Alejandro De la Garza
19/10/2024 - 12:02 am
Vida y obra de García Luna
"El libro aporta piezas definitivas al enorme rompecabezas del crimen organizado en México durante los doce años de las presidencias panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón".
El sino del escorpión no se sorprende ya de nada. Con todo, atestigua el cinismo (¿desmedida afición al cine?) de varios “titanes” del periodismo tradicional, quienes reclaman falta de pruebas y evidencias tangibles en el juicio, la culpabilidad y la sentencia de Genaro García Luna. ¿Y sus miles de víctimas, apá?, podría preguntar el alacrán sin retórica ni exageración. Desde el CISEN, la Agencia Federal de Investigación y luego la Secretaría de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna formó y encabezó uno de los más terribles y violentos cárteles del crimen en México durante más de una década.
Pero no le crean el venenoso, tan sólo revisen quiénes lo dicen y lo documentan en libros, entrevistas y testimonios irrefutables. El libro de Olga Wornat, Felipe, el oscuro (2020), comprobó su descriptivo subtítulo: Secretos, intrigas y traiciones del sexenio más sangriento de México. Como se sabe, debió publicarse en 2012, pero lo impidieron las amenazas y la persecución lanzadas contra su autora desde los altos mandos policiacos encabezados por Genaro García Luna. Intimidante ofensiva ante la cual la periodista y escritora argentina se vio obligada a abandonar el país.
El libro aporta piezas definitivas al enorme rompecabezas del crimen organizado en México durante los doce años de las presidencias panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. La conclusión da escalofríos: los delitos y abusos de este cártel policiaco son innumerables y lo involucran incluso en los secuestros y asesinatos de Silvia Vargas Escalera, Alejandro Martí y Juan Francisco Sicilia, entre muchos otros crímenes inauditos. Además están las amenazas, extorsiones y torturas de cientos de inocentes y sus familias, quienes terminaron pagando con la vida o la cárcel los crímenes auspiciados o cometidos por los propios policías. Durante la “guerra contra el narco”, desatada sin conciencia ni conocimiento por Calderón, este cártel incorporó a fuerzas militares y extendió sus montajes, crímenes y horrores. El libro es una dolida pasarela de las calamidades acaecidas al país en ese sexenio, insiste el escorpión, y lamenta la ceguera de tantos ante la obviedad del mal.
En el libro El señor de la muerte (2020), Francisco Cruz perfila al “súper policía” que al menos desde 2006 se había asociado con el cártel de Sinaloa para “eliminar” a otros capos del crimen organizado, como los hermanos Beltrán Leyva, diezmados sin piedad, y Édgar Valdez Villarreal, La Barbie. De la mano del periodista, recorremos el camino que llevó al “Chango”, “Tartamudo”, “Güero de Michoacán”, “Metralla”, “Diablo Azul” y “Policía del presidente”, según sus diversos motes, desde un barrio pobre de la Ciudad de México, donde trabajaba como informante de policías judiciales, hasta tornarse en uno de los personajes más poderosos de los gobiernos que encabezó el Partido Acción Nacional. Además, se documenta cómo en dos ocasiones recibió maletines con hasta cinco millones de dólares, como especificó la orden misma de captura en su contra.
En Las cinco vidas de Genaro García Luna (2020), de Guadalupe Correa-Cabrera y Tony Payan, se analiza cuán involucrado estuvo el personaje en la decisión de llevar adelante el sangriento ataque al cártel de Los Zetas en 2010 (los principales enemigos del cártel de Sinaloa en ese momento) y sus enormes y trágicas repercusiones en la población civil inocente, que pagó con su vida esa guerra entre criminales. Las cinco vidas son estaciones del recorrido de García Luna y son los cinco capítulos del libro: “Un ingeniero en el CISEN”, “El brinco al estrellato en la AFI en el sexenio de Fox”, “El ascenso meteórico con Calderón: la SSP y la Policía Federal”, de ahí a “Consultor y Empresario en Miami”, y finalmente “El juicio en Nueva York”, que acaba de llegar a su fin con la sentencia. Un acierto de esta investigación es el análisis de cómo y por qué las fuerzas de seguridad de Estados Unidos confiaron en Genaro García Luna y le entregaron a él y a su familia la residencia en ese país, para luego acusarlo, detenerlo y enjuiciarlo por tráfico de drogas.
A su vez, el volumen El licenciado (2020), de J. Jesús Lemus, también da un panorama de la vida de García Luna desde sus inicios y hasta su detención en 2019, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El libro reúne un torrente de material documental que va desde la primera encomienda de García Luna en el CISEN: recabar y reportar información sobre la preparación del alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, hasta su relación con el Cártel de Sinaloa y la primera fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, del penal de Puente Grande, hecho que, destaca Lemus, “inauguró de manera formal la carrera de corrupción de García Luna”. Otro momento revelador de su carrera policiaco criminal fue cuando negoció con éxito la liberación del banquero Alfredo Harp Helú, secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
Varios otros títulos documentan la carrera criminal de Genaro García Luna, incluso desde ópticas y enfoques diferentes, que abordan, por ejemplo, “el montaje” sobre los supuestos secuestradores Vallarta-Cassez. El libro El teatro del engaño (2015), de la periodista Emmanuelle Steels, es un recuento pormenorizado del caso de Israel Vallarta y Florence Cassez, que muestra las contradicciones, inconsistencias y mentiras que mantienen a Israel Vallarta aún en la cárcel. Asimismo, narra la muerte de David Orozco quien fue torturado para autoincriminarse como miembro de la supuesta banda criminal “Los Zodiaco”, también una invención de García Luna. Del libro de Steels, el escritor mexicano Jorge Volpí retomó información, testimonios y orientaciones para elaborar su multipremiada narración de no-ficción, Una novela criminal (2018).
Al escorpión le faltan por mencionar varios libros más sobre el tema para refutar las afirmaciones de nuestros periodistas de fuste, que no dejan de llorar por el súper policía que tan bien los trató. Pero por ahora, como dirían los abogados, I rest my case.
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