Esta investigación pretende comprender el flujo de estos precursores para la producción de drogas sintéticas en México, específicamente la metanfetamina y el fentanilo.
*Este artículo forma parte de una investigación de un año sobre el flujo de precursores químicos para la producción de metanfetamina y fentanilo en México.
Por Steven Dudley
EU, 8 de mayo (InSight Crime).– Las drogas sintéticas han causado cambios en el crimen organizado. A diferencia de la mayoría de las drogas tradicionales, que dependen de plantas, cosechas, un clima propicio, trabajo manual abundante y el transporte de grandes cantidades de sustancias ilícitas a través de zonas fuertemente vigiladas, las drogas sintéticas se pueden producir en laboratorios durante todo el año.
Esto se hace utilizando una gran variedad de productos químicos, que en su mayor parte no están estrictamente regulados, y que pueden emplearse en diferentes etapas del proceso en laboratorios rudimentarios y transportarse en cantidades grandes o pequeñas, a menudo sin el conocimiento de los propios transportistas.
Las fuentes de los precursores químicos se encuentran en todo el mundo. Actualmente se concentran en China, donde un número relativamente pequeño de empresas parecen estar produciendo precursores químicos, principalmente en dos provincias. Estos productos químicos se comercializan y venden en internet, donde una variedad de proveedores en línea ofrece productos químicos tanto regulados como no regulados a través de la red abierta y la web oscura. Estos expendedores son a veces extensiones de las mismas productoras, y en otras ocasiones son independientes. Además, hay algunos que han conformado clanes, que parecen poseer numerosas empresas de producción y comercialización.
Las materias primas de estas drogas son sustancias químicas denominadas precursores. Esta investigación pretende comprender el flujo de estos precursores para la producción de drogas sintéticas en México, específicamente la metanfetamina y el fentanilo.
A continuación presentamos el resumen ejecutivo del informe y los principales hallazgos.
RESUMEN EJECUTIVO
Los precursores químicos se transportan a México en buques de carga o por vía aérea, bien sea en vuelos directos o por rutas con múltiples escalas. Las cargas suelen estar mal etiquetadas, con el fin de camuflar el contenido, el propósito del envío o la cantidad enviada. En México, los operadores y compradores independientes facilitan este comercio, suministrando documentación, creando empresas fachada o sobornando a funcionarios. Luego los productos químicos llegan a manos de los pequeños productores, conocidos como «cocineros». Estos productores sintetizan los precursores y los convierten en drogas sintéticas ilícitas que luego se venden a grandes compradores y transportistas especializados.
Hay dos grandes redes criminales que compran y transportan drogas sintéticas al por mayor: el Cartel de Sinaloa y el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Estas redes son responsables de llevar el producto a través de la parte más difícil de su trayecto y, por lo tanto, cobran más por sus servicios. Después de vender las drogas al por mayor, suelen hacerse a un lado, dejando la distribución y las ventas al por menor a redes criminales locales.
La industria de los precursores químicos —y la industria de las drogas sintéticas en general— es tan difícil de regular precisamente porque opera en esferas legales e ilegales, involucra muchos niveles y diferentes redes criminales, y cuenta con muchos medios para obtener su objetivo final: la venta de drogas sintéticas a un número creciente de consumidores.
Esos consumidores no solo están en Estados Unidos, donde las drogas sintéticas, en particular el fentanilo, son responsables de decenas de miles de sobredosis al año. Hay otros países, como México, que están experimentando un aumento dramático en el consumo de drogas sintéticas, principalmente metanfetamina, aunque también fentanilo. La industria de las drogas sintéticas también está teniendo efectos nocivos sobre el medio ambiente en México y es la causa del aumento de la violencia en los corredores donde se trafica y se vende en el mercado local.
Este problema requiere que los gobiernos reconsideren sus estrategias tradicionales para combatir las drogas ilícitas. Además de desarrollar coaliciones regionales y globales para monitorear y regular los productos químicos, los gobiernos deben trabajar con la industria privada para que desempeñe un papel mucho más activo para reducir este comercio y limitar la propagación de estas nocivas sustancias.
HALLAZGOS PRINCIPALES
Un gran número de sustancias químicas denominadas «precursores» contribuyen a la producción de drogas sintéticas. Sin embargo, el mercado de estas sustancias químicas para la elaboración de drogas sintéticas está compuesto de al menos tres mercados diferentes: precursores, preprecursores y sustancias químicas esenciales. Cada uno de ellos se enfrenta a un régimen normativo diferente, ejerciendo presión sobre una parte ligeramente distinta de las regulaciones mundiales y locales. Esto significa que no existe una solución única, sino que requiere de un enfoque amplio y a varios niveles para mitigar su impacto.
Los mercados de precursores y preprecursores son el foco de los esfuerzos más intensos de los reguladores y las fuerzas de seguridad. Pero la falta de un marco jurídico internacional unificado, la ausencia de intercambio de información y cooperación entre países, y la falta de recursos y capacitación en dichos países hace que estos esfuerzos sean en gran medida infructuosos. Prueba de ello es la disponibilidad y los bajos precios de las drogas sintéticas ilícitas en el mercado de drogas más lucrativo del mundo, Estados Unidos, y la poca cantidad de casos penales presentados contra estas redes en sus principales áreas de operación: China, México y Estados Unidos.
La importancia de muchos productos químicos esenciales para diversos sectores de la economía también hace que su regulación sea muy difícil. Dentro de estos productos químicos esenciales se encuentran algunas de las sustancias más producidas y comercializadas en el mundo. Cualquier interrupción en su flujo, por lo tanto, podría ser muy perjudicial para las economías lícitas que dependen de ellos. Asimismo, su disponibilidad implica que es difícil crear una estrategia en el lado de la oferta.
La cadena de suministro de los precursores químicos con mayores regulaciones tiene la forma de un reloj de arena, en el que hay numerosos productores, distribuidores y transportistas en la parte superior; un número menor de compradores, operadores y procesadores de drogas independientes en el medio; y un mayor número de transportistas, mayoristas y distribuidores minoristas en la parte inferior. Esto significa que quizá se puede ejercer presión sobre la zona del medio, donde se produce el cuello de botella más evidente.
La industria de la metanfetamina en México está tan avanzada en lo que se refiere a los diversos productos químicos y los métodos de producción que a los organismos de seguridad les resultará difícil seguirle el paso. Esto significa que las autoridades deberán pensar en nuevas formas de rastrear la producción y el movimiento de los productos químicos utilizados para elaborar metanfetamina (y otras drogas sintéticas) y dirigir sus recursos hacia el lado de la demanda.
Además, el fentanilo es un mercado de proporciones nunca antes vistas. La potencia de esta droga y, por tanto, las pequeñas cantidades que se trafican, hace que sea casi imposible llevar a cabo controles efectivos de sus precursores y de la droga misma. El mercado es tan mañoso, que los traficantes envían más del 95 por ciento de los adulterantes y aditivos a través de fronteras fuertemente vigiladas, a pesar de los riesgos. Las barreras de entrada también son mucho menores, por lo que los incentivos a lo largo de la cadena de suministro son diferentes a los de otras drogas, como la metanfetamina.
Aunque el gobierno mexicano afirma lo contrario, parece que en México se produce una cantidad considerable de fentanilo. Si bien esta producción es imposible de cuantificar, al parecer es significativa, dadas las diversas formas que hemos encontrado para el ingreso de precursores de fentanilo al país y las diversas maneras en que las redes criminales lo están fabricando. En lugar de elaborarlo desde cero, los “cocineros” mexicanos sintetizan fentanilo usando precursores y preprecursores que requieren solo unos pocos pasos relativamente simples.
Aun así, la producción de fentanilo en México todavía está en sus inicios. Si la producción de metanfetamina sirve de indicio, es probable que este sea el comienzo de un proceso mediante el cual las redes criminales mexicanas buscan autonomía para evadir las restricciones globales al comercio de productos químicos y evitar estar a merced de los países productores, como China. Además, dadas las pequeñas cantidades necesarias para satisfacer la demanda, el fentanilo permite la entrada al mercado de productores y vendedores pequeños, creando así un mercado más “democrático”, que es mucho más difícil de controlar.
Las organizaciones criminales como el Cartel de Sinaloa y el CJNG son solo un eslabón de la cadena de suministro, por lo que centrar los esfuerzos de los organismos de seguridad en ellas no tendrá un impacto significativo en el comercio de drogas sintéticas. En general, esos grupos solo se involucran en el comercio de precursores químicos hasta que estas sustancias se han obtenido en México y están listas para distribuirse entre los productores. La producción de drogas sintéticas también se subcontrata a varias células semiautónomas, que a veces trabajan bajo la supervisión de estos grupos más grandes y a veces operan de forma independiente, creando un mercado dinámico, flexible y resiliente.
Tanto en los lugares donde se producen los precursores químicos, como donde se venden en el mercado abierto o el mercado negro, los vendedores de estas sustancias obtienen ganancias relativamente pequeñas. El pequeño tamaño de este mercado, en relación con el tamaño del mercado global de productos químicos, dificulta enormemente su regulación. En ese sentido, también ha resultado difícil llevar este tema a las prioridades de las agendas de seguridad y regulación. La escasez de recursos se ha traducido, hasta ahora, en la escasez de resultados.
El sector privado tiene un papel importante (y sin precedentes) en la cadena de suministro de precursores químicos, lo que desafía el paradigma tradicional del narcotráfico en México. Mientras que los mercados de drogas de origen natural incluían principalmente a grandes organizaciones criminales que operaban en zonas rurales y empleaban agricultores para cultivar los plantíos ilícitos, las redes de tráfico de drogas sintéticas tienen múltiples capas, involucran a distintas industrias legales, pueden operar desde prácticamente cualquier lugar, utilizan sobre todo suministros lícitos y, por lo tanto, generan una importante superposición entre las esferas legal e ilegal.
La rapidez y adaptabilidad del mercado de precursores puede requerir un enfoque policial completamente distinto. En particular, uno que haga hincapié en la participación voluntaria del sector privado, en conectar con los acuerdos comerciales y la cooperación entre los países de Norteamérica, ser más transparente con el público y, en la medida de lo posible, ampliar los límites de los procedimientos legales existentes, como la adopción del concepto de “presunción refutable”, según el cual las empresas tienen que comprobar que una sustancia tiene un doble uso viable, en lugar de obligar al gobierno a demostrar que no lo tiene.