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Fabrizio Lorusso

30/01/2025 - 12:05 am

W Petro

Petro se ha erigido a líder “latinoamericanista”, de una siempre soñada y pretendida “América Latina unida” contra el Calibán materialista estadounidense

Gustavo Petro, Presidente de Colombia. Foto: Pedro Anza, Cuartoscuro
Gustavo Petro, Presidente de Colombia. Foto: Pedro Anza, Cuartoscuro

La respuesta del Presidente colombiano Gustavo Petro a los actos provocativos y posiblemente criminales de Donald Trump, a saber, el trato indigno recibido por las personas migrantes deportadas de Estados Unidos, ha desatado polémicas y apreciaciones a lo largo y ancho del continente. Para el derecho internacional, la actuación del Trump 2.0 representa una violación a los derechos humanos de las y los migrantes, pero para voceras y miembros de su gabinete recargado se trata de sacar a como dé lugar a los que su Presidente (cito) considera “asesinos, capos de la droga, miembros de pandillas, las personas más duras que haya conocido o visto”. Y sobre todo se trata de mostrarlo en los medios para compactar sus secuaces y la opinión pública interna.

Así que el tema Petro-Trump ha estado unos días al centro de las crónicas de medio mundo y de los debates entre latinoamericanistas e internacionalistas. Sin embargo, esta fuerte presencia mediática y hasta académica ha servido menos para denunciar los abusos de la nueva política migratoria estadounidense que para propagandear los supuestos éxitos e indicadores cuantitativos de la estrategia.

A las 3:41 de la madrugada del domingo 26, Gustavo Petro, publicó un tweet (o post de X) que afirmaba lo siguiente: “A las 6:45 a.m. llegará el primer avión con deportados colombianos desde EU Otro avión llegará hacia las 10:00 a. m. Recibámoslos con banderas y flores”. Pero unos 35 minutos después, probablemente tras ser informado de las condiciones del viaje para las personas deportadas colombianas, se retractó: “Los EU no pueden tratar como delincuentes a los migrantes colombianos. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. EU debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes que los recibamos nosotros”.

El núcleo de la petición y queja del colombiano estaba en el trato humillante dado a los colombianos y no el rechazo a rajatabla de aviones con personas deportadas, lo cual sería básicamente violatorio del derecho internacional y de las prácticas consolidadas entre países.

Acto seguido, el Departamento de Estados Unidos anunció el cierre de la sección de visas en su embajada en Bogotá a partir del lunes 27 de enero de 2025, mientras que Trump directamente, mediante la red Truth Social, amagó al país andino con aranceles de emergencia del 25 por ciento sobre las exportaciones a Estados Unidos, que aumentarían al 50 por ciento dentro de una semana. A eso Petro contestó con una medida especular, en contra de las importaciones estadounidenses a Colombia.

Claramente el impacto sería más fuerte y negativo para Colombia, ya que tiene un tratado de libre comercio con EUA y mantiene un superávit comercial con ese país, que además es su principal inversor extranjero. No obstante, el mandatario colombiano insistió en exigir mejores condiciones para sus ciudadanos.

Trump amenazó, asimismo, con aplicar un “paquetazo”: prohibición de viajar y revocaciones inmediatas de visas para los funcionarios del Gobierno colombiano, sus familiares y sus partidarios; mejores inspecciones de Aduanas y Protección Fronteriza de todos los ciudadanos colombianos y de carga por motivos de seguridad nacional; sanciones de hacienda, bancarias y financieras; las que “serían solo el comienzo”: “¡No permitiremos que el Gobierno colombiano viole sus obligaciones legales con respecto a la aceptación y el regreso de los criminales que obligaron a ingresar a los Estados Unidos!”, escribió el mandatario norteamericano.

A esto Petro respondía en X que más de 15 mil ciudadanos estadounidenses deberían regularizar su situación migratoria en Colombia. Literalmente, aludió también a la crisis del Darién, por donde pasan hasta tres o 400 mil migrantes al año entre Panamá y Colombia, y a la de Venezuela, por la que millones emigraron de aquel país, también debido a las sanciones estadounidenses: “Hay 15 mil 660 estadounidenses establecidos en Colombia de manera irregular. Deben acercarse a nuestro servicio migratorio para regularizar su situación. Espero que no se congele el diálogo sobre el Darién. Si no hay regularización aumentarán las ilegalidades. Ya lo vimos cuando EU bloqueó a Venezuela e hizo estallar la oleada migratoria”, afirmó Petro.

En otro largo post, Petro retomó su habitual vena poética y polémica. Escribió un discurso de manual latinoamericanista con fuertes dosis de arielismo, antimperialismo, historia regional y bolivarianismo, que sus críticos han tildado de irresponsable y “macondista”, es decir como “tendiente a sobreponer a lo real tintes de lo fantástico”, pero que sus admiradores (y no sólo) en todo el continente, en cambio, han celebrado como corajoso y meritorio desde la perspectiva de los pueblos nuestramericanos.

Ya para las 22:00 horas del domingo 26, mediante un comunicado, la Casa Blanca confirmó un acuerdo con el Gobierno de Colombia, el levantamiento de las sanciones implementadas o anunciadas, la deportación de las personas en aviones militares. Sin embargo, esto deberá ser en “condiciones dignas, como ciudadanos sujetos de derechos”, acordadas entre los dos países con reuniones diplomáticas, como lo describió la Cancillería de Colombia en un comunicado oficial en el que se confirman los acuerdos y el envío del avión presidencial a Estados Unidos para repatriar a las personas migrantes.

Durante cada uno de los primeros 10 días de su segundo mandato, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha defendido sus medidas coercitivas contra los migrantes, tachados y tratados de criminales, y saludó positivamente el lunes 27 de enero el hecho de que las autoridades de Colombia dizque hubiesen dado “un paso atrás” en su postura de rechazar los aviones con nacionales deportados desde territorio estadounidense. Pero esto, de por sí, nunca había pasado: Petro no había refutado las deportaciones y los aviones como tal, sino las condiciones en que viajaban sus connacionales deportados.

De paso, Trump ha aprovechado para ensalzar al secretario del Departamento de Estado, Marco Rubio, y el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, que conformarían “un gran grupo de gente”. Esto delata una clara estrategia de compactación interna de los consensos y de la imagen de acción unitaria de los aparatos estatales contra “el enemigo” creado en Estados Unidos: las personas migrantes, ahora criminalizadas desde que pisan el territorio de la Unión.

"Nos regañaban porque los teníamos encadenados en un avión. Y él (o sea, Gustavo Petro) dijo, esta no es forma de tratar a la gente. (...) ¿Te gustaría ser el piloto de un avión? Tienes 300 personas sentadas en un avión, cada uno de ellos o un asesino, un capo de la droga, un capo de algún tipo, un jefe de la mafia, o un miembro de una banda. Y tú pilotas ese avión.

No va a terminar bien", esto según Trump. Si bien el argumento pareciera tener su lógica, existen otras medidas de seguridad posibles y más respetuosas, además de que no habría necesidad de propagandear y hacer alarde mediático de la “dureza y eficacia” de los aparatos represivos en la frontera y en el país, exponiendo y sojuzgando públicamente a quienes fueron detenidos y expulsados.

Cabe señalar que la policía de Brasil, donde el sábado 25 de enero aterrizaron vuelos procedentes de Estados Unidos con personas en situación irregular a bordo, está investigando posibles malos tratos de las autoridades estadounidenses: se trata de vuelos con personas en su mayoría engrilletadas de pies y manos.

El Presidente Lula da Silva ha impuesto que, en los aviones estadounidenses, aquellos que hicieran escala en la ciudad amazónica de Manaus el pasado fin de semana, ninguna persona fuera esposada, solicitó explicaciones por canales diplomáticos y también se sumó al reclamo de Petro sobre el maltrato recibido por sus conciudadanos.

Un dato relevante, indicio de la alineación casi militar del establecimiento antes globalista y pro-derechos y hoy derechista-libertario, es que el 99 por ciento de los medios corporativos y hegemónicos del Norte y del Sur global han sesgado enormemente la información con sus editoriales y titulares de corte neocolonialista y alineados al trumpismo.

En síntesis, casi todos han hablado de que Trump se impuso sobre Petro, obligándolo a recibir a las personas deportadas en los aviones estadounidenses, así que el colombiano habría “reculado”, desistido de sus pretensiones, y el norteamericano habría “ganado”.

Primeramente, es embarazoso que se hable de quien gana, derrota o impone algo al otro, en estos términos de la prensa global, porque finamente los únicos que realmente están pagando las crisis diplomáticas de este tipo son las y los migrantes latinoamericanos y de otras naciones. Sin más.

Un segundo dato importante, entonces, es que Petro solicitó y consiguió un trato más respetuoso a las personas migrantes de origen colombiana que fueron y serán expulsadas de EUA y repatriadas a Colombia en aviones civiles y militares, o sea, consiguió que no fueran tratados como delincuentes, utilizados como carnaza mediática para fines políticos internos estadounidenses y como casos ejemplares para las y los demás latinoamericanos y extranjeros en aquel país, que no fueran esposados, encadenados, engrilletados y humillados al estilo de los esclavos.

Por otro lado, claro está que tanto los mensajes de Trump como los de Petro han tenido un alcance, una intencionalidad y una repercusión política tanto externa como interna a sus respectivos países. Y que probablemente algo de esto estaba previsto o calculado, y podrá repetirse cíclicamente con Trump en la Casa Blanca, sobre todo mientras se acerquen procesos electorales locales, dentro de las geografías y geometrías estratégicas regionales.

Petro se ha erigido a líder “latinoamericanista”, de una siempre soñada y pretendida “América Latina unida” contra el Calibán materialista estadounidense, por lo que incluso el Presidente Lula en Brasil se sumó a ciertos reclamos en contra del mal trato de sus ciudadanos deportados, la mexicana Claudia Sheinbaum subrayó que no pretende aceptar a ciudadanos no mexicanos deportados en territorio nacional (aunque en los hechos pueda terminar haciéndolo), y finalmente Xiomara Castro, Presidenta de Honduras y pro tempore de la CELAC (Comunidad Estados Latinoamericanos y Caribeños), convocó a reunión urgente esta organización latinoamericana en que no participan Canadá y Estados Unidos.

Aunque la reunión fue revocada, y por el momento desconocemos los motivos concretos, en el contexto de la crisis Petro-Trump del fin de semana, significó una señal de preocupación regional, pero también de respaldo a Colombia. No obstante, no duró.

Puede que la cancelación se deba a que las posturas de los distintos países de la región frente a la agresiva política migratoria norteamericana sean muy divergentes y, al no poder encontrar un consenso sobre algún pronunciamiento conjunto y sin una adecuada y previa articulación, la iniciativa podría resultar en un fracaso.

De hecho, el “cinturón trumpista” o cercano a Marcos Rubio en Latinoamérica, conformado por Argentina, Ecuador, Costa Rica, Panamá, Paraguay y El Salvador probablemente haya sido el motor o motivo para la suspensión de la cumbre y, en el futuro próximo, constituirá el principal freno a la “unidad regional” y a los mismos gobiernos de izquierda y progresistas, sobre todo si deciden levantar la voz ante atropellos contra sus ciudadanos y economías.

Fabrizio Lorusso
Profesor investigador de la Universidad Iberoamericana León sobre temas de violencia, desaparición de personas y memoria en el contexto de la globalización y el neoliberalismo. Maestro y doctor en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Colaborador de medios italianos y mexicanos. Integra la Plataforma por la Paz y la Justicia en Guanajuato, proyecto para el fortalecimiento colectivo de las víctimas.

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