En México, los millonarios como Germán Larrea Mota Velasco y Carlos Slim Helú está vinculados a las industrias extractivas y concesiones del Estado, con la venta a precios bajos de grandes empresas del Estado Telmex y Ferromex, explicó la directora ejecutiva de Oxfam.
Ciudad de México, 15 de enero (SinEmbargo).— Mientras que multimillonarios mexicanos como Germán Larrea Mota Velasco y Carlos Slim Helú crecieron su patrimonio desde 2020 hasta en un 70 por ciento, se agudizó la pobreza en la mitad inferior de la población mexicana.
Un informe de la organización Oxfam titulado “Desigualdad Inc.” dio cuenta que esto sucede a nivel internacional y la investigadora Alexandra Haas explicó que en México se replica esta ecuación con la particularidad de que los más adinerados lo han hecho mediante la privatización de empresas estatales durante el periodo neoliberal, y el extractivismo.
Dos casos emblemáticos son Teléfonos de México (Telmex), entregada a Carlos Slim en 1990; y Ferrocarriles Mexicanos (Ferromex) de Germán Larrea en 1995, citó.
“En México, los millonarios están muy vinculados con industrias extractivas y concesiones del Estado, con la venta barata de grandes empresas del Estado que solían hacer públicas y que luego se privatizaron”, señaló la directora ejecutiva de Oxfam.
“[Esto está] muy relacionada con el poder monopólico, que esto es otro aspecto del informe que es importante decir, o sea el tema es que hay como una nueva era de poder corporativo y monopólico que lo que hace es que permite que las grandes empresas tengan control de los mercados, y eso les da, digamos, la oportunidad de quedarse con muchos de los beneficios”.
Y a pesar de que ha habido en los últimos años un incremento en la inflación –subió en un 4.66 por ciento de diciembre de 2022 al mismo mes de 2023–, indicó Haas, no hay un aumento de sueldos, lo cual está relacionado con el carácter monopólico de algunas de estas industrias, donde «al menos Larrea y los que son los mil millonarios mexicanos, pues claramente tienen poder monopólico sobre algunas de estas industrias».
Tan sólo Carlos Slim Helú, dueño de Grupo Carso –el cual está conformado por empresas como Telmex, Sanborns, y Grupo Inbursa–, vio su valor pasar de 62 mil millones de dólares (mdd) a inicios de 2020, a 102 mil mdd para inicios del año en curso, según cifras del Índice de Billonarios de Bloomberg.
La directora ejecutiva de Oxfam hizo énfasis en que el Estado mexicano ha fallado en no tomar un papel más activo en la inversión pública en temas de innovación y política industrial, de tal manera que se vitalicen estos sectores y no queden únicamente en manos del sector privado. «Es indispensable el apoyo a la Reforma Laboral que ya se hizo, y que ha tenido un componente importante de democracia sindical, pero que se tiene que seguir impulsando», remarcó.
«Por un lado está el control, o la regulación, del Estado sobre estas industrias; pero también por el otro la posibilidad de que los trabajadores y trabajadoras tengan herramientas para defender sus derechos; y finalmente el tema del cobro de impuestos, porque también hay que decirlo –y esto lo vimos en el informe del año pasado–: al mismo tiempo que estos mil millonarios tienen poder monopólico y la posibilidad de aumentar los precios, también tienen la posibilidad de contener una reforma fiscal que hiciera que podrían contribuir más, y mucho más de lo que hacen, a las finanzas públicas».
LOS MÁS RICOS GANAN UN 34 POR CIENTO MÁS
A nivel global, el informe de la organización indica que las cinco corporaciones más grandes del mundo tienen un valor combinado mayor a todo el Producto Interno Bruto de los estados de África, América Latina y el Caribe.
«La crisis post-pandemia tuvo claros ganadores y perdedores: los hombres más ricos del mundo aumentaron sus fortunas en un 34 por ciento, es decir, en 3 mil 300 millones de dólares más que al inicio de la pandemia, además de que sus fortunas crecen tres veces más rápido que la inflación. Al mismo tiempo, aproximadamente cinco mil millones de personas en el mundo se empobrecieron. Oxfam calcula que, al ritmo actual, tomaría 230 años erradicar la pobreza, pero solo una década para que una sola persona acapare un millón de millones de dólares, algo inédito en la historia de la humanidad», cita Oxfam en su informe.
La desigualdad, explicó Haas, genera un círculo vicioso en el que cuando hay menos acceso a capital, hay más castigo al salario, e incluso menos acceso al poder político para poder cambiar los términos del juego. En este sentido, si bien los mil millonarios más poderosos del mundo radican en países altamente desarrollados, también es cierto que el poder adquisitivo de las personas en esos países desarrollados es más alto que en países con menor desarrollo, así como sus posibilidades de organización laboral, la inversión pública de parte del Estado, y la recaudación fiscal.
«Para recaudar [impuestos] en los países desarrollados hay más servicios públicos, con mayor cobertura universal. Los salarios son mejores, el sistema de pensiones es mejor. Entonces, digamos que todo el sistema, aunque se está produciendo una era de desigualdad sin precedente, donde efectivamente los monopolios no nada más ocurren en países de renta media o de renta baja, sino también en países desarrollados, también es cierto que la desigualdad con respecto a la situación de vida de las personas más pobres es muy distinta».
Haas recordó que en México no existe un impuesto a la riqueza, como sucede en Noruega, España o Suiza; o sobre la herencia, lo cual permitiría una mayor recaudación y que la desigualdad disminuyera a lo largo de las generaciones.
«[El impuesto a la riqueza] Eso ha funcionado para cobrar un porcentaje de las grandes fortunas, y finalmente la otra es el impuesto a la herencia, (…) no estamos hablando de la herencia de un departamento o de un coche, sino realmente las herencias de los mil millonarios que van a pasar de padres a hijos y de hijos a nietos sin pasar por el fisco, porque no hay impuestos a las herencias que van a hacer que estas familias acumulen el capital a lo largo de generaciones, mientras que por el otro lado lo que vemos es también la herencia de la pobreza, la falta de movilidad social».
PIDEN PONER FIN A LOS MONOPOLIOS
Para disminuir la desigualdad hay que primero regular a los monopolios, advirtió Oxfam en su informe, por lo que hizo un llamado a «acabar con la extrema concentración actual de la riqueza», así como » detener la privatización de los servicios públicos y recuperar un mayor control del Estado».
Estas medidas antimonopólicas, tales como las leyes que propuso Haas, permitirían «reducir los precios, aumentar la creación de nuevas empresas e incrementar los salarios y el empleo de los trabajadores», recordó la organización, y entre ellas en México existe la Ley Federal de Competencia Económica, creada en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y que pretendía «proteger el proceso de competencia y libre concurrencia, mediante la prevención y eliminación de monopolios, prácticas monopólicas y demás restricciones al funcionamiento eficiente de los mercados de bienes y servicios».
La directora ejecutiva de Oxfam consideró que dicha ley es «bastante robusta» que contempla la operación de la Comisión Federal de Competencia (Cofece), pero que podría mejorar en su implementación y en la capacidad de dicha institución para llevar adelante casos.
Por ejemplo, en junio de 2023 dicha Comisión reportó que inició una investigación de oficio «para determinar si se realizaron acuerdos ilegales entre distribuidores y/o exhibidores de películas en salas de cine en el territorio nacional», siendo las franquicias de mayor presencia Cinemex, de Germán Larrea, y Cinépolis, de Alejandro Ramírez.
En ese momento, la Cofece expuso que tenían indicios de que se habían formado acuerdos conocidos como prácticas monopólicas absolutas, según el artículo 53 de la Ley Federal de Competencia Económica, pero que la investigación «no debe entenderse como un prejuzgamiento sobre la responsabilidad de agente económico alguno».
«[La Cofece] ya ha tenido la oportunidad de revisar casos, la cosa es si justamente hay la disposición política para abordar los casos más delicados de la gente que acumula la mayor cantidad de riqueza o si se permite que sigan siendo pues los dueños de estos grandes sectores de la economía, sobre los cuales tienen una influencia desmedida», apuntó al respecto Alexandra Haas.
«El creciente poder corporativo es como gasolina para las desigualdades, porque el mayor poder monopólico de las corporaciones lleva a un mayor poder corporativo, que a su vez busca incrementar las ganancias de los accionistas. ¿Cómo incrementan esas ganancias? Se utilizan para recompensar a los a los inversionistas, no a los trabajadores, se evaden impuestos o se eluden, y también hay un fenómeno que es la privatización de los servicios públicos», remarcó Haas. «El rol del Estado tiene que revitalizarse, es un rol primordial que tiene muchísimas funciones, que son las que pueden justamente contener esta nueva era de concentración de poder».