Ana García Bergua y Alfredo Núñez Lanz hablaron con SinEmbargo sobre su novela Waikikí, un thriller que parte del asesinato de una vedette y que esconde una serie de intrigas en las que terminan enredándose Mario, un “saca borrachos”, y Esmeralda, una tiple con sus propias ambiciones.
Ciudad de México, 4 de diciembre (SinEmbargo).– En 1951 el brutal feminicidio de la bailarina Suy Muy Key sacudió a la Ciudad de México, una historia que llenó los titulares de aquella época y la cual es rescatada por los escritores Ana García Bergua y Alfredo Núñez Lanz en su novela Waikikí (Planeta), nombre que tenía uno de los principales cabarets de la capital, el “lugar de todos”.
Alfredo Núñez explicó en entrevista con SinEmbargo que al buscar un proyecto para escribir se encontró con el asesinato de Suy Muy Key y lo compartió con Ana al mismo tiempo que le confesó su deseo de escribir un thriller: “Ana me dijo ‘a mí también me gustaría escribir un thriller’ y dijimos ‘bueno, pues por qué no’ y le presenté el caso de Suy Muy Key que, por cierto, sólo es una inspiración, no es la historia de ella tal cual, solamente nos inspiró este asesinato, que hoy sería considerado un feminicidio y bueno, realmente ese fue el inicio” del libro.
Ana precisó a su vez que tuvieron que realizar una investigación de la época, para la cual consultaron los archivos y a la Hemeroteca Nacional, además del cine de la época. “Eso fue divertidísimo porque vimos el cine clásico de ficheras, de rumberas, las películas de Ninón Sevilla, María Antonieta Pons con toda esta carga entre melodrama, comedia, todo ese erotismo soterrado todo eso que tenían esas películas que jalaban tantísima gente”.
Fue así que fueron dándole forma a la historia que sigue los pasos Mario, un “saca borrachos” del Waikikí, y de Esmeralda, una tiple con sus propias ambiciones, ambos llegados a la Ciudad de México, en busca de mejores oportunidades, hasta que son inculpados de este crimen, que da pauta a una serie de enredos, secretos y mentiras que el lector irá conociendo de a poco.
“Nuestro personaje Esmeralda es una tiple y Mario es un 'saca borrachos', entonces fue muy rico porque hicimos también toda una investigación sobre el léxico, las palabras que se decían o sea, todo eso que fuimos poblando el Waikikí con esos pequeños detalles que hacen toda una recreación de una época”, abundó Alfredo.
En tanto, Ana compartió que gracias a una tesis de un autor que se llama Carlos Medina Caracheo, pudieron conocer cómo estaba organizado el Waikikí así como sobre la vida nocturna en México en aquellas épocas del Gobierno de Miguel Alemán Valdés, “donde digamos que hubo una modernización de toda la ciudad, había mucha vida nocturna, mucha corrupción también, pues claro que estaba asociada la policía y todo esto, pero para la época era como muy tremendo, en los periódicos se veía de repente que se quejaban de los cabarets, que había que moralizar a los artistas, creo que hasta cambiaron una ley que, bueno, sí recortaron los horarios de los centros nocturnos y sí hicieron muchas cosas, y nosotros queríamos justamente retratar ese momento de último esplendor”.
Alfredo precisó a su vez en la plática con SinEmbargo cómo pese a ser una ciudad muy costumbrista, “la capital estaba plagada de estos centros nocturnos donde había música en vivo, baile, las llamadas ombliguistas porque enseñaban el ombligo, una de las primeras fue Tongolele y el Waikikí como epicentro porque presencio por casi los 20 años que permaneció abierto el crecimiento demográfico, también el crecimiento industrial, el crecimiento urbano del Distrito Federal, entonces fueron 20 años de mucha actividad, por ahí pasaron personalidades como Los Panchos, como Lupita Palomera, Toña 'La Negra', Pedro Vargas, Agustín Lara”.
Además expuso que el Waikikí —que estaba en frente de las oficinas del viejo Excélsior— “era el lugar de todos, la casa de todos, no había discriminación entonces, porque además cabían todos, era un sitio económico, la gente podía pagar poco y pasarla muy bien, todas las clases sociales se mezclaban, había muchos extranjeros, turistas que llegaban, había 190 mesas según la investigación que Ana acaba de decir, también había 10 ayudantes, 6 guardias para la puerta que eran los llamados 'saca borrachos', por supuesto, muchas bailarinas, músicos, bongoseros, en fin, era una época donde el espectáculo y la teatralidad era importantísima”.
En ese sentido, ponen el punto en una cuestión que aborda esta thriller y que es un reflejo de la época: la doble moral existente.
“En ese momento había una gran influencia del catolicismo, que eso también se ve reflejado un poco en nuestros personajes como las caseras de Mario, que representan esta sociedad que estaba bien enterada de que existían cabarets, que existía toda esta sexualidad soterrada, pero por otro lado se espantaban, o sea, se hacían las que no querían ese tipo de cuestiones”, comentó Alfredo.
Y puntualizó: “Entonces eso también nos interesaba, esa doble moral, esa doble visión de las cosas porque bueno, estaba muy a la vista, los centros nocturnos tenían sus grandes marquesinas anunciando sus espectáculos, no estaban ocultos, no era algo por abajo del agua, pero por otro lado también estaba toda esta sociedad pues un poco puritana”
Para ellos, era necesario hablar de estos personajes “marginales para los buenos ojos de la sociedad”: Mario un “saca borrachos” que viene de un pueblo que se llama Yuxtle, y Esmeralda, quien de hecho, también viene de un pueblo muy cercano más a la capital.
“Queríamos reivindicar esa vela artística de las bailarinas, de las vedettes, que casi no trascienden como, por ejemplo, las actrices, que tienen un aura más perdurable en el imaginario colectivo, pero ellas también formaron parte de toda esta construcción cultural porque finalmente también es una construcción cultural”, expuso Alfredo.