Juan Carlos Monedero
29/01/2025 - 5:59 pm
Petro y Trump
Algunos suspiraban con que el Presidente Petro por fin mordiera el polvo y cayera sobre la lona, pero no contaban con que cuando alguien ha descartado ya la tortura, el intento de asesinato, la cárcel y mil intentos de muerte civil, no hay mayor regalo que permitirle defender a cualquier precio la dignidad de su país.
“Los Estados Unidos no pueden tratar como delincuentes a los migrantes colombianos. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio”, escribió en la red X el Presidente colombiano Gustavo Petro. Y se prendió la pradera. Amenazas, aranceles, retiradas de visas, aspavientos y algunos insultos del Presidente del pelo de color naranja.
Después de la tormenta, siempre viene la calma -bueno, mientras que la tierra termina de enfadarse del todo- y lo que parecía que iba a ser un terremoto con tsunami incluido que iba a caer sobre las espaldas de Gustavo Petro, sobre Colombia, sobre los colombianos y las colombianas fue, al final, una tormenta en un vaso de agua.
Algunos suspiraban con que el Presidente Petro por fin mordiera el polvo y cayera sobre la lona, pero no contaban con que cuando alguien ha descartado ya la tortura, el intento de asesinato, la cárcel y mil intentos de muerte civil, no hay mayor regalo que permitirle defender a cualquier precio la dignidad de su país.
Puede ser verdad que Petro no calculara bien las consecuencias, pero quien seguro que no hizo bien las cuentas fue alguien en Washington.
Colombia era el país escaparate de los Estados Unidos, el niño mimado, el que prometió ser con Uribe el Israel norteamericano, el que mandaba tropas a las aventuras imperiales norteamericanas. Pero es que por primera vez en 200 años, hay un Presidente de izquierda.
Esto nos enfrenta a la pregunta verdadera: ¿quién ha ganado este round del Presidente del pelo naranja con un Presidente latinoamericano?
No olvidemos que Trump acaba de ser investido después de ganar contundentemente a Kamala Harris, de librarse de un par de atentados y de prometer a los norteamericanos que iba a deportar como si no hubiera un mañana.
La apuesta de Petro fue sin duda arriesgada. Decirle a la persona más poderosa del planeta lo que tiene que hacer es atrevido. Decirle: no vamos a tolerar que nos devuelvan a nuestros compatriotas de manera indigna, es aún más atrevido. ¿Y qué terminó contestando Estados Unidos? Vale, que vengan a por los migrantes. 1-0.
Podríamos decir que si el gigante no de tritura, ya has ganado. Pero es que te ha comprado tu demanda y los deportados colombianos, que no eran delincuentes, regresaron sin esposas, hierros ni cadenas.
Además, Estados Unidos retiró las sanciones. No solamente Petro le dijo: te voy a hacer lo mismo, si me pones aranceles, te ponemos aranceles, sino que al final Estados Unidos retiró las sanciones y los colombianos fueron deportados -como en tantas otras veces antes- de manera digna.
2-0.
Hay algo muy relevante. Colombia sólo ha hablado con Estados Unidos de narcotráfico y de guerrilla. Y la agenda, siempre la impuso Washington. Hoy el tema bilateral es migración. Es el primer Gobierno de la historia de Colombia que impone a Estados Unidos la agenda.
3-0
Y cuidado, porque la región ya no es un espacio fragmentado donde la relación del gendarme del norte era país a país. Lejos de salir Trump victorioso, ha logrado que el tema migratorio se haya convertido en una reclamación del sur global. Es decir, que la solidaridad global no ha sido con Trump, sino con Petro, porque la migración es un reto de todos los países latinoamericanos y, en términos generales, de todo el sur. México ha tomado nota, igual que el resto de los países del continente. Y la convocatoria de la Comunicad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Celac, luego desconvocada una vez solventado el problema, es igualmente una advertencia: tenemos un mecanismo que se va a activar cada vez que quieras abusar de alguno de nosotros.
4-0 y este gol es de Trump en propia meta.
Si será la goleada evidente que el expresidente Uribe, con ayuda de los medios norteamericanos, ha pretendido lanzar la idea de que ha sido él el que ha solventado el problema. No deja de ser curioso porque Uribe es el que negoció el TLC y nunca metió en ese tratado nada que mencionara mecanismos para tratar la migración.
Lo que ha pasado es que Petro, al que odia Uribe, es un constitucionalista. Hay un organismo en Colombia que es la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, donde están todos los expresidentes. Ahí fue donde Uribe habló. Fue Petro quien convocó ese órgano. Y seguramente mucha gente hizo su parte para hacerle ver a Trump que pelearse con Colombia, durante tanto tiempo, el país mimado de América Latina, igual no era una buena decisión.
De la misma manera que gente con capacidad de influir en Colombia se asustó con la retirada de los visados. Recordemos que Petro no tiene mayoría en su Gobierno y que hay ministros que son piezas del expresidente Santos o que pertenecen a la derecha no uribista.
Un amigo colombiano me decía que con Petro, siguiendo la estela de otros presidentes y presidentas desobedientes, a lo mejor rebeldía se está volviendo otra vez de izquierdas.
Escuchar a la Presidenta Xiomara Castro decirle a Trump que si usa las deportaciones como un arma contra Honduras, seguramente las bases norteamericanas en el país no tienen razón de ser.
Escuchar a la Presidenta Claudia Sheimbaum, con tres mil 152 kilómetros de frontera compartida con Estados Unidos, que México es un país soberano y que las deportaciones no pueden incumplir los derechos humanos, es un llamamiento a los 40 millones de mexicanos que viven en los Estados Unidos de que hay un Gobierno en México que les cuida. “Lo importante, lo dije desde el primer día -afirmó Sheinbaum- es actuar siempre con la cabeza fría, defendiendo la soberanía de cada país y el respeto entre las naciones y los pueblos”.
Parece que la dignidad se extiende por América Latina. Hay países que nunca se han arrodillado ante los Estados Unidos y esa conciencia, se va extendiendo. Nos habla de un nuevo continente.
El continente del coronel Aureliano Buendía y de Remedios del que le habló Petro a Trump. Pero Trump no ha leído Cien años de soledad, aunque nosotros sí hayamos leído a Walt Whitman y a Chomsky y a Arthur Miller, como le recordaba el Presidente colombiano. Trump no sabe quién es Eliacer Gaitán ni Salvador Allende y cuando piensa en el 11 de septiembre, no piensa en Pinochet, sino en las Torres Gemelas.
Quizá es verdad que Gustavo Petro fue algo arrogante con Donald Trump: mira que hablarle del país de la belleza, la dulzura y de las mariposas amarillas…
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