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Adela Navarro Bello

15/01/2025 - 12:04 am

La histeria en una mueca

"Por un lado, México destinó personal y presupuesto para establecer operativos anti migrantes en la frontera sur del País".

Donald Trump
"Seis años después, Donald Trump lo hace de nuevo". Foto: Europa Press.

Era junio de 2019 y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump había amenazado con aumentar entre un 5 y un 25 por ciento los aranceles a los productos e insumos mexicanos. Su problema era la migración. Veía como desde Centroamérica se abalanzaban caravanas de migrantes que buscaban ingresar a su país, algunos por la vía de la solicitud de asilo o refugio, otros a través de la clandestinidad indocumentada.

Entonces era canciller mexicano Marcelo Ebrard, y como tal inició acercamiento y negociaciones con autoridades de los Estados Unidos para que los aranceles no fueran impuestos y evitar una catástrofe económica. Al final, lo lograron, pero pagaron un costo.

Por un lado, México destinó personal y presupuesto para establecer operativos anti migrantes en la frontera sur del País. Cientos de elementos de la Guardia Nacional, enviados a detener las caravanas e impedir que entrasen a territorio mexicano. Además, se llegó a un acuerdo insólito: convirtieron a la República Mexicana en el “tercer país seguro”, lo que permitíó que aquellos extranjeros que pedían ingresar a los Estados Unidos esperaran una respuesta a su petición en territorio mexicano.

De esta negociación, que no se hizo pública oficialmente, darían cuenta algunas fuentes cercanas a las discusiones; incluso el mandatario estadounidense en una de sus publicaciones en la red social entonces llamada Twitter afirmó que el incremento a los aranceles que tenía programado aplicar a México se suspendía de manera indefinida debido a que había llegado a un acuerdo con el gobierno mexicano. El acuerdo se confirmó con los hechos: efectivamente, la Guardia Nacional fue destinada a proteger la frontera sur del país, y en ciudades fronterizas como Tijuana, Baja California, se establecieron campamentos para dar refugio a los extranjeros que esperaban una respuesta a su solicitud de ingreso a los Estados Unidos.

El propio Donald Trump confirmó, años más tarde en su segunda campaña por la presidencia de la Unión Americana, su “logro” de haber convencido al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador de enviar soldados mexicanos a la frontera para evitar el paso de migrantes hacia su país a través de México. “Yo le dije al presidente: ‘hay mucha gente cruzando desde México. Los cárteles están trayendo gente realmente mala. Tienes que darnos soldados’”, expresó Trump en uno de sus mítines de campaña, y complementó: “México nos dio 28 mil soldados gratis”.

Seis años después, Donald Trump lo hace de nuevo.

El 20 de enero de 2025 será la toma de posesión del republicano que se convertirá en el presidente número 46 los Estados Unidos, y justo ese día, ha dicho, creará la oficina de servicios de ingresos externos para encajar ahí los incrementos a los aranceles. A México, como en el 2019, Trump ha dicho que impondrá aranceles de 25%, amenaza que también vierte sobre China y Canadá.

Aunque no ha dicho a partir de cuándo serán impuestos los incrementos en los aranceles, la amenaza sí ha desatado histeria en México. Políticos, analistas y funcionarios ya ven llegar una catástrofe política y, económica, a nivel internacional. Asumen que en esta ocasión Trump sí cumplirá su amenaza, sin considerar que él así inicia las negociaciones, tal como lo hizo en 2019. Su ofensiva inicial es para sacar ventaja en los acuerdos.

Como lo hizo la primera vez en su campaña en 2016, Donald Trump también metió a la ecuación en 2024-25 a los cárteles de la droga. Acusó que México es un país donde “esencialmente son dirigidos por los cárteles”. Además, se ha mostrado en alerta y muy críticó en el tema de las drogas que se internan a su país vía las fronteras mexicanas, particularmente (como en la administración de Joe Biden) del fentanilo, aunque su principal bandera y “preocupación” continúa siendo la migración la cual ha insistido que frenará con diversas medidas, entre ellas la deportación masiva de migrantes indocumentados o en prisiones de los Estados, y el cierre de fronteras.

Mientras en el clima binacional, y acaso trinacional si se incluye a Canadá, aumenta la tensión, en México el ahora canciller Juan Ramón de la Fuente ha dicho que buscará reunirse a la brevedad con el equipo del presidente electo de los Estados Unidos, aunque este no ha juramentado el cargo y por tanto sus colaboradores no son oficiales. Al tiempo que Marcelo Ebrard, ahora secretario de economía y ya una vez “doblegado” por el gobierno de Trump, amenazó con hacer lo mismo. Hace unos días declaró que, si Estados Unidos incrementaba los aranceles, México también lo haría, demostrando que en seis años no tuvo ningún aprendizaje en política internacional o en cómo abordar las amenazas trumpistas.

La presidenta Claudia Sheinbaum, quien la primera vez que Trump gobernó la Unión Americana ella hizo lo propio con la Ciudad de México, tampoco ha sorteado de manera airosa las bravuconerías del norteamericano y se ha enfrascado en diálogos sordos como el que protagonizó cuando se ubicó en el mismo nivel de Trump al sugerir que los estados frontera de los Estados Unidos fuesen llamados “América Mexicana”, luego que el republicano vociferó que cambiaría el nombre del Golfo de México por el del Golfo de América.

Apenas hace un día cuando se le preguntó sobre la toma de posesión de Trump el próximo 20 de enero. La mandataria mexicana respondió que no había sido invitada aun, pero que no pasaba nada. Sin embargo, sería un desdén preponderante y la muestra de una marcada división hacia las políticas de ambos países si el futuro presidente de los Estados Unidos no invita a su inauguración a la titular del poder ejecutivo de uno de los tres países que integran el tratado más importante de América. El tema, pues, no es para tomarse con la ligereza que lo está haciendo la presidenta.

Del futuro de las relaciones comerciales, el aumento de los aranceles amenazado por Trump, se verá en los siguientes días cuál será el costo para México, dado que no tiene punto de negociación a favor, pero si una sólida dependencia económica de las exportaciones a los Estados Unidos (83.1% de las exportaciones son hacia aquel país) y una balanza comercial que asciende a los 168 mil 784 millones de dólares (en 2024). La pregunta entonces es en qué cederá México al gobierno de Trump para evitar los aranceles del 25%, como lo hizo en 2019 ofreciendo la protección de la frontera sur con elementos de la Guardia Nacional, y México como tercer país seguro. Aunque ahora el próximo inquilino de la Casa Blanca le ha dado al narcotráfico la misma importancia de la migración como principales conflictos con México, en el silencio oficial y en la mueca reprimida que se trazó en el rostro de la Claudia Sheinbaum Pardo se percibe la histeria que su gabinete no oculta ante la llegada del presidente número 46 de los Estados Unidos en la persona de un Donald Trump que ya no tiene reelección que perder.

 

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