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María Rivera

30/01/2025 - 12:02 am

Fascismos

La amplia mayoría que votó por Trump es un indicio de que el problema puede ser muy grave, extenderse como un incendio, como lo fue en la Alemania del siglo pasado.

Fascismos
Donald Trump, Presidente de Estados Unidos. Foto: Donald Trump, Facebook

Es impresionante, querido lector, la velocidad con que Donald Trump está alterando el orden social y político dentro y fuera de su país. Desde que tomó posesión y como le comentaba la semana pasada, no ha dejado de firmar órdenes ejecutivas para cambiar, profundamente, diversas políticas tanto económicas como culturales de su país y también del mundo.

La política de deportaciones indiscriminadas contra migrantes es sencillamente brutal. No porque antes no deportaran a latinos, sino por la narrativa contra quienes se ven obligados a migrar de sus países en busca de una mejor vida. Trump decidió convertirlos en criminales, a todos, si entraron de manera ilegal al país. De allí que, en desplantes de poder abusivo los haya estado deportando esposados, en aviones militares, vejándolos. En su narrativa, preocupantemente fascista, los migrantes ya no son migrantes, sino “invasores” y “criminales”. Para lograr esto, Trump declaró una emergencia nacional, por una invasión, por lo que ha echado mano de las fuerzas militares para combatirlos. Una terrible desgracia, ya que los migrantes que viven en Estados Unidos están siendo sometidos a cacerías y deportaciones, separados de sus familiares.

El problema mayor es, sin duda alguna, la violenta retórica que ya podríamos empezar a llamar fascista, destinada a exacerbar capas de odio, xenofobia y racismo en la sociedad norteamericana. Es totalmente preocupante ver las reacciones de sus bases duras, su audiencia en las redes, especialmente en X donde su dueño, Elon Musk, predica sin pudor el odio por los migrantes.

Una fracción radical de ellos, por ejemplo, desea una incursión militar en México contra el narcotráfico, fantasean con lanzamientos de misiles en el norte del país o con “borrar de la faz de la tierra” a los mexicanos, alentados por la retórica trumpista. No sería raro que incidentes violentos y espontáneos contra migrantes latinos comenzaran a suceder: la incitación del odio es muy peligrosa cuando está promovida por el poder. Tampoco es gratuito que el nazismo aparezca por aquí y por allá, para hablar de lo que está ocurriendo allende nuestras fronteras. Ignoro, querido lector, qué tan extendido esté en aquel país esta enfermedad, pero la amplia mayoría que votó por Trump es un indicio de que el problema puede ser muy grave, extenderse como un incendio, como lo fue en la Alemania del siglo pasado.

Si alguien es escéptico al respecto, piense en el discurso de superioridad nacionalista de Trump y el discurso de “Make América Great Again”; en el discurso que estigmatiza a los migrantes como principales culpables de los problemas norteamericanos y a sus socios comerciales que han “abusado” de ellos; en su intención de apoderarse de territorios de otras naciones aduciendo que son suyos como el Canal de Panamá o Groenlandia y su amago de incursiones militares en países soberanos como México, o la intención de despojar a hijos de migrantes nacidos en Estados Unidos de su ciudadanía... El discurso populista nacionalista está en todo su apogeo y el mundo entero lo está contemplando tal como sucedió en el siglo pasado con el surgimiento del nazismo, que fue general y sistemáticamente subestimado. Es evidente que el orden que surgió tras la Segunda Guerra Mundial, está desplomándose. La ONU y sus organismos atraviesan una crisis sin precedentes, después del genocidio impune cometido en Gaza por Israel, apoyado y promovido por Estados Unidos, donde se demostró su disfuncionalidad. La salida de Estados Unidos de la OMS, el anuncio del retiro de fondos, es una piedra más sumada a la debacle. A estas alturas, sabemos que no hay organismo internacional capaz de detener los abusos de los Estados Unidos.

Nadie debería de tomarse a la ligera lo que está pasando, querido lector, porque Trump podrá irse en cuatro años, pero para entonces ya habrá incubado el huevo de la serpiente. Si algo estamos confirmando, por desgracia, es que el personaje dejó de ser una anomalía en la política norteamericana; se apoderó de todo un partido político, el Congreso y hasta de la Suprema Corte. Tiene, además, cuadros eficientes y radicalizados que bien pueden continuar su política, y una masa de electores que lo apoya.

Como mexicanos, no es suficiente con tratar de sobrellevarlo y esperar que las cosas no empeoren. Si se tenían dudas de si Trump sólo blofeaba, me parece que las dudas se han despejado ya. No sólo no blofea, llevará a cabo sus planes, precisamente porque tiene la voluntad, la capacidad y no tiene mucho tiempo para elevarse como un Mesías o como un Fhürer. La situación será muy delicada si nuestro país se niega a acatar sus órdenes, que eso son. Claudia Sheinbaum está y estará en un predicamento porque, aunque sostenga la retórica nacionalista de la soberanía nacional, en los hechos puede ceder incluso más que lo que cedió el Presidente López Obrador, por la sencilla razón de que este nuevo Trump necesita exhibir su poderío sobre nosotros: humillarnos. El asunto es ¿hasta dónde estará dispuesta a ceder la soberanía de nuestro país en las negociaciones, más allá del discurso?

Hemos visto ya como Trump es capaz de elevar sus amenazas en horas para tratar de doblegar a quien se resista a sus políticas. El caso de Colombia y el Presidente Gustavo Petro, que se negó a recibir un avión militar con deportados colombianos, es paradigmático, en varios sentidos. Primero, por la rapidez con que respondió elevando amenazas de aranceles y cancelación de visas, pero también por cómo presentó el final del diferendo con Colombia.

Se adujo, en un comunicado humillante del Gobierno de Estados Unidos, que el Presidente Petro había aceptado todas sus condiciones ¿Fue así? La verdad no lo parece, si nos atenemos a los hechos. Colombia se negó a recibir el avión militar estadounidense por el trato vejatorio que les dieron a sus ciudadanos, quienes venían esposados, no a recibir migrantes deportados. Antes, Brasil se había quejado de este trato a sus ciudadanos deportados de igual manera. Ante esto, el Presidente colombiano envió el avión presidencial por los migrantes. No parece, de ninguna manera, que Trump se haya salido con la suya, sino que Petro logró lo que se proponía: evitar que Estados Unidos les enviara aviones militares con colombianos esposados, por lo menos hasta el día de hoy.

No alcanzo a entender, querido lector, por qué los medios decidieron cubrir la nota únicamente dándole crédito y reproduciendo el comunicado estadounidense. No es una novedad, esto sí lo sabemos desde el periodo anterior de Trump, que el Presidente miente de manera cínica y escandalosa. Es un mentiroso, pero no es tonto: aprovechó la crisis con Colombia para reforzar su discurso de poder sobre los países latinoamericanos y, al mismo tiempo, advertirles de las consecuencias en caso de no obedecer a la “renacida” potencia mundial. Los medios, lamentablemente, le hicieron el caldo gordo, como dicen.

Ante este durísimo panorama con Estados Unidos, la Presidenta Sheinbaum, además de tratar de conservar el estatus quo con Estados Unidos y minimizar las pérdidas, tendría también que comenzar a pensar, muy seriamente, en una salida de emergencia para México: considerar otras alianzas comerciales y afinidades con países latinoamericanos. Esto, porque bien puede ser que estemos en un periodo crucial y decisivo de la historia que conlleve cambios que creemos imposibles y muy peligrosos, y no frente a una calamidad pasajera ¿no cree?

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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