El feminicidio de Carla, una adolescente de 14 años, ejemplifica cómo el sistema de protección y las instituciones de justicia no solo fallan en prevenir la violencia, sino que también perpetúan la impunidad al no investigar con la debida diligencia, donde la falta de exhaustividad en la búsqueda de pruebas y la deficiente integración de las carpetas de investigación del feminicidio ponen en riesgo el caso en los tribunales.
Ciudad de México, 26 de enero (SinEmbargo). El feminicidio de Carla Carlos Rosas, una adolescente de 14 años en Altamira, Tamaulipas, pone en evidencia las fallas del sistema antes y después del crimen. A pesar de los esfuerzos de su madre por protegerla y evitar la relación de la adolescente con un joven mayor de edad, de 18 años, las instituciones no actuaron para prevenir el riesgo, ya que, a pesar de que ella solicitó ayuda, no le dieron el acompañamiento necesario, una omisión que mantuvo a Carla en riesgo y culminó en su asesinato. Aunado a ello, tras su feminicidio, las fallas se perpetuaron debido a que las irregularidades en la investigación debilitan el caso.
“Hoy pido justicia para mi hija, con tan solo 14 años le arrebataron la vida”, señaló Elizabeth Rosas, madre de Carla, en entrevista con SinEmbargo.
Elizabeth denunció deficiencias en la investigación y la recopilación de pruebas contra el principal sospechoso, el exnovio de la menor, Fabián “N”, de 18 años, por lo que temen que los elementos probatorios no sean suficientes para una sentencia ejemplar. El pasado 14 de enero se realizó la audiencia para el cierre del periodo de investigación y de entrega de pruebas complementarias, pero el Ministerio Público solicitó precisamente una prórroga para recabar más pruebas complementarias, informó Elizabeth.
“Quiero que el Ministerio Público haga su trabajo, que deje de dormirse en sus laureles, que haga su trabajo. Como me piden, ¿cómo voy a dar pruebas de lo sucedido, si en las manos de ellos estaba girar las órdenes de cateo, de resguardo, pedir al juez todo eso? Y hoy me salen con que no hicieron nada de eso. ¿Entonces, qué hacen en esos lugares si no están trabajando?”, agregó.
Sin acompañamiento
En agosto de 2023, Carla conoció a Fabián, quien entonces tenía 17 años y ella 13. Elizabeth, la madre de Carla, descubrió el noviazgo al verla platicar con él en una esquina. Preocupada por la corta edad de su hija, Elizabeth le exigió a Fabián que no hablara con ella. Sin embargo, seguían en contacto.
A los pocos meses, la menor ya tenía 14 años y él 18 años de edad. Elizabeth intentó impedir la relación debido a la diferencia de edad, por lo que buscó apoyo en instituciones como el DIF y el Ministerio Público, pero no la ayudaron a controlar y evitar que el joven siguiera acercándose a Carla.
La madre de la menor narró que cuando acudió al DIF, le recomendaron que no le prohibiera la situación para no alejar a la niña y, aunque ella no estaba de acuerdo con la relación, para evitar que la niña se fuera de casa le permitió que viera al joven y firmaron un acuerdo en el DIF.
Ante esta situación, Elizabeth permitió que Fabián visitara a Carla bajo condiciones estrictas: solo podía ir un día por semana, no más allá de las 10 de la noche, y siempre con supervisión. Sin embargo, Elizabeth comenzó a notar comportamientos preocupantes, pues comenzaba a mostrar actitudes violentas, como confrontar a un vendedor de agua que pasó cerca de Carla.
En mayo de 2024, Elizabeth descubrió mensajes en el Instagram de Carla que revelaban que Fabián, a quien le habían permitido que visitara su casa, incitaba a la adolescente a “echársela de pinta” y a desobedecer a su madre. Elizabeth relató que incluso leyó los mensajes en los que el joven le daba instrucciones claras y manipuladoras sobre cómo debía actuar, incluso respecto a lo que debía decirle a la psicóloga.
Para la madre fue inadmisible que el joven no solo se inmiscuyera en su vida, sino que, en un momento, insinuara que Carla debería irse lejos si su madre decidía separarla de él. Al leer los mensajes, explicó la madre, ella no dudó en confrontarlo de inmediato, enviándole capturas de pantalla de la conversación y exigiendo una explicación, pero la respuesta del joven fue evasiva e incluso culpó a Carla. Dicha situación llevó a Elizabeth a prohibir por completo el contacto entre ambos.
Sin embargo, el proceso para proteger a Carla no fue sencillo. Carmen se dirigió a diversas instancias legales, pero se encontró con una burocracia y desinterés que no ayudaban a su causa. La Fiscalía y el DIF, a pesar de las pruebas que Carmen aportó, no tomaron acciones concretas.
En su esfuerzo por proteger a la menor, Elizabeth contó que nuevamente le hablaba a la niña con firmeza sobre las consecuencias de mantener contacto con el joven, pero la hija, a pesar de que parecía entender las razones de su madre, seguía siendo manipulada.
La situación escaló cuando Carla confesó que Fabián la había agredido físicamente. La menor le habría contado a su madre que durante una discusión, él la sujetó con fuerza por la boca, provocándole heridas debido a los brackets que ella usaba.
A raíz de este incidente, Elizabeth y el padre de Carla nuevamente confrontaron a Fabián, mientras que Elizabeth intentó buscar una orden de restricción. Sin embargo, según narró la madre, las autoridades no le hicieron caso y no la apoyaron con esa orden de restricción, mientras que Fabián seguía buscando a la menor.
Carla siguió en terapia psicológica y parecía enfocarse en sus estudios. La menor entró a la preparatoria con buenos resultados académicos que le permitieron acceder a una beca, un aspecto que a la adolescente le entusiasmaba.
A pesar de las advertencias de su madre, Carla seguía buscando excusas para mantener contacto con él. Esto llevó a Elizabeth a acudir a las autoridades para buscar una solución legal.
"Como ella era menor de edad, todo tenía que pasar por el departamento de adolescentes", explicó. Sin embargo, según narró, las autoridades no atendieron su denuncia de manera inmediata y le indicaron que debía ser Carla quien testificara. "Nunca me quisieron tomar la denuncia. Me decían que ella tenía que testificar, pero yo era su madre, y me sentía impotente", dijo.
Aunque en agosto de 2024 Carla terminó oficialmente su relación con Fabián, este continuó buscándola y acosándola. “Le enviaba mensajes y lanzaba piedras a la ventana de su casa durante la noche, llegó a presentarse en la puerta pidiendo hablar con Carla”, narró Elizabeth.
Elizabeth relató cómo incluso, en una ocasión, Fabián lanzó amenazas veladas y presionó a Carla para que borrara fotos de sus redes sociales, pero la joven ya se negaba a verlo, aunque parecía que aún tenía contacto con él a través de llamadas telefónicas.
La desaparición y el hallazgo
El miércoles 18 de septiembre de 2024, el día transcurrió con normalidad. Elizabeth llevó a su hija Carla a la escuela y más tarde, llegó temprano para recogerla. Cuando Carla salió del instituto, subió al auto y su madre le propuso que fueran a cenar juntas. Carla aceptó, y ambas fueron a comer tacos. Durante la cena, hablaron de los pendientes escolares. Carla mencionó que faltaba pagar unos libros y que también debía forrar una libreta. En ese momento, su teléfono sonó. Elizabeth preguntó quién era, y Carla respondió que era él, refiriéndose a Fabián, pero Elizabeth le pidió a su hija que colgara, que era un momento para las dos; la menor obedeció y continuaron con la conversación.
La madre platicó que esa noche llegaron a casa alrededor de las 8:30 de la noche. “Me comentó que se iba a desvelar, que tenía muchos pendientes de la escuela porque se acercaban los exámenes del semestre y quería conservar su beca", relata Elizabeth. Carla comenzó a hablar por teléfono nuevamente y, a pesar de las advertencias de su madre de no desvelarse mucho, Carla siguió organizando sus libretas mientras hablaba por teléfono.
Elizabeth narra que entró al cuarto en varias ocasiones. "La vi hablando por teléfono, y me hizo señas de que estaba hablando con 'ese chamaco'". En un tono más serio, Elizabeth volvió a pedirle que dejara el teléfono para que pudiera descansar, pero Carla continuó en la llamada. Finalmente, alrededor de las 11:30 de la noche, Carla dejó el teléfono. Elizabeth recordó que aprovechó para acercarse a ella, darle un abrazo, un beso de buenas noches, y recordarle que, ante cualquier cosa, podía llamarla. Esa sería la última vez que Elizabeth vería a su hija con vida.
La madree narró que a la mañana siguiente despertó sobresaltada a las 4:45 de la madrugada. Al salir de su cuarto, notó que la luz de la casa estaba encendida. Sobre la mesa, las libretas de Carla seguían ahí, junto a una taza de leche y una bolsa de pan dulce. Sin embargo, Carla no estaba.
La madre salió al patio, llamándola, pero no hubo respuesta. Pensó que tal vez Carla había salido a escondidas para ver al joven con quien había hablado esa noche. En un acto desesperado, llamó al padre de Carla para informarle de la situación y salió a buscarla por las calles cercanas. Fue a casas de amigos y compañeros de Carla, pero nadie sabía nada. Contactó a la madre del joven para preguntarle si había alguna información sobre su hija, pero la madre del joven le dijo que él había regresado a su casa alrededor de las 11:45 p.m. y que no había visto a Carla. No obstante, Elizabeth afirmaba que algo no cuadraba.
Elizabeth acudió a la Fiscalía a poner el reporte de desaparición, pero recuerda que primero la enviaron al departamento de "adolescentes". Al estar allí, se dio cuenta de que había olvidado llevar la foto impresa para la ficha de búsqueda, por lo que envió una foto por correo electrónico. El agente de investigación le preguntó si tenía el número de teléfono de "ese chamaco", y Elizabeth se lo dio.
La madre narró que el agente de investigación llamó a Fabián y le dijo que la situación era grave, que regresara a la menor a su casa para evitar problemas, pero el joven le respondió molesto que no estaba con él. Elizabeth pidió a los agentes que, por favor, revisaran las cámaras de seguridad de la zona, particularmente las de un establecimiento cercano a su casa.
Ya por la noche del 19 de septiembre, cerca de las 10:00 p.m., el agente encargado de la investigación la contactó y le informó que en uno de los videos se observaba a Carla cerca de la 1:30 a.m., caminando sola y hablando por teléfono. Sin embargo, Elizabeth había entrado a la cuenta de iCloud de su hija para ver su ubicación, la cual arrojaba que a la 1:15 a.m. ella estaba en su casa.
La confusión se apoderó de Elizabeth cuando contrastó el último registro del celular de Carla, que indicaba que se encontraba en casa a las 1:15 a.m., mientras que las cámaras mostraban a Carla en la calle a las 1:30 a.m.
Las horas seguían pasando y llegó el siguiente día, 20 de septiembre. La angustia de Elizabeth crecía y le comentó a su esposo (el padrastro de Carla) y al papá de Carla que, según los videos, la niña parecía estar en la calle cerca de la tienda esa madrugada. Les pidió a ambos que vieran las imágenes, pero ella se negaba a observarlas por temor.
A pesar de la creciente sensación de miedo, Elizabeth decidió seguir buscando y recordó los caminos posibles por donde su hija podría haber tomado la decisión de irse. Fue entonces cuando, tras revisar nuevamente las cámaras de seguridad, se dio cuenta de que Carla había cruzado una brecha que la llevaba hacia una zona más alejada.
El padre de Carla, por teléfono, presionaba a Elizabeth para que acudiera a esos caminos, pero Elizabeth se sentía paralizada de terror, según narró. Fue entonces que el padrastro de Carla se ofreció a ir a buscarla, a pesar de los temores de Elizabeth.
El padrastro fue hacia una brecha donde había dos caminos: uno que se podía acceder caminando y otro en carro. Mientras caminaba, no encontró nada, pero al regresar por el otro sendero, encontró las chanclas de Carla. El padrastro vio también unos matorrales aplastados y siguió el camino que lo llevó a un lugar apartado, como a seis metros, y allí fue donde halló a Carla. Regresó a pedirle ayuda a los vecinos para que reportaran el hallazgo a las autoridades.
Elizabeth recuerda ese momento: cuando vio a su pareja, le pidió desesperadamente que confirmara si había encontrado a Carla, y él, con el rostro desencajado, le respondió: "La encontré, pero no como queríamos."
La captura y la investigación
Fabián fue detenido días después del hallazgo del cuerpo de Carla. Elizabeth narró que cuando su hija fue localizada, los investigadores acudieron de inmediato a tratar de contactar a Fabián, pero en un principio no lo encontraron en su casa.
“Yo creo que le montaron guardia en la mamá, porque a la mañana del sábado fue cuando, mientras Fabián salía de su casa, fue detenido por los agentes”, detalló la madre de Carla.
La reacción de Fabián al ver a los policías fue violenta, pues habría empujado y hasta golpeado a uno de los investigadores, según narraron los policías en las audiencias del caso. También los agentes testificaron que cuando Fabián se vio acorralado, intentó huir corriendo, pero finalmente fue alcanzado y sometido por la policía.
“En una audiencia, los agentes contaron que Fabián, al ser arrestado, trató de sobornar a los agentes, ofreciendo 3,000 pesos, no sé si 1,500 a cada uno o tres por cada agente”, narró Elizabeth.
Al momento de ser detenido, Fabián llevaba una mochila con tenis que contenían manchas de sangre. También se le encontró en posesión de una navaja, y las primeras investigaciones apuntaron a que tenía heridas en las manos que, según los peritos, no tardarían menos de 15 días en sanar.
Aunque aún no se ha concluido el análisis de la sangre, se estima que las manchas encontradas coinciden con las de Carla. Sin embargo, Elizabeth teme que el caso no esté suficientemente sustentado.
La madre dijo que teme debido a la falta de seguimiento en la investigación y la falta de acciones inmediatas por parte de la Fiscalía para recabar todas las pruebas posibles.
"¿Por qué no catearon el lugar donde él vivía? ¿Por qué no aseguraron la moto en la que se decía que él trabajaba esa noche?", expresó Elizabeth, quien destacó que la moto podría haber sido crucial para encontrar huellas de su hija y confirmar que Fabián había estado involucrado directamente en su desaparición.
Otro elemento que resalta en la investigación es la última llamada de Carla.
De acuerdo con las sábanas de llamadas, la última comunicación que recibió Carla a la 1:30 de la mañana había sido de Fabián. Esta llamada fue registrada por la misma antena de Telcel, confirmando que ambos estaban en la misma zona en ese momento. Además, Elizabeth resaltó que, en el video de las cámaras de seguridad, se observa a su hija hablando por teléfono en ese momento con Fabián.
No obstante, a pesar de los elementos encontrados, la madre de Carla denunció la falta de diligencia de las autoridades. Criticó que no se aseguró el lugar donde Fabián vivía en los primeros días y que tampoco se cateó el departamento en el que se encontraba.
"Yo llegué a la Fiscalía el 19 de octubre, tenía muchas dudas. ¿Por qué no hubo un seguimiento de cámaras? ¿Por qué no se cateó el lugar desde el principio?", insistió.
Elizabeth destacó que, tras la última audiencia, realizada el 14 de enero, el juez de control le autorizó al Ministerio Público la petición de una prórroga para la investigación complementaria, por lo que el plazo se cerrará en abril de 2025. Sin embargo, Elizabeth exige que la investigación se realice con mayor profesionalidad, y que los agentes hagan bien su trabajo para obtener justicia para su hija Carla.
El caso de Carla muestra cómo el sistema le falló a la menor y a la madre. Antes del feminicidio, al no tomar medidas preventivas claras, como la imposición de una orden de restricción, el seguimiento psicológico adecuado y la intervención oportuna para alejar al agresor, a pesar de que la madre acudió a pedir ayuda. Las omisiones no fueron menores, pues fueron determinantes para que Fabián tuviera acceso continuo a Carla, lo que facilitó su control y posterior asesinato.
Y luego, tras el feminicidio, el patrón de negligencia se repitió, ya que las denuncias de Elizabeth sobre la falta de aseguramiento de pruebas clave, como el cateo del domicilio del acusado, la confiscación de su motocicleta y el análisis exhaustivo de las cámaras de seguridad, muestran cómo las autoridades continúan fallando en su deber de investigar con rigor, lo que provoca que el caso pueda debilitarse en los tribunales, poniendo en riesgo la posibilidad de obtener justicia.