Gustavo De la Rosa
01/02/2025 - 12:04 am
Salvárcar 15 años después
"El 30 de enero de 2010, ahí, en una casa de esa calle, se celebraba una fiesta juvenil donde el equipo de fútbol americano celebraba el triunfo en la liga de preparatoria donde participaban los estudiantes del CBTIS 128".
La casa está en la calle Villas de Salvárcar, donde viven trabajadores de maquiladora, de servicios, transportistas, mujeres con doble jornada o algunos matrimonios tradicionales.
Son dos cuadras de vecinos que se hablan, se visitan, se invitan a comer, se venden las pequeñas producciones domésticas, las ventas a domicilio, para conseguir un peso más.
El 30 de enero de 2010, ahí, en una casa de esa calle, se celebraba una fiesta juvenil donde el equipo de fútbol americano celebraba el triunfo en la liga de preparatoria donde participaban los estudiantes del CBTIS 128. Los padres estaban a la puerta de sus casas que rodeaban esa fiesta. Casi terminaba el día, pasaban las 11:30 de la noche, el momento estaba en su máxima animación.
Al mismo tiempo, en el estacionamiento de un negocio de venta de comida rápida "Las Alitas" se reunió a un grupo de más de 20 sicarios convocados por "El Diego", jefe del Cártel de Juárez, en plena guerra con el Cártel de Sinaloa por el control de la zona.
Llegó la orden de "El Diego" y el comando de sicarios se movió con toda rapidez hacia el lugar de la fiesta. Llegaron primero a un domicilio particular, ahí asesinaron a una pareja de jovencitos y a un adulto que veía la televisión. Salieron del domicilio y una vecina caminaba frente a ellos, le dispararon en la cabeza, así como a otra persona que estaba recargada en un automóvil.
Uno de los sicarios descubrió el lugar donde se celebraba la fiesta y se lanzaron sobre los jóvenes. Los padres de familia cercanos a la casa corrieron a avisar a los jóvenes, que se protegieran. Fueron las primeras dos víctimas en el interior de la vivienda. Los jóvenes se arrinconaron en un pasillo y hasta ahí llegaron los asesinos. Empezaron a disparar a mansalva contra el grupo de jóvenes abrazados frente a la muerte. Algunos lograron brincar por una ventana que daba hacia una habitación de la vivienda y en ese momento fueron alcanzados por las balas de los asesinos.
Los sicarios salieron del domicilio, subieron a los cuatro vehículos que los transportaban y se alejaron del lugar.
Los padres y madres que habían visto cómo asesinaban a sus hijos desde la acera de enfrente, corrieron a auxiliar a sus muchachos. Algunos los encontraron heridos, otros no, falleciendo. Hicieron el enorme esfuerzo de levantar los cuerpos de sus amados hijos y tratar de trasladarlos a un hospital del Seguro Social que se encuentran cerca del lugar.
Al final, el saldo del asesinato masivo fue cinco adultos y 10 jóvenes fallecidos, además de 20 jóvenes heridos de bala. Al día siguiente, en Japón, el presidente Calderón justificó la tragedia diciendo que se trataba de un enfrentamiento entre bandas de pandilleros.
Los primeros días hubo una enorme reacción de solidaridad con las familias, incluso se logró integrar un modelo eficaz para combatir la violencia . Ciudad Juárez se convirtió en el centro de las noticias internacionales, con reporteros de todo el mundo.
Al cumplirse el primer año de la tragedia, los padres de familia organizaron dos eventos: una misa en la iglesia más cercana y un memorial en el campo de fútbol americano del CBTIS 128, donde estudiaban los jóvenes y competidores del equipo Jaguares de esa preparatoria.
Y así, año tras año, se han ido reuniendo en los dos eventos. Yo era visitador de la Comisión de Derechos Humanos estatal en aquel tiempo, y después de lograr superar todos los obstáculos burocráticos de la misma comisión, me hice cargo de luchar junto con los padres de familia por la justicia integral que pudiéramos conseguir. Y por eso, cada 30 de enero los acompaño en ambas ceremonias. Ayer en la misa no hubo, ni prensa, ni funcionarios pero no se notó su ausencia.
He pasado los últimos 13 años junto a ellos en este día, y la sensación de pérdida, de dolor, de tristeza profunda, de previa depresión que se siente desde que llega noviembre, los sermones del sacerdote y los recuerdos de los directivos y familiares en el campo de fútbol llegan al corazón de los padres presentes, pero la pregunta que se sostiene junto con el dolor y la tristeza inamovible sigue siendo ¿por qué? ¿Por qué los asesinaron?
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