El PRD está al borde del abismo. El partido de izquierda acarició en 2006 la Presidencia y en 2012 se volvió la segunda fuerza política del país, en ambos procesos gracias a la votación obtenida por López Obrador. Hoy, de la mano de “Los Chuchos” —Jesús Ortega y Jesús Zambrano, su actual dirigente— no alcanza el 3 por ciento en ninguna de las votaciones federales y está pronto a desaparecer.
Ciudad de México, 3 de junio (SinEmbargo).– El Partido de la Revolución Democrática (PRD) está frente al patíbulo. El heredero de la lucha de las diversas agrupaciones de la izquierda que se unieron en torno al liderazgo del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano perderá su registro a nivel nacional luego de haber sido relegado en las urnas. En ninguna de las tres votaciones federales —para diputados, senadores o Presidenta— el Sol Azteca alcanza el 3 por ciento que establece la Ley para mantenerse con vida.
En la votación presidencial, el PRD registra —con más del 95 por ciento de las actas capturadas— el 1.92 por ciento; en la elección de senadores tiene el 2.33 por ciento de los sufragios, y en la de diputados 2.50 por ciento. De hecho, en cada uno de estos procesos el perredismo fue rebasado incluso por los votos nulos. Frente a ello, su dirigente nacional, Jesús Zambrano Grijalva ha minimizado el hecho de que están al borde de la desaparición y sostuvo en una entrevista con Reforma que en la corrección numérica que habrá en actas y el recuento de votos que se realizará a varios paquetes electorales, el PRD podrá aumentar su votación y conservar el registro.
"Hay una gran cantidad de problemas al respecto, y nosotros tenemos la confianza de que allí hay una cantidad de votos suficientes a favor del PRD para alcanzar, por lo menos alcanzar, el 3 por ciento necesario para nuestro registro legal", puntualizó quien podría ser el último dirigente del PRD.
Lo cierto es que la que la debacle del PRD se había vuelto una realidad desde 2018, cuando de la mano de “Los Chuchos” —Jesús Ortega y Jesús Zambrano— le dio la espalda a la izquierda y se plegó en alianza con la derecha articulada en el Partido Acción Nacional (PAN), partido al que 12 años antes acusó de haberle robado la elección a su candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, con quien obtuvo en toda su historia sus mejores números en las urnas.
Hoy su extinción no sólo se da de la mano de la derecha, sino, además, junto al Partido Revolucionario Institucional (PRI) del que salieron sus fundadores ante la falta de democracia. Ese mismo partido, el PRI, le robaría en 1988 la elección al ingeniero Cárdenas, quien al igual que López Obrador fue el otro líder que contendió en tres ocasiones por la Presidencia y que en al menos una de ellas denunció fraude electoral.
En la elección de 2006 —la cual quedó marcada precisamente por la sospecha de fraude—, el Sol Azteca, bajo la coalición por el Bien de todos abanderada por López Obrador, obtuvo 14 millones 756 mil 350 votos, hasta ese entonces la votación más elevada que había registrado la izquierda, frente a los 15 millones 284 votos logrados por Felipe Calderón Hinojosa, en medio de una campaña de desprestigio del empresariado hacia el candidato perredista y una operación de Estado, como ha denunciado el propio López Obrador.
Tres años después, en la elección intermedia de 2009, el PRD se mantuvo como tercera fuerza política nacional, detrás del PRI y PAN con cuatro millones 228 mil 627, y para los comicios presidenciales de 2012, de nueva cuenta con López Obrador como su candidato, volvió a alcanzar una cifra récord para la izquierda a la que posicionó en el segundo lugar con 15 millones 896 mil 999 votos, alrededor de cuatro millones menos que los 19 millones 226 mil 784 obtenidos por Enrique Peña Nieto.
Ese año, 2012, representó el punto de inflexión para el partido del Sol Azteca, el heredero del registro del Partido Socialista Mexicano, que como antecedente de lo que sucedería ocho años después, firmó el Pacto por México de la mano de su entonces —y también actual dirigente— Jesús Zambrano Grijalva, quien respaldó junto al PAN las reformas estructurales del peñismo.
El impacto electoral lo viviría el PRD en la elección intermedia de 2015, cuando se mantendría prácticamente con los mismos votos que obtuvo en los comicios de 2009: cuatro millones 335 mil 321, apenas por encima de un partido naciente: Morena, fundado por López Obrador luego de su salida del PRD en septiembre de 2012, que en ese proceso alcanzó tres millones 345 mil 712 sufragios.
Ese pequeño margen entre ambas fuerzas se revertiría en 2018, año en el que la izquierda llegaría por primera vez a la Presidencia, pero no de la mano del PRD, que para ese entonces se alió en forma al PAN y a Movimiento Ciudadano, sino de López Obrador y Morena que lograría una votación inédita de 30 millones 113 mil 483 sufragios contra el candidato del PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya, que obtuvo la votación más baja del PAN en 18 años con 12 millones 610 mil 120.
En ese proceso, el PRD comenzó a tocar fondo. Logró un millón 602 mil 715 votos, cifra que se mantendría en el proceso intermedio de 2021 cuando tuvo un millón 792 700 votos; 248 mil 505 en solitario. Hoy esa cifra ha caído aún más con 1 millón 41 mil 695 votos.
A esto se suma su reducción territorial. En sus tres décadas de vida política, el PRD controló la Ciudad de México y gobernó Zacatecas, Michoacán, Tlaxcala y Baja California Sur, pero desde la firma del Pacto por México en diciembre de 2012 con el Gobierno de Enrique Peña Nieto perdió Chiapas (2012), Guerrero (2014), Ciudad de México (2018), Morelos (2018), Tabasco (2018), Puebla (2018, que ganó en alianza con el PAN), Nayarit (2021, que también ganó en alianza con PAN) y Michoacán (2021). Hoy no gobierna ningún estado.
Al igual que ha ido perdiendo gubernaturas, también ha sucedido lo mismo con sus registros locales. Para 2021, por ejemplo, había tenido una votación menor al tres por ciento en 15 entidades, perdiendo su derecho a recibir prerrogativas estatales, y luego del proceso electoral de 2022 este número llegó a 19 estados, es decir dos terceras partes del país, luego de que no obtuviera la votación necesaria en Hidalgo, Durango, Tamaulipas y Quintana Roo. En este proceso,de las nueve gubernaturas que se renovaron sólo superó el 3 por ciento en Morelos y en Tabasco, donde Morena arrasó por 70 puntos.