Adela Navarro Bello
08/01/2025 - 12:04 am
Dos golfos
"¿Qué tiene qué ver el nombre del Golfo de México con los cárteles y la migración? Nada, ciertamente, como tampoco cambiar el nombre del Mar de Cortés por el del Golfo de California hizo a la península una región más segura para los residentes, los migrantes, frente a la toma de ciudades y de la frontera por parte de los cárteles de la droga, hecho que persiste a la fecha".
La primera obsesión con un golfo la tuvo Andrés Manuel López Obrador, cuando ya casi para concluir 2023, por su capricho y conmoción sobre la historia del país, desechando todo lo que implicara la conquista española, decidió que el Mar de Cortés o Golfo de Cortés, o Mar Bermejo, ya no se llamaría así, sino que sería conocido como el Golfo de California.
Se trata de la extensión del océano pacífico ubicado entre la península de las Bajas, la de California y la de Baja California Sur, y los estados de Sonora y Sinaloa en el noroeste de México.
El Mar de Cortés ostentaba ese nombre desde los 1539 cuando se le adjudicó debido a que en esa época se registró el arribo Hernán Cortés a la península bajacaliforniana… hasta que llegó a la presidencia Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) e intentó borrar todo vestigio posible de la conquista española sobre el territorio ahora nacional, desmontando monumentos a Cristóbal Colón, eliminando fechas del calendario, hechos de los libros de texto, solicitando a la corona española una disculpa por la colonización consignada en la historia del País, y de paso, cambiando el nombre del Golfo.
La realidad es que en 2023, como ahora, pocos o nadie se opusieron al cambio de nombre del Mar Bermejo, en un país cada vez más dominado por la ideología de bloque y presidencialista de Morena, y así se acabó sin aspavientos, en el populismo lopezobradorista, con el Mar de Cortés para dar paso al Golfo de California.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, heredera de la ideología y el pensamiento lopeciano, y fiel seguidora del ex presidente, continuó en esa dinámica, y en un desdén diplomático, no invitó como solía hacerse desde la presidencia de México al monarca español a su toma de posesión.
Al estar constituido enteramente en territorio y aguas de facultad mexicana, el Golfo de California no tuvo oposición alguna a su nueva nomenclatura en tiempos de Morena. Pero ahora, la presidenta Sheinbaum se enfrenta a un conflicto internacional con otro Golfo: el de México.
El lunes 7 de enero de 2025, en una atención pública del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, desde su residencia en Florida, cometió un lopezobradorismo. Después de asegurar que ha ayudado mucho a México, y que este país esencialmente es gobernado por los cárteles de la droga, y él “no puede permitir que eso suceda” porque México tiene muchos problemas al ser un “lugar muy peligroso”, adelantó que próximamente cambiará el nombre del Golfo de México (porque la mayoría del trabajo ahí realizado es de ellos, y por lo tanto les pertenece), por el de “el Golfo de América… un hermoso nombre y apropiado”, a la par que México debe evitar que personas (migrantes) lleguen a su país, los Estados Unidos, por vía del territorio nacional.
¿Qué tiene qué ver el nombre del Golfo de México con los cárteles y la migración? Nada, ciertamente, como tampoco cambiar el nombre del Mar de Cortés por el del Golfo de California hizo a la península una región más segura para los residentes, los migrantes, frente a la toma de ciudades y de la frontera por parte de los cárteles de la droga, hecho que persiste a la fecha.
Pero así son los líderes populistas, como en su momento lo de López Obrador, Donald Trump que, por segunda ocasión asumirá la presidencia de los Estados Unidos el 20 de enero de 2025, y lo es la sucesora del fundador de Morena y actual presidenta de México, para ellos el marco discursivo impera no solo como distractor de los problemas reales, sino como el eje que moviliza personas y redunda en apoyos colectivos por más disparatadas que sean las ideas de una retórica hueca.
Trump está apelando al nacionalismo norteamericano al anunciar que eliminarán del nombre del Golfo de México para hacerse de seguidores que ignoren o minimicen los propios problemas serios de inseguridad, atentados, terrorismo o adicciones, a cambio de saberse conquistadores del nombre propio de una región marítima que no les pertenece, pero que comparten con otros tres países en colindancia, México y Cuba, pero que, al saber público popular, los hará “dueños” del nombre.
Aun cuando la presidenta Claudia Sheinbaum no ha respondido al disparate de Trump, de conquistar para su País, al que define como “América” (“Hacer a América Grande Otra Vez, fue por segunda ocasión su eslogan de campaña”) el nombre del Golfo, la mexicana podría terminar en medio de una diatriba internacional sinsentido recurriendo al estandarte utilizado por el ex presidente López Obrador de defender la soberanía e independencia de México al no permitir que el mandatario norteamericano prosiga con su ocurrencia. Y entonces estaríamos en la versión 2.0 que le tocó de manera original al presidente Enrique Peña Nieto, cuando entró en una discusión binacional sinsentido luego que, en su primera campaña política, Donald Trump aseguró que construiría un muro para separar ambos países, y que, además, la nueva barrera la pagaría México.
Al final, ni Trump concluyó su muro, ni México lo pagó, pese a que el encontronazo verbal entre ambos mandatarios acaparó espacios y titulares durante mucho tiempo.
Los populistas de ambos países inician narrativas sociales para minimizar los problemas reales, en México volver al gobierno empresa que maneja aeropuertos y aerolíneas y que a pesar del fracaso ahora construirá casas y desarrollará vehículos eléctricos, obviando e intentando distraer de los miles de asesinatos que ocurren en el territorio mexicano, de la producción de drogas sintéticas, de las narcoguerras y los multihomicidios que suceden todos los días en los estados de la República, y que, en cien días de gobierno próximos a cumplirse, no han logrado combatir en el territorio, ni reducir en la estadística, mucho menos hacer justicia, al tiempo que los sectores productivos, sea el agricultor, el de la pesca, el del ganado, el de los servicios y el desarrollo de productos y proyectos, padecen los estragos de intentar hacer empresa en medio de dominios criminales a fuerza de amenazas, balas, secuestros y cobros de piso.
En los Estados Unidos, desde este 2025 que apenas arrancó, el escenario no es tan distinto, aunque su presidente quiera achacar a México la titularidad y origen de todos sus problemas.
Por ahora, se centra en el Golfo y después del 20 de enero cuando el neoyorquino de Queens otra vez tome posesión, no se verá su alcance para continuar el enfrentamiento discursivo con un México enredado para distraer a sus ciudadanos de lo que realmente importa como son sus adicciones, sus carteles, su violencia armada, sus masacres y su escalada inflacionaria que no parece dar tregua.
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