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Héctor Alejandro Quintanar

28/02/2025 - 12:05 am

Los diez vicios argumentativos de la amlofobia

El libro del maestro David Bak nos ayuda a entender que, en tiempos de democracia, estas falacias ya no son mantras poderosos que dirigen la vida pública, sino arengas necias que pueden repetirse obsesivamente en medios, en un ejercicio de doble libertad: la de los emisores para exhibirse y la de los demás para reírse.

En librerías se puede encontrar hoy el libro Gramáticas de la frivolidad, del maestro David Bak, una obra notable que, navegando entre la filosofía del lenguaje y la reflexión política, nos explica una tesis fundamental, y esta es que la democracia es, necesariamente, un fenómeno ruidoso, escandaloso, multicromático, cuya estridencia es producto no de un desorden, sino un reflejo claro de que la sociedad es diversa, y en esa diversidad hay voces distintas no sólo por su contenido, sino por su tono y capacidad de hacerse escuchar.

Con base en el concepto de “frivolidad”, el autor analiza parte del discurso político contemporáneo, donde un mismo vocablo puede usarse con objetivos diversos y su significado se torna en un terreno en disputa, según quién lo use. Pero David Bak no juega a la falta de rigor, o a asumir que todo significado vale. Más bien reflexiona sobre cómo en la política algunos personajes, con base en el poder y no necesariamente en la inteligencia o la honestidad, han querido tornarse en el monopolio de ciertos conceptos, a los cuales retuercen para usarlos no como herramientas para pensar, sino como armas arrojadizas o fetiches políticos.

Pensemos, por ejemplo, en el concepto “populismo”. Hoy, personajes como Enrique Krauze, Roger Bartra, Aguilar Camín, Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y una parte amplia de la prensa mexicana, usa ese término como un insulto, y con ello omite décadas de trabajo sociológico riguroso -de autores como Chantal Delsol, Laclau, Carlos Vilas, Julio Aibar-, donde se expone, con base en evidencia, que el populismo es un estilo político complejo que, en muchos casos, ha sido no un destructor sino un impugnador correctivo y favorable a la democracia.

Hoy, sin embargo, en el debate público mexicano, una buena parte de las voces de las derechas se arroga un significado único y peyorativo de “populista”, con el cual insultan a todo mundo, pero con ello no hacen ningún análisis, sino sólo reproducen la vulgata anticientífica del político que llevó al paroxismo el uso desmedido y peyorativo del concepto populismo: el señor Vicente Fox. Así, un ranchero iletrado, corrupto y antidemocrático se ha tornado, sin proponérselo, en un gestor de una gramática política que hoy muchos que se dicen “intelectuales liberales” reproducen sin pudor.

Y de ese modo, otros conceptos se malemplean en la discusión pública. Así, por ejemplo, se manosea un término como “democracia”, donde un actor como la Marea rosa de 2022 se arroga la potestad de ser el único cuerpo de demócratas en el país para, según ellos, “defender al INE” y salvar al entramado democrático de las garras de la malvada Cuatro Te. Da igual que la marcha la encabecen probados mapaches fraudulentos y violadores seriales de las leyes electorales (como el gánster comicial Roberto Madrazo, la vendedora de votos Elba Esther Gordillo, el dispendioso Vicente Fox, la falsificadora de firmas Margarita Zavala, el comandante de rompe elecciones Ulises Ruiz, y un largo etcétera). Y da igual también que al actor que atacan, Morena, haya siempre asumido una ruta electoral y sujeta a las reglas de competencia.

Para ellos, la evidencia es prescindible. Basta que se asuman como los únicos portavoces de la democracia para sentir que le dan fuerza a su argumento. Ante hechos así, el libro del maestro David Bak nos enseña que no hay nada más antidemocrático que alguien se asuma como demócrata exclusivo, mientras los demás no lo son. Del mismo modo que nos explica que, cuando en un sistema político tenemos en la conversación pública, en medios, en prensa y en otras plataformas un discurso monocorde, armónico, más que un concierto de consenso, lo que tenemos es un problema, porque precisamente la democracia consiste en tramitar pacíficamente a una sociedad que, necesariamente, tiene que ser ruidosa para mostrar sus diferencias y así poder procesarlas.

En ese sentido, si se entiende a la “gramática” como un esquema de interpretación, como un marco que da sentido a ciertas palabras, a manera de homenaje al libro del maestro Bak, aquí se exponen las diez falacias que parecen dar sentido al pensamiento conservador, a la amlofobia, ya que estos vicios, en vez de vérseles como errores que contaminan la deliberación pública, se han tornado en una camisa de fuerza que la propia oposición partidista, y sus voceros oficiales y oficiosos, se han puesto y los tiene arrinconados en la debilidad donde hoy están.

Sin más, pasemos aquí al decálogo de falacias de la amlofobia y el “razonamiento” de este coro reaccionario:

1. Falacia de Hombre de Peje.

Consiste en tomar una parte de algún discurso de López Obrador o Claudia Sheinbaum y distorsionarlo, sobredimensionarlo o tergiversarlo hasta el absurdo. Y luego pelearse a lo tonto con ese absurdo para provocar miedos infundados. Ejemplo: si AMLO dice: "Hay que someter a los gobernantes a revocación de mandato a mitad de su sexenio". Lo que los falaces entienden es: "AMLO quiere reelegirse y ser dictador".

Y hay casos concretos de este absurdo: Salvador Abascal Carranza y Enrique Krauze excretaron esta tontería en 2002 y 2006, respectivamente, sin que ninguna de sus pesadillas de hombres de paja, por supuesto, se cumpliera.

2. Falacia Ad Populistum.

Consiste en emplear el término "populismo" de forma anticientífica, al usarlo no como categoría sino como insulto contra todo lo que no se entiende (que es casi todo). Esta vulgata, así, confunde populismo con demagogia, socialismo, y lo que se acumule.

Ejemplo: Así como en el Siglo XX las voces más obtusas solían tratar de deslegitimar todo llamándolo "comunismo" (desde las intervenciones estatales hasta la liberación sexual de los sesenta), lo de hoy es llamar "populismo" a... pues básicamente todo lo que no es neoliberal.

3. Falacia de Reductio ad Macuspanem.

Consiste en negar racionalidad, capacidad o salud mental a determinadas personas no con base en hechos, sino sólo por su oriundez o nacimiento. Es una forma de racismo que no difiere mucho de los trumpistas supremacistas o los antisemitas. Ejemplos: Ramón Cota Meza o el poetastro foxista Aurelio Asiain acusando a la "genealogía de AMLO" como responsable de sus presuntos errores como Gobernante. El canon aquí es el texto "El mesías tropical" de Krauze, donde se alude a que la gente del sur es destemplada por naturaleza, y por ende, se sobreentiende, que la gente del trópico no debería gobernar.

4. Falacia de Autoridad.

Consiste en suplir los argumentos fácticos, los razonamientos lógicos o las aseveraciones documentadas, por las opiniones de alguna Vaca Sagrada de las derechas, aunque tales estén basadas en gorjeos que se extrajeron de algún sueño o prejuicio.

Ejemplo: En 2020, Roger Bartra publicó un libro cuya primera mitad está dedicada a insinuar que en 2018 AMLO ganó la Presidencia gracias a una fraude o intervención de gobernadores del PRI. ¿Qué dato o indicio ofreció para tal aserto? Ni uno. Pero basta que Bartra diga eso para que otros crean tal disparate.

5. Argumento Ad PANáuseam.

Consiste en repetir de manera neurótica acusaciones deliberadamente falsas que la propaganda calderonista hizo contra AMLO en 2006, a pesar de que hayan sido desmentidas desde hace años.

Ejemplo: AMLO nunca quemó pozos petroleros en los años noventa y eso ha sido desmentido numerosas veces. Sin embargo, ese cuento se repetirá hasta el fin de los tiempos.

6. Falacia Ad Nóminem.

Consiste en negar los argumentos de algún interlocutor llamándolo "propagandista", "oficialista", "palero" y similares. No importa que el aludido diga la verdad: si no odia febrilmente a "López" seguro es porque está en alguna nómina y le pagan.

Ejemplos: Cuando algún intelectual o periodista tiene la honestidad de hacer pública su militancia/simpatía/afinidad crítica o simplemente su voto por AMLO, se le niega capacidad de razón, aunque lo que diga sea cierto, o se acredite con el tiempo. Tal parece que en las derechas mexicanas, lo único inteligente y súper racional es detestar religiosamente a AMLO.

7. Falacia Tuo Quique.

Consiste en hacer falsas equivalencias y comparativos desproporcionados para tratar de generar la sensación de que este Gobierno "es igual" en atrocidades a otros del pasado, como, por ejemplo, el sexenio de Quique Peña Nieto.  Ejemplos: En 2011 el porro Javier Lozano, como Secretario del Trabajo de Calderón, labró la censura contra la periodista Carmen Aristegui. En 2014 Peña hizo algo parecido. Pero AMLO debe ser igual de censor porque en una conferencia le dijo "fifí" a un diario que mintió.

8. Falacia de la desconfianza gratuita.

Consiste, básicamente, en lo siguiente: cuando se trata de temas relacionados a AMLO, su trayectoria y su Gobierno, hay que ser escéptico ante los hechos pero crédulo ante los mitos. Ejemplo: Si AMLO en enero de 2008 presentó archivos y documentos que probaban que el Secretario de Gobernación Camilo Mouriño había hecho corruptelas con Pemex, no hay que creerle. Ah, pero si Pedro Ferriz expone una foto de 1960 y asegura que es un hijo de AMLO en un Lambourghini, ¡por supuesto que debe ser cierto!

9. Falacia del doblepensar.

Curioso mecanismo mental de los amlófobos, que los hace capaces de sostener dos creencias contradictorias, mutuamente excluyentes, de manera simultánea, y sin el menor gramo de recato y sin el más mínimo temor al ridículo. Ejemplos. Estas personas son capaces de creer que AMLO es un ser enjuto, y desahuciado con cuatro infartos y dos covids al mismo tiempo... y también es un ambicioso de poder que quiere reelegirse dos veces hasta 2036 o mangonear en un nuevo Maximato a quien lo suceda en el poder. Aplica para todo: Para el coro de Letras Libres, por ejemplo, AMLO es "un populista de derecha" (como dijo Roger Bartra) y también un "neosoviético" (como dijo Krauze).

AMLO debe ser el único gobernante del mundo que es al mismo tiempo militarista-narco; comunista de derecha y dictador débil, y Claudia Sheinbaum debe ser la única Presidenta sumisa autoritaria que da golpes en la mesa pero se subyuga a un macuspano que pese a ser un omnipotente gestor de un nuevo Maximato también está escondido en su rancho muerto de miedo.

10. Falacia ad Walter Mercádum.

Se trata de una tara ideológica muy extendida en los andurriales de la pejefobia, y se divide en dos:

Echar salmodias con prepotencia sobre "lo que López va a hacer" (a pesar de nunca haberse asomado para nada a lo que AMLO realmente ha hecho).

b) Ponerse a leer la mente de AMLO (a pesar de nunca haber leído ni un periódico).

Los ejemplos aquí sobran: "AMLO nos hará Venezuela"; "AMLO llevará el dólar a 40 pesos"; "AMLO en realidad quiere desaparecer al INE"; "AMLO va a pelear con Bush"; y así hasta la náusea.

Son estas falacias las claves básicas de la gramática reaccionaria que ha dominado el discurso público en los últimos lustros. El libro del maestro David Bak nos ayuda a entender que, en tiempos de democracia, estas falacias ya no son mantras poderosos que dirigen la vida pública, sino arengas necias que pueden repetirse obsesivamente en medios, en un ejercicio de doble libertad: la de los emisores para exhibirse y la de los demás para reírse.

Héctor Alejandro Quintanar
Héctor Alejandro Quintanar es académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, doctorante y profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Hradec Králové en la República Checa, autor del libro Las Raíces del Movimiento Regeneración Naciona

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