación de Claudia Sheinbaum, con “defender al país de Trump” como la respuesta más mencionada a la pregunta sobre la mejor acción presidencial. La misma encuestadora reveló que sólo uno de cada 10 mexicanos tenía una opinión positiva de Trump y registró sólo siete por ciento de intención de voto al PAN, partido más próximo en ideología a los republicanos.

Latinobarómetro publicó el año pasado que entre los países de la región México es el país que peor evaluaba a Trump con un dos de 10 de calificación. Por otro lado, una encuesta de Ipsos en febrero mostró que ocho de cada 10 mexicanos consideran que los aranceles tendrían un impacto negativo para México, mientras 2 de cada 3 consideraba bueno o muy bueno el manejo de Sheinbaum ante las políticas de Trump. Las encuestadoras coinciden en que la presidenta genera mucha más aprobación que rechazo frente al matón de la cuadra.

La cruz de la moneda es la ultraderecha señalada como antipatriota. Eduardo Verástegui, lugarteniente del trumpismo en México, tiró toda la carne al asador con un saludo “romano” que causó repudio. Él al frente de Movimiento Viva México y la franquicia México Republicano como segunda carta enfrentarán una batalla cuesta arriba para lograr registro partidista. Si bien son los adeptos más vocales, no están solos como irradiadores de rechazo.

Varios políticos conservadores caminan de puntas para evitar el estigma trumpista. Una forma velada de secundar a Trump es manifestar simpatía por sus políticas de intervención o legitimarlo como presunto contrapeso al Gobierno mexicano. “Trump, la esperanza de México”, afirmaba Gabriel Quadri apenas el 27 de noviembre. Junto a él, panistas como Lilly Téllez o Xóchitl Gálvez reciben furibundos ataques en redes sociales por simpatizar con políticas antinarcóticos que amenazan la soberanía de México.

Otros opositores fueron más prudentes, condicionados por la amenaza al bolsillo propio. “Su personalidad es la de un narcisista, abusivo, grosero, irrespetuoso y despreciable en general”, manifestó Ricardo Salinas Pliego en redes sociales. Como pertinente aclaración, no se trataba de una autorreferencia sino de una crítica a Trump tras uno de cuantos anuncios arancelarios contra México.

También en el conservadurismo mediático es posible trazar simpatías entre genuinas y oportunistas. “La única oposición real que enfrenta el régimen de la presidenta Sheinbaum no está en México. Está en Estados Unidos y se llama Donald Trump…ha difundido como nadie el diagnóstico de que el Gobierno mexicano está coludido con el crimen organizado”, escribió un Carlos Loret de Mola cuyas antípodas de la 4T lo empujan a los brazos de Trump. Otra pluma de los disminuidos El Universal o The Washington Post, el nepobaby León Krauze, cumple a cabalidad las órdenes de Jeff Bezos de propagar ideas libertarias; sus columnas recientes contienen más críticas al Gobierno mexicano que a Trump o a las injusticias sociales en lo que podría estudiarse como un caso de autocensura y fidelidad al dinero.

Cabe aquí una digresión ilustrativa. The Washington Post cada vez es menos leído en México. Aunque no es posible saber cuántas de las miles de suscripciones canceladas corresponden a este país, al menos dos pistas sugieren que su audiencia declina. De acuerdo con cifras de Google, las búsquedas en México con la palabra New York Times superaron ocho veces a las del WaPo en los últimos 12 meses, cuando la media de los 20 años previos fue de cinco veces. Ya el cierre de la división opinión en español a comienzos del 2023 alertaba declive. Ahora, la cercanía de Bezos con Trump podría espantar más lectores.

La red de aliados de Trump vive horas bajas. Las continuas agresiones a los socios comerciales de Estados Unidos y el daño autoinfligido a la economía norteamericana son una mala combinación para ganar adeptos en México. Ante una coyuntura rodeada de trampas, algunos nacionales emulan hoy a los músicos del Titanic para amenizar el hundimiento.

En el corto plazo, el estigma Trump agudizará la crisis existencial de los partidos a la derecha del PRI y de largo alcance los podría relegar a nichos conservadores. Parafraseando a Sabina Berman sobre Salinas Pliego, (al hacer política) creen que disparan flechas cuando en realidad avientan búmerans.

Mario Campa
Mario A. Campa Molina (@mario_campa) es licenciado en Economía y tiene estudios completos en Ciencia Política (2006-2010). Es maestro (MPA) en Política Económica y Finanzas Internacionales (2013-2015) por la Universidad de Columbia. Fue analista económico-financiero y profesor universitario del ITESM. Es planeador estratégico y asesor de política pública. Radica en Sonora.

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