El periodista Federico Mastrogiovanni habló con SinEmbargo sobre su libro Ayotzinapa y nuestras sombras: a 10 años de la desaparición de los 43 normalistas, un texto está hecho de voces que intentan proponer ideas y derribar los mitos que rodean los acontecimientos trágicos que causaron la desaparición forzada de 43 estudiantes.
Ciudad de México, 26 de septiembre (SinEmbargo).– “Por alguna razón que se justifica como razón de Estado se consideró necesario construir una versión que permitiera salvar a los responsables de un delito demasiado grave para ser aceptable, sólo se pueden hacer hipótesis porque no tenemos la información, pero debe ser algo verdaderamente grave de un pedazo de las instituciones de seguridad o de las instituciones al más alto nivel, que requiere de una construcción narrativa como la verdad histórica”, planteó en entrevista el periodista Federico Mastrogiovanni en relación a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa que cumple este jueves 10 años.
Mastrogiovanni habló con SinEmbargo con motivo de su libro de investigación Ayotzinapa y nuestras sombras: a 10 años de la desaparición de los 43 normalistas (Grijalbo), un texto que coloca lo ocurrido con los normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, dentro de un contexto en el que esta entidad ha enfrentado desde tiempo atrás una contrainsurgencia que desde los 60 ha significado la desaparición forzada de revolucionarios y miembros de la guerrilla.
—¿Cuál es el México antes y después del caso Ayotzinapa?
—Yo creo que México antes era un México en el cual había una fuerte presencia de la práctica de desaparición forzada de personas y se estaba narrando de una manera que impedía ver esta práctica, por cómo era o por como es, desaparición forzada y desaparición de personas, aunque no fuera desapareció forzada, hay diferencias obviamente, y esto lo sé porque justo entre 2009-2014, los casi cinco años previos yo estuve investigando desapariciones forzadas y uno de los problemas que tenía era que que no tenían mucho espacio.
Después de Ayotzinapa, ahí se abre la posibilidad de colocar este fenómeno dentro de unas categorías interpretativas que permitan entenderlo, aunque no quiere decir que se entendió, pero se pudo abrir esta puerta. Entonces, en este sentido creo que este Evento es un acontecimiento que marca un antes y un después en términos de relato, en términos discursivos, narrativos y en términos interpretativos como posibilidad. Pienso también que todavía no se ha aprovechado esta posibilidad, se sigue quedándose la narración dentro de dinámicas que no ayudan en el entendimiento.
—¿Qué dinámicas, por ejemplo?
—Por ejemplo, las dinámicas que yo llamo míticas, que siguen jalando la narración dentro, por ejemplo, de las categorías del narco o de las categorías de los estudiantes desaparecidos. O sea, son categorías que son más al alcance de nuestro trabajo, y hablo de nosotros periodistas, de nuestro trabajo periodístico, porque simplifican como hace el mito, porque son fáciles y la tentación es fuerte, pero si no se entiende lo que narraba Carlos Montemayor de las guerrillas recurrentes, de los ensayos, del análisis profundo de las luchas campesinas, de las tradiciones de lucha indígena, entonces, no vamos a poder desarmar este engranaje para ver qué hay adentro.
—La desaparición es una práctica que se viene arrastrando en México desde la guerra sucia, pero aquí entra el componente de narco…
—Me parece importante comentar en este sentido narraciones en medios internacionales, recuerdo una en New York Times, lamentable, que lee al revés la realidad de narrar un poder absoluto por parte de grupos criminales, por encima de los poderes del Estado. Esto no es así. La relación que hay es al revés, hay una relación de subalternidad, en la cual los altos mandos del Ejército, de las fuerzas armadas, de las fuerzas de seguridad, militares, de la misma Presidencia, etcétera, por supuesto que están por encima de cualquier grupo del crimen organizado, lo cual no significa que todos los niveles de los dos lados mantengan esta relación, ¿Qué quiero decir? que un policía municipal puede estar por debajo un cabo de un grupo criminal, pero esto no significa que el Estado está por debajo.
—¿Crees que parte de esta mitificación del relato se da a partir de la respuesta que da el Gobierno de Enrique Peña Nieto, con la verdad histórica?
—Claro, por supuesto. O sea, sí creo que respondía también a estas necesidades, quisiera agregar que la represión hacia grupos en resistencia nunca ha dejado de existir. También en los años en los que pensábamos que la guerra sucia había acabado, se siguió y se sigue disciplinando la sociedad a través del terror y de la violencia de Estado, entonces, es un disciplinamiento, sigue siendo un disciplinamiento.
Ahora, aquí nadie fuera de los que tienen esta información podrán contestar con certeza, pero me parece que por alguna razón que se justifica como razón de Estado se consideró necesario construir una versión que permitiera salvar a los responsables de un delito demasiado grave para ser aceptable, sólo se pueden hacer hipótesis porque no tenemos la información, pero debe ser algo verdaderamente grave de un pedazo de las instituciones de seguridad o de las instituciones al más alto nivel, que requiere de una construcción narrativa como la verdad histórica, porque si se llegara a saber con certeza, sería verdaderamente un sismo demasiado grande para las mismas instituciones del Estado, eso es lo que yo intuyo, obviamente, no lo puedo demostrar, pero existen los datos para demostrarlo lo que pasa es que no están al alcance, digamos, de gente como yo.
—Parte de esta mitificación mantuvo mucho tiempo alejado de la cuestión al Ejército, ¿se perdió el foco de uno de los actores que pudiera tener las respuestas a algunas preguntas que aún no han sido resueltas?
—Claro, y es la distracción masiva, y esto funciona en todos los ámbitos de la comunicación cuando el problema es demasiado grande, se lanzan bombas comunicativas que tardan a veces años en ser desmenuzadas y anuladas discursivamente, y desmentidas, pero mientras tanto cumplieron con su función, por eso yo hablo de la prestidigitación en el libro, porque es esto, es el ilusionista que te hace mirar en otro lugar para que no mires donde tendrías que ver el truco.
Pero yo quiero contestarte con una cosa que tuve la duda durante meses, sobre si poner o no: una entrevista completa que yo le hice hace 10 años al general Francisco Gallardo y que publique, primero, en el mes de noviembre de 2014, la entrevista la hice a principios de octubre de 2014, o sea, a pocas semanas de los acontecimientos publiqué en la revista Variopinto y después la publiqué en una reedición de Ni vivos ni muertos. Ahora quise ponerla, de hecho la transcribí, la puse la armé y después no la quise dejar en el libro, sencillamente porque era algo ya publicado, entonces, no quise volver a ponerlo.
Francisco Gallardo en ese entonces, en octubre de 2014, yo creo que fue el primero en publicar algo así, hablando de esto, me dice ‘este es un operativo militar, se llama yunque martillo’, y me explica exactamente, no como una hipótesis, exactamente, cómo se dio el operativo, que el CISEN estaba al tanto todo el tiempo, todo, además, mientras yo lo entrevistaba, estaba un exfuncionario del CISEN, que que trabajaba con él.
Entonces, todo lo que me dijo, todo lo que me dijo, resultó ser cierto, acertó, completamente, se equivocó en pequeños detalles. Entonces ¿cómo puede saber? Lo sabe, para empezar, porque era un militar y era un General y conocía perfectamente cómo funciona el Ejército y por esa razón fue, digamos, encarcelado durante años por oponerse a ciertas dinámicas y, además, porque tenía información de primera mano desde el inicio.
Ahora, me preguntaba y me sigo preguntando, y la respuesta ya la sé, por qué razón nos tuvimos que tardar años en demostrar lo que Gallardo dijo desde el principio, y hubiera sido posible demostrarlo desde el principio, lo que pasa es que se activó desde los más altos puestos del Estado, se activó la maquinaria de distracción masiva y de confusión, se hizo la prestidigitación. Ahora, el problema que yo tengo no es que la población en general participe como espectador perfecto de la prestidigitación y decida suspender la incredulidad para creerse la magia, el problema que tengo es que los periodistas, los analistas, se metieron todos ahí dándole apoyo a esa versión, sin ni siquiera dudar un momento de que fuera una cuestión de otro tipo, ese es mi problema, porque nosotros tenemos otra responsabilidad.
—¿Era fortuita una operación como esta, una reacción del Ejército en un estado con las características de Guerrero?
—Se coloca dentro de una larga serie de eventos represivos con características parecidas, por esta razón Montemayor, en 2007, escribe páginas que yo agarré y cité porque describen lo que pasó y cómo no es que fuera evidente, es que analizaba, justamente, la contrainsurgencia en el estado de Guerrero y en otros estados. También esta extraordinariedad del evento nunca me ha convencido, porque sí tiene elementos extraordinarios, o sea sí tiene elementos extraordinarios, pero se coloca, repito, dentro de una práctica que es precisamente la estrategia de contrainsurgencia, que se ha llevado a cabo a lo largo de las décadas.
Lo que yo quise también entender es el punto de vista desde el cual se está mirando, desde los soldados, desde el Ejército represor, a los estudiantes de Ayotzinapa, porque también hay que entender eso, hay que entender. Para poder entender la crueldad de un verdugo, sea el que sea, hoy podría ser el verdugo de Israel que mata cruelmente a los palestinos, hay que entender la visión del verdugo, hay que entender cómo es posible que ese verdugo cometa esos delitos atroces, en el caso de Israel, un genocidio; en el caso de México, desapariciones forzadas, que además son comparables al genocidio en el derecho internacional.