Nellie Campobello, la escritora que reivindicó el nombre y la esencia revolucionaria de Francisco Villa, también fue nombrada por el público de La Habana como una “bailarina notabilísima” junto con su hermana Gloria.
Habana, 18 de febrero (SinEmbargo).– El año 2023 ha sido declarado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, como el año del General Francisco Villa, con motivo de que se cumplen cien años de la emboscada que acabó con su vida el 20 de julio de 1923. Esta deferencia debe ser extendida a su paisana, la escritora de la Revolución, Nellie Campobello, quien fue la primera que salió en defensa del caudillo cuando la clase triunfante del movimiento revolucionario le negaba los méritos y servicios que el General prestó a la Patria.
Por muchos años en el discurso revolucionario de los políticos se omitía el nombre de Francisco Villa; en la historiografía se le señalaba como contrarrevolucionario, asesino despiadado y bandolero sin principios; en la Literatura dominó la representación de un villismo brutal y sanguinario: la novela Los de Abajo, por ejemplo, se magnificó porque encajaba bien con la versión oficial. En ese contexto, a principios de la década de los treinta, Nellie asumió decididamente reivindicar el nombre y la esencia revolucionaria de Francisco Villa y de los hombres que lo siguieron en 1910 contra la dictadura porfirista y luego en la División del Norte contra el usurpador Victoriano Huerta.
Tras haber presenciado la Revolución en el estado de Chihuahua, Nellie llega a la Ciudad de México en 1921 buscando una oportunidad de desarrollo. Establece relación con el General Jesús Agustín Castro, viviendo bajo su protección durante algunos años, hasta que en 1928, cuando Castro se opuso en el Senado a la reelección de Álvaro Obregón y debió ocultarse en su natal Durango para salvar su vida, Nellie tomó la decisión de independizarse de su tutela y buscarse la vida junto con Gloria, su hermana menor, liberándose de ese ambiente social y político en el que habían tenido que desenvolverse y forjándose a partir de entonces una consciencia más clara de su posición en el mundo.
Fue así que llegaron a la comuna de artistas que bajo el liderazgo de Gerardo Murillo, el Dr. Atl, se congregaban en el exconvento de La Merced, donde encontraron estímulo y comenzaron a proyectarse como pareja de baile. Nellie respondió la provocación que le hizo el Dr. Atl para que escribiera y realizó sus primeros poemas que el mismo Atl le publicó bajo el título Francisca Yo!, en abril de 1929. El contacto con los artistas de la comuna les despertó a las hermanas grandes inquietudes, por lo que recibieron con entusiasmo la invitación que les hicieron en esos días para integrarse a un espectáculo típico mexicano con miras a presentarse en las exposiciones iberoamericanas que se llevarían a cabo ese año en Barcelona y Sevilla.
Había en ese momento gran entusiasmo por estas exposiciones que desde años atrás se venían preparando con fuerte inversión de todos los países de América, pues sería un escaparate internacional donde se mostrarían sus atractivos turísticos, artísticos, industriales, etc. México había construido un pabellón imponente donde se proyectaba difundir lo más representativo de la cultura nacional. En el medio artístico causó revuelo la posibilidad de llegar hasta ese escenario y mostrar sus creaciones al mundo. Raúl Mondragón, músico con gran experiencia, tuvo la iniciativa de conformar a un grupo de artistas mexicanos que consiguiera presentarse en estos eventos de proyección internacional. Más de veinte integrantes, entre músicos de orquesta, mariachis y cantantes, integraron la que se denominó como Orquesta Mexicana de Charros Mondragón, invitando a Gloria y Nellie Campobello para que ejecutaran bailes típicos.
Las hermanas aceptaron con gran entusiasmo y de inmediato prepararon su viaje, Gloria aún era menor de edad y tal vez carecía de documentos de identidad, por lo que Nellie envió a María[1], la hermana mayor, para que le hicieran su registro, resolviendo a su más puro estilo, con los nombres y edades que mejor le parecieron[2]; Es importante anotar que durante la década de los veinte, Gloria y Nellie se habían adjudicado el apellido Campbell, y así fue como quedó registrado en el acta que solicitaron.
En la Ciudad de México a las 9 nueve y 30 treinta minutos del día 12 doce de junio de 1929 mil novecientos veintinueve ante mí Rafael Gutiérrez Rosas Juez 6º sexto del Registro Civil compareció la señorita Judith Campbell Morton de Villa Ocampo Durango de 24 veinticuatro años, soltera, vive en la calle de Abraham González número 31 treinta y uno y presentó viva a la señorita Gloria Campbell y Morton que nació en dicha casa el día 21 veintiuno de octubre de 1914 mil novecientos catorce a las 19 diecinueve horas hija legítima de los finados señores Ernest Campbell e Ysabel Morton Miranda. La señorita presentada es nieta por línea paterna de los finados señores Alberto Campbell y Elizabeth cuyo apellido ignora y por la materna de los también finados señores Guillermo Morton y Rafaela Miranda.
Días después de levantar esta acta salieron con el resto del conjunto rumbo a España, pernoctando en La Habana, Cuba, a donde llegaron los primeros días de julio. Gracias al periódico Diario de la Marina logramos recientemente seguirles la pista desde el momento de su llegada, hasta su retorno a México en mayo de 1930[3].
El día 6 de julio de 1929 se mencionó por primera vez a la Orquesta Mexicana de Charros Mondragón en el Diario, afirmando que tras los “ruidosos triunfos” que habían logrado en su país, habían sido seleccionados por el Gobierno mexicano como representantes de su cultura para las exposiciones internacionales de Barcelona y Sevilla, anunciando que los habaneros tendrían oportunidad de apreciar su arte en una muy breve temporada que harían en la ciudad.
“Se trata por lo tanto de un espectáculo excepcional, y de breve actuación –“de vapor a vapor”– que hará su debut el próximo miércoles en el teatro Martí”. [4]
De inmediato se abrió la venta de localidades para poder apreciar el espectáculo que haría su debut el día 10 de julio. Los boletos tenían un costo de 80 centavos la luneta, 60 centavos la butaca y 20 centavos la tertulia. Todos los días aparecían pequeñas notas publicitarias que le daban realce al conjunto de artistas.
“Es el de Mondragón, un espléndido espectáculo, con un famoso trío de cancioneras, una notabilísima pareja de danzas características, meritísimos concertistas, un grupo especialísimo de 'mariachis' y en fin una admirable Orquesta Típica, la mejor sin duda de cuantas existen en la vecina República”. [5]
Tras su debut, se destacó lo numeroso que había sido el público que había presenciado el show y que habían quedado muy satisfechos con la calidad y el atractivo de cada número, elogiando el desempeño de los artistas como de primer nivel.
“Músicos, bailarines, cantantes y mujeres de espléndida belleza, constituyen el conjunto, que es nutrido y está formado por elementos de primer orden en su género.
La actuación de Los Charros de Mondragón fue óptima. Las artistas líricas, los músicos y los números de baile produjeron deliciosa impresión a los espectadores que aplaudieron con ese cálido entusiasmo con que siempre se rinde espontáneo tributo a los verdaderos artistas de mérito indiscutible”[6].
Durante cuatro días tuvieron funciones en el Teatro Martí de tarde y noche, para el quinto día, por ser domingo, se extendieron a la matinée. En el Diario de la Marina se seguían dedicando pequeños comentarios para incentivar al público que acudiera a presenciar el espectáculo, destacando que “la famosa Orquesta Mexicana de Charros Mondragón era sin disputa la mejor atracción teatral en ese momento en la Habana”. A las hermanas Campobello las calificaban como “bailarinas notabilísimas”.
Se presentaron por dos días más en dicho teatro y los precios de las localidades bajaron a 40 y 50 centavos. Se anunció su despedida para el martes 16. Todo parecía indicar que tal como se había informado desde antes de su debut, solo permanecerían unos pocos días en la isla y ese plazo se había cumplido, por lo que continuarían su viaje a España. Sin embargo, al día siguiente se anunció el espectáculo en otro teatro, el Riviera, en la zona del Vedado, donde hicieron doble función por dos días. Para el día 19, se presentaron en el Neptuno, dos funciones por único día, con un costo de 20 y 30 centavos. Luego siguió el Auditoriun, donde anunciaron dos funciones para el sábado 20 de julio, y tres para el domingo, a 20 y 40 centavos las entradas.
Es evidente que la Orquesta debió alargar su estancia en la isla por necesitar recursos para continuar el viaje, pues trabajaron todos esos días de manera intensa en cuanto espacio tuvieron oportunidad, por lo que la versión de que eran enviados del gobierno de México debió tratarse solo de un ardid publicitario. Afortunadamente para ellos, el Embajador mexicano en Cuba en ese momento, Carlos Trejo Lerdo de Tejada, era muy afecto a difundir las expresiones artísticas de su país y los contrató para una fiesta que se celebró el día 22 de julio en la Secretaría de Estado.
Antes de que diera comienzo el espectáculo, el embajador dirigió brevemente la palabra al distinguido auditorio reunido en la gran sala de la Cancillería, y explicó que la misión que tendrían en tierras de Europa sería dar a conocer la música mexicana, una de las más ricas por su tipicidad, de las melodías americanas.
“La audición fue perfecta. El director de la orquesta condujo a ésta de manera maestra y los músicos, escogidos entre los mejores de la vecina tierra, se portaron admirablemente ante la batuta sabia de quien los conduce. Recibieron al final de cada pieza ejecutada calidísimos aplausos, entre los que se unieron manos de plenipotenciarios y de bellas señoritas y señoras, hijas y esposas de aquellos, y distinguidas damas de esta sociedad” [7].
Gracias a esta fiesta ofrecida por el embajador, la orquesta fue contratada para otros dos eventos privados en el Centro Mexicano de Cuba y en el Centro Asturiano, los días 28 y 30 de julio respectivamente. Sobre este último, el Diario de la Marina mencionó en su edición del 31 de julio el programa presentado por la orquesta que incluyó piezas como la Marcha de Zacatecas y Rapsodia mexicana, compuesta por cantos de la Revolución, y entre los bailes ejecutados por las hermanas Campobello destacaron La Jarana Yucateca y el Jarabe Tapatío.
“Algunos bastantes números, tuvieron que ser bisados y todos merecieron calurosos aplausos. Las lindas mexicanas, bailarinas hermanas Campobello así como las cantantes Flores-Rubí, no menos lindas, fueron objeto también de repetidas y estruendosas ovaciones”.
Esta fue la última nota sobre la Orquesta Mondragón en La Habana, lo que indica que finalmente continuaron su viaje hacia España; quizás con las presentaciones particulares lograron completar para llegar a su destino final. Sin embargo, no todos los elementos del conjunto lo hicieron, pues las hermanas Campobello se quedaron en Cuba, y no en las mejores condiciones. Es probable que la orquesta no haya contado con los recursos suficientes para que reanudaran el viaje todos los integrantes y prescindieron de las hermanas, pero también es factible que la propia Nellie haya decidido no continuar la aventura en condiciones tan precarias, pues el trabajo que habían tenido en La Habana había sido muy extenuante, con funciones mañana, tarde y noche en cuanto lugar tuvieron oportunidad, y nada les aseguraba que al llegar a España la situación fuera más favorable, no había ninguna garantía de que lograran conseguir la proyección anhelada, y mucho menos el retorno a su tierra.
En el Diario de la Marina no se volvió a mencionar a la Orquesta, la cual tampoco figura en las listas de artistas que participaron en las famosas exposiciones de Sevilla y Barcelona, es muy probable que se haya desintegrado en el trayecto.
El caso es que pese a la publicidad que habían recibido por su desempeño en la orquesta, las hermanas no lograron ser contratadas en ningún teatro y durante varios meses se sostuvieron con muchas limitaciones, probablemente con participaciones esporádicas en centros nocturnos. Nellie intentó hacerse promoción como poetisa, pues llevaba su primer y recién publicado libro Francisca Yo!, y tal parece que salió una noticia sobre ella en algún periódico habanero donde la calificaban como una rara poetisa, según lo consignó su amigo el periodista José Antonio Fernández de Castro, quién señala que esa fue la primera referencia que tuvo de Nellie; desafortunadamente no hemos podido aún localizar la nota.
Fue precisamente Fernández de Castro quien finalmente ayudó a las hermanas a relacionarse en el medio cultural de la ciudad, a finales del año 29, cuando las conoció personalmente. Fue entonces, a partir del mes de diciembre cuando ellas volvieron a aparecer en el Diario de la Marina al participar en un evento de caridad organizado por damas de sociedad en beneficio de niños pobres.
Gloria y Nellie pasaron en la isla las fiestas navideñas, lejos de su hogar y su familia. Recibieron el año 1930 deseosas de que llegaran tiempos más prometedores que les permitieran retornar a su tierra. La vida les respondió favorablemente, pues consiguieron finalmente un trabajo en el Teatro Campoamor, cubriendo los intermedios del espectáculo de la cantante mexicana Adria Delhort. El periódico del 14 de enero destacó:
“Muchos aplausos. Muchas repeticiones. Adria Delhort, naturalmente, gustó mucho al presentarse ante un numeroso público ayer en el teatro Campoamor. Y se aplaudió también, porque se lo merecieron, a las hermanas Campobello. Bailan con arte, venciendo dificultades coreográficas, cuando ponen en el baile popular recursos gimnásticos, cuando llevan a lo académico los trenzados típicos de las danzas de México. Y con más arte, para mi gusto, cuando los bailes se interpretan al modo campesino, sin mixtificarlos. La cantante y las bailarinas dieron ayer una nota muy bella de mexicanismo integral”.
Durante la segunda quincena de enero las hermanas actuaron alternando con la Delhort, logrando posicionarse nuevamente en las notas de espectáculos del periódico y demostrar que sus números de baile tenían gran atractivo en el público. En el número del 16 de enero del Diario de la Marina se publicó una fotografía de ellas acompañada del siguiente texto.
“Nellie y Gloria Campobello, bailarinas mexicanas, que se encuentran en esta capital actuando en el Teatro Campoamor, con beneplácito de la crítica y del público.
Las Hermanas Campobello, danzarinas clásicas, dominan toda clase de bailes, lo mismo un jarabe mexicano que un ballet contemporáneo. Su actuación es realmente extraordinaria. Elegantes, ágiles, muy jóvenes, las hermanas Campobello merecen todos los elogios de la crítica y los aplausos del público. Un compañero nuestro ha escrito unas cuartillas sobre los bailes novísimos de tan gentiles artistas. A reserva de publicarlas oportunamente, no queremos dejar pasar más tiempo sin presentar a nuestros lectores las lindas caritas de tan finas artistas”.
Después de una semana de funciones en el Teatro Campoamor, las hermanas fueron contratadas en un lugar de más categoría, el Chateau Madrid en el que actuaron a partir de febrero y durante varios meses.
Aunque no habían logrado el propósito de presentar su arte en las grandes exposiciones de España, y aunque su estadía en Cuba fue de grandes dificultades económicas, fueron estos meses los que les abrieron la visión y sensibilidad para darle un sentido social a su trabajo. Este crecimiento de pensamiento fue gracias a la orientación de Fernández de Castro, quien las puso en contacto con personajes de gran valor artístico, intelectual y social, como el poeta afroamericano Langston Hughes, el poeta mexicano estridentista Germán List Arzubide, los ilustradores Massaguer y Mario Carreño, este último hizo incluso el retrato de Gloria.
El periodista Fernández de Castro también le habló a Nellie sobre la grandeza del poeta ruso Mayakowsky y del poeta español Federico García Lorca, quien se encontraba en este tiempo en La Habana y al que las hermanas pudieron saludar de lejos. Nellie escribió tiempo después que lamentaba no haber tenido la capacidad para valorar en toda su dimensión a estos personajes, sin embargo fue gracias a lo que logró captar de todos ellos que pensó seriamente en cuál era su papel en la cultura y qué era lo que podía aportar. El orgullo por las raíces que expresaban en su obra y en su discurso Langston Hughes y García Lorca, la hicieron reflexionar en su origen y reconocerse en su crianza norteña.
Luego se dio el caso de que Fernández de Castro tuvo un accidente que lo llevó a ser hospitalizado; Gloria y Nellie lo visitaban diariamente y durante una de sus largas charlas, el periodista narró un episodio de la Revolución Mexicana que le habían contado, a lo que Nellie respondió haciéndole algunas aclaraciones y contándole de su cercanía con el movimiento revolucionario en Parral, Chihuahua. Fernández de Castro se maravilló con las anécdotas violentas que ella contaba con tanta naturalidad y la instó a que las escribiera. Nellie de inmediato detectó que justamente esas experiencias le daban originalidad, que ahí estaba eso que ella y solo ella podía decir. Con entusiasmo comenzó a hacer sus relatos usando la voz que mejor conocía: la del pueblo. Revivió la expresión de su madre, de las mujeres de su barrio y entonces renació su admiración por aquellos hombres que con sus ojos de adolescente vio luchar y morir. Se percató que nadie hablaba de ellos, de los villistas que su madre tanto quiso y de quienes ellas habían recibido afecto y apoyo en los tiempos difíciles de la guerra.
A partir de ese momento reconoció con orgullo a sus hombres del Norte y el enorme liderazgo de Francisco Villa, a quien la clase política, los triunfadores de la Revolución, le negaban méritos en la lucha armada y lo vilipendiaban. Se propuso entonces levantar la voz y demandar se aquilataran sus hazañas revolucionarias, a él y a los que lucharon a su lado.
En esos primeros meses del año 1930, cuando renacía en Nellie el orgullo de su origen, volvió a entrar en contacto con el Embajador mexicano Carlos Trejo Lerdo de Tejada, quien apreció el trabajo que las dos hermanas desarrollaban como intérpretes de bailes típicos, considerando que lograban difundir con dignidad y talento la danza mexicana. Para estos momentos ellas esperaban juntar el dinero suficiente para comprar sus pasajes y volver al país, y se dio la venturosa situación de que empezando el mes de abril, el embajador Carlos Trejo fue llamado por el nuevo Presidente de México, Emilio Portes Gil, comisionándolo para que ocupara la subsecretaría de Educación. En cuanto tomó protesta del cargo, estableció comunicación con las bailarinas mexicanas que seguían varadas en Cuba, invitándolas a integrarse a un proyecto de difusión de la danza nacional, facilitándoles los medios para regresar al país.
Fue así que las hermanas encontraron la vía para el retorno a su tierra, con un proyecto importante en puerta y con la visión recién adquirida por Nellie de rescatar los hechos revolucionarios de los que había sido testigo, para que fueran valorados en su real dimensión. Se propuso hacer su aportación a la cultura de su país desarrollando un trabajo genuino en las letras y en la danza.
Llegando a México elaboró sus primeros relatos de la Revolución, y junto con otros breves textos, estampas de su estadía en La Habana, los envió a su amigo Fernández de Castro para que fueran publicados en la Revista de la Habana. Pero además, con motivo del séptimo aniversario del asesinato del general Villa, escribió un revelador artículo en el que rescata un episodio totalmente desconocido de su faceta de bandolero. El artículo fue publicado hasta un año después, en Revista de Revistas, con el título “Perfiles de Villa”, convirtiéndose Nellie en la primera mujer que tomaba públicamente la bandera del guerrillero norteño, inaugurando una serie de artículos de sus gloriosas batallas y hasta de su vida íntima al lado de su esposa Austreberta Rentería, a quien ayudó a conseguir una pensión de gobierno para la manutención y educación de los dos hijos que procreó con el general.
En 1931 se reencontró con Germán List Arzubide, el poeta estridentista que le había presentado Fernández de Castro en La Habana. A él le mostró los relatos que había escrito sobre la Revolución y éste de inmediato captó la autenticidad de los breves textos y los publicó en libro bajo el título “Cartucho Relatos de la lucha en el Norte de México”, el cual se convertiría al paso del tiempo en su obra más importante.
Su trabajo dancístico también fue impregnado con el tema de la Revolución, creando coreografías para algunas piezas musicales que habían sido populares durante la revuelta armada, y en colaboración con su hermana Gloria, con Ángel Salas y Francisco Domínguez, realizaron la coreografía de masas Carabina 30-30 que fue representada en estadios de varias ciudades durante años, con la participación de cientos de alumnos de escuelas primarias y secundarias, con Nellie a la cabeza personificando a la Revolución, vestida de rojo, con los pies descalzos, el pelo suelto y antorcha en mano, levantando al pueblo a la lucha.
Es indudable que la estancia de las hermanas Campobello en La Habana abrió el horizonte de Nellie como escritora y como precursora de la danza con un sentido revolucionario y más específicamente definiéndola como una villista de corazón. Los tres personajes que conoció en la isla, le abrieron la senda para su consolidación. Fernández de Castro le descubrió la importancia de escribir sus recuerdos de la Revolución, List Arzubide publicó esos relatos en “Cartucho”, y Carlos Trejo Lerdo de Tejada las integró a la Secretaría de Educación Pública abriéndoles un futuro académico en la danza. Así fue como Nellie Campobello logró imprimir a su obra el carácter revolucionario, nacionalista, original y perdurable que la distingue hasta hoy y que la ubicó para siempre como la defensora más férrea y constante del general Francisco Villa. Por esa razón, al recordarse al general en los cien años de su asesinato, debemos tener presente junto a él a esta gran mujer, su paisana Nellie Campobello.
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[1] Varios de los hermanos de Nellie, incluyéndola, cambiaron sus nombres cuando fueron a vivir a la ciudad de México. María cambió a Judith, Soledad cambió a Gloria y Francisca a Nellie.
[2] Esta acta la obtuvimos recientemente de manera azarosa, gracias a Julián Campbell, sobrino del escritor Federico Campbell, quien nos informó que la había encontrado en el archivo mormón Family search, al rastrear las actas de su rama familiar.
[3] En la biografía Nellie Campobello. Mujer de manos rojas, publicamos algunas notas de La Habana que nos proporcionó el investigador cubano José Antonio Quintana, pero durante la segunda mitad del año 2022 pudimos acceder a la colección del Diario de la Marina y revisar meticulosamente todas las notas que sobre las hermanas Campobello publicó el periódico, haciendo un seguimiento más puntual de su estancia en dicha ciudad.
[4] Diario de la Marina. Julio 6, 1929 Sección: Teatro. Las novedades del día. La Habana, Cuba. En esta publicación aparecieron los nombres de las hermanas usando por primera vez el apellido Campobello, pues en México eran conocidas como Campbell. Es posible que al formar parte de un espectáculo mexicano no fuera conveniente un apellido inglés, por lo que decidieron castellanizarlo.
[5] Diario de la Marina. Julio 7, 1929.
[6] Ibid. 11 julio.
[7] Ibid. 23 de julio 1929