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Susan Crowley

03/08/2024 - 12:04 am

La Promeza

El trabajo desarrollado por ellas ha traído beneficio económico a la comunidad, además les ha devuelto la confianza y la seguridad; sentirse valiosas y no solo eso, al trabajar en la zona han recuperado su herencia y sienten el orgullo de la pertenencia, agradecen y reconocen como propio el legado del pasado.

El estilo cinematográfico del director iraní Abbas Kiarostami (Irán,1940-2016), es en apariencia lento. Sin embargo, directores famosos como Martin Scorsese o Win Wenders, han declarado que es el mejor cine de la historia. Sus películas, todas de culto, ganaron en los más importantes festivales de cine. Quienes lo conocen, estarán de acuerdo conmigo. Si no, no pueden dejar de vivir la experiencia de sus historias: ¿Dónde está la casa de mi amigo?, Close-Up y el Sabor de las cerezas, solo por mencionar tres de sus obras maestras. Un cine metafísico en el que las escenas silenciosas están cargadas de significado. Relatos sin tiempo, algunos podrían acontecer en cualquier sitio, en cualquier época; otras sorprenden por su realismo y modernidad. A primera vista no pasa nada, con una mirada más atenta su cine sacude el alma.

En estos días he pensado mucho en Kiarostami, mi memoria se detonó por un acontecimiento: el 30 de julio, durante la mañanera, a través de un video, se narra el proceso que el Instituto Nacional de Antropología (INAH) lleva a cabo en la ancestral Uxmal, enclavada en el sitio en el que florecieron poblaciones de la cultura Maya. Es una muestra del programa Zonas Arqueológicas Promeza -Tren Maya.

Igual que ocurre en un pueblo lejano de Irán, como en las películas de Kiarostami, abundan los instantes que nos recuerdan que la vida es más que contrariedades o que, con esas contrariedades pueden ocurrir historias que valen la pena de contarse. El México profundo, lejos de las grandes ciudades y de la vertiginosidad está lleno de esos relatos. Personajes representados en una película o personas de la vida real captados por la cámara- testigo se vuelven protagonistas de grandes momentos.

En la comunidad de San Simón, muy cerca de la zona arqueológica de Uxmal, un grupo de mujeres relata un acontecimiento que ha cambiado sus vidas. El video de apenas un minuto de duración muestra la profundidad de la selva. Traspasando el espeso velo de niebla, se advierte la gran pirámide blanca del Enano o del Adivino, máxima expresión de la arquitectura Puuc; las fachadas decoradas con mascarones de Chac, el dios de la lluvia; grecas y paneles con intrincados jeroglíficos. El lento acercamiento de la cámara nos permite admirar la belleza maya en todo su esplendor. En Uxmal se ha puesto en marcha un proyecto de colaboración comunitaria.

Un grupo de mujeres ataviadas con sus tradicionales huipiles blancos con flores bordadas caminan por la explanada. Alegres y con un aire de orgullo y satisfacción, son las protagonistas de este relato. Más adelante se les ve laborando, como si de arqueólogas profesionales se tratara; algunas llevan sombreros de paja para protegerse del sol, otras usan cascos y chalecos naranjas de protección civil. Con esmero manipulan sus martillos, palas y espátulas. Limpian con meticulosidad las piedras blancas en las que poco a poco aparecen grecas y algunas figuras. Otras más barren y recogen la basura. Con sumo cuidado recolectan objetos en bolsas y llevan carretillas cargadas de escombro. El blanco de la caliza empolva sus rostros morenos. Se sonríen entre ellas y miran a la cámara divertidas. Después vuelven a sus tareas concentradas.

Y como en las películas de Kiarostami, un personaje cobra relevancia, es José Huchim Herrera, el arqueólogo que coordina el programa y que expresa el desafío que significó para él y para estas mujeres: “desde su origen el proyecto lo encajamos dentro de un plan de investigación arqueológica. Hoy recibimos 350 mil visitantes al año. Fonatur nos dijo, les van a llegar 2 millones al año. ¡Ah, tenemos problemas!”. Había que acondicionar la zona para dar acceso a más visitantes. Se tomó entonces la decisión de habilitar el patio hundido del Palomar en el que, asombrados, encontraron más vestigios de la arquitectura clásica.

Huchim visitó San Simón para informar a sus habitantes del proyecto. Fue así como inició la idea de contratar y hacer parte del programa a la comunidad. Al platicar con las mujeres se dio cuenta de que no estaban acostumbradas a trabajar y que tampoco tenían el permiso de sus esposos que no concebían que ganaran su propio dinero. Los problemas empezaron. Había que mediar hasta que los hombres se acostumbraron. Y me atrevo a decir que, si ven el video, a estas alturas ya estamos en un relato formal del director iraní. Creo que le gustaría.

Yolanda Colli Abna enfundada en su huipil, con su pelo largo, negro y brillante habla en su lengua materna, el maya. Los subtítulos permiten seguir el relato: “mi difunta suegra trabajó también allá. Mi esposo, desde que nos vinieron a invitar, le dije que quería trabajar y está de acuerdo. Cada temporada me deja ir”. La bella sonoridad del maya inunda la escena. Una lengua que Yolanda habla con orgullo.

 “Antes cuando estábamos chiquitas, mi abuela me decía que Uxmal está bonito y me dice, algún día llegarás a conocerlo, me dice, le digo, ¿será cierto? porque antes no salíamos, solo acá en el pueblo estábamos; es una oportunidad que nos dan para que salgamos con nuestra familia adelante”, narra Nancy Aracely Tzec.

De nuevo aparece Huchim, explicando la forma en la que la identidad se recupera con esta labor. Las mujeres y los hombres están conscientes del trabajo que hacen y al final se reencuentran con sus orígenes y revaloran su legado, “lo que hicieron nuestros abuelos”, dice, “a través de la restauración del pasado”.

“Es nuestro patrimonio, nos gusta ver las pirámides. Vengo y les platico que yo trabajé. Yo hice eso, me dan trabajo, me respetan. Es nuestro patrimonio y de nuestros hijos, hay que cuidarlo” dice Angélica Colli Abnal.

“Antes no venían porque lo consideraban un lugar para gringos, nosotros no vamos a pagar para ver las piedras”, cuenta Huchim que le decían las mujeres. “Ya han cambiado su forma de pensar, piensan que es suyo, les pertenece lo que hicieron nuestros abuelos. Lo que hicieron nuestros ancestros”.

El trabajo de exploración y restauración está siendo un éxito, no solo por el orgullo que genera sino porque así se reconocen como comunidad. “Cada pieza que se encuentra, son espectaculares. Cuando se hizo el descubrimiento de la estela, tuve la oportunidad de estar cerca de ella, dice Wendy Abnal Colli, no oculta la satisfacción, la emoción. Y ahí está. Es la estela blanca cubierta de polvo, después de pasar la brocha, aparece la imagen majestuosa esculpida. Una belleza y un descubrimiento importante para la arqueología: “en especial para las mujeres porque nos dan la oportunidad de trabajar y de ganar nuestro dinerito, sacar adelante a nuestros hijos” agrega Wendy.

El trabajo desarrollado por ellas ha traído beneficio económico a la comunidad, además les ha devuelto la confianza y la seguridad; sentirse valiosas y no solo eso, al trabajar en la zona han recuperado su herencia y sienten el orgullo de la pertenencia, agradecen y reconocen como propio el legado del pasado.

Al final del video las mujeres vuelven a posar delante de la restauración realizada con sus propias manos. Una micropelícula que emociona y deja con ganas de más. Como un epílogo María Sandra Tun Sabido dice: “conocer a otras personas, saber más”, y con una gran sonrisa agrega: “estamos orgullosos de ser yucatecos”.

El cine de Kiarostami sugiere, hace que el espectador lea entre líneas, confía en su inteligencia y en su involucramiento, lo logra. Para el director iraní, no hay nada que se dé por hecho y hay que dejarse sorprender. Es una lección de ética y del sentido del otro. Con gran sencillez, sin grandilocuencia, expresa emociones y sensaciones en lo más profundo del ser. En medio de una modernidad apabullante, su cine es un remanso. En Uxmal las mujeres trabajan en una zona arqueológica que han vuelto suya, sin discursos políticos ni prebendas. Aquí no solo hay piedras, hay historias de vida, simplemente porque es su legado, su pasado. Como lo son su lengua maya, su arte, sus bordados, su música y su poesía. Como en el cine de Kiarostami, en este relato el corazón se queda lleno de un gozo único, como solo las buenas historias lo consiguen.

Dejo la liga del video La Promeza, que espero disfruten como yo:

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

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