La escritora Claudia Marcucetti Pascoli habló con SinEmbargo sobre su más reciente novela, en la que explora la muerte de la fotógrafa italiana Tina Modorro, a través de la cual dos personajes irán indagando en “un sombrío misterio”.
Ciudad de México, 11 de noviembre (SinEmbargo).– “Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes: / tal vez tu corazón oye crecer la rosa / de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa. / Descansa dulcemente, hermana”. Versa el poema que dedicó Pablo Neruda a la fotógrafa italiana, quien murió en la Ciudad de México, a bordo de un taxi, a causa de un ataque cardiaco el 5 de enero de 1942.
“El fuego no muere”, así finaliza la despedida del poeta chileno, frase empleada por la escritora Claudia Marcucetti Pascoli, quien acaba de publicar Fuego que no muere (Planeta), una novela sustentada en una investigación histórica sobre la repentina muerte de Modotti, en la cual recorre también la vida de Vittorio Vidali, con quien Tina mantuvo una relación.
La historia inicia justamente con la muerte de Modotti, cuyo cuerpo llega a la morgue del doctor Zárate en donde se le practica la autopsia. Ahí, Armando, un joven fotógrafo aficionado e hijo del forense, se escabulle para retratar a Tina. El cruce de Armando con el agente que investiga el caso, conducirá a ambos a Vidali, pareja de Tina y un personaje asociado al Partido Comunista Soviético.
La autora explicó en entrevista con SinEmbargo que ella quería escribir la historia a través de puras fotografías, “entonces cada capítulo abría con una fotografía y en algunos de estos capítulos todavía dejo esa intención de contarla a partir de cómo esta fotografía va tomando vida y se va contando lo que pasó antes y lo que pasa después”.
Al final, por cuestiones ajenas a ella no se pudo concretar esta idea: “decidimos que la historia tenía suficiente entrada para que no necesitara las fotos, pero sí hay una parte de mi propio tributo a la fotografía y a todo lo que ha significado en el mundo, incluso en el mundo periodístico porque si te fijas está este personaje fantástico que es Enrique Díaz Reyna, que es la primera agencia de fotografías en México”.
“La cuestión de todo esto es que hay un tributo a la fotografía. Hay que lidiar con la cotidianeidad, con las necesidades. Como escritora te has preguntado muchas veces ‘tendré yo la suficiente fuerza y el suficiente discurso, el suficiente talento para realmente dedicarme a esto, entonces siempre el cuestionamiento, el mismo que se hizo Tina en Berlín, Tina se dio cuenta en Berlín, siendo una espléndida fotógrafa que ella no tenía suficiente fuerza y la capacidad de ir más lejos con su arte y abandonó el arte por eso, no nada más fue una cuestión ideológica, no nada más fue por inscribirse a una causa y luchar por ella, también fue porque no se sintió lo suficientemente capaz para poder ser una fotógrafa con un discurso propio”, comentó.
“Es un poco entenderme también a mí porque ahí estoy honrando mis orígenes y muchas cosas que pasaron en mi propia familia y otra cosa importante también que dijo el Embajador de Italia en la presentación de la muestra fotográfica 'Tina y Diego', en Guanajuato en el Festival Cervantino , él dijo ‘Tina es un patrimonio nacional mexicano si bien es italiana’ porque ella produjo toda su obra importante en México y de alguna manera en eso también siento yo que sin quererme comparar de ninguna manera, pero yo también si bien soy italiana pues escribo en español hablo de México en todos mis libros y hay, por supuesto, una intención siempre hacia México donde me he inspirado y he prosperado como artista, como escritora o como arquitecta incluso, entonces está esta parte de honrar eso pero también de que haya menos distancia entre las dos partes”, explicó.
Claudia refirió que el texto en realidad nació a partir de una película que no se llegó a realizar: “Un director italiano, que se llama Ferdinando Vicentini Orgnani, vino a México pidió mi teléfono, pero él en realidad vino a hablar con Elena Poniatowska, que le dijo ‘ya dije todo lo que tenía decir en Tinísima y ya no tengo intención de hablar más del tema’ y él recayó conmigo y platicando yo había leído Tinísima, por supuesto, me encantaba el personaje, me encantó el libro y bueno, también en ese entonces tenía muchas ganas de hacer cine y creía que podía escribir un guión, que en realidad no ha sido así porque todavía no lo he logrado”.
Compartió que fue entonces cuando empezó a investigar con esa intención:
“Empezaron a gestarse en mí estas ganas de ir más a fondo en la historia, pero nunca como proyecto literario, en realidad, eso vino recientemente, hace como 4 años que ya comienzo yo realmente a escribir la historia, y fíjate que un punto muy importante fue lo que Hugh Thomas, el gran historiador británico me dijo en una conversación cuando yo le hablaba de Tina me decía ‘es que tu personaje no es Tina, tú personaje es Vittorio (Vidali), cuenta la historia de Vittorio y vas a contar la historia del comunismo’”, comentó.
Marcucetti Pascoli explicó que su parte historiadora la llevó a meterse en investigaciones “que ningún novelista debería de hacer siquiera porque sino te corrompe la manera en que quieres narrar tu historia”. Expuso que no tenía la intención de apegarse a los hechos, aunque reconoció la necesidad de volver más actuales los personajes.
“Eso tal vez es la intención de llevar a Armando como este personaje con el cual me identifico tal vez esta decepción ideológica que tiene, que se da cuenta que ninguna ideología cumple sus expectativas en cuanto a crear un mejor mundo, que están también en mi propio pensamiento, entonces fue muy inspirador para mí poder contar esta historia”, ahondó.
El relato de Fuego que no muere, señaló, recupera los dos grandes periodos de Tina Modotti en México: el de los años 20 y los 40. “Uno es muy luminoso, muy digamos grandioso incluso para México y otro más oscuro porque al final es el declive de la Revolución, es el cambio total de rumbo y muchos eventos bastante oscuros de la historia de México que se dan en los 40 precisamente, entonces están estos dos momentos históricos del país”.
Y luego, añadió, también aborda los momentos históricos italianos “porque yo y mi dualidad de tener a los dos países en las venas, porque aunque no tenga los genes, los tengo en el corazón palpitando siempre por México, tenía ganas de que los mexicanos conocieran cosas de Italia que no se conocían y que los italianos conocieran cosas de estos dos personajes que no se conocían en Italia o que no se conocen tan a fondo en Italia y que interesan mucho a los italianos”.
—Son precisamente esos ideales y ese empuje el "fuego que no muere" del que hablas en tu historia? —se le preguntó.
—Sí sin duda que además la última frase de la poesía que escribe Pablo Neruda y que recita en el Panteón de Dolores a Tina, su amiga, y la escribe también para defender a Vidali, que en ese momento estaba siendo atacado no nada más por las circunstancias, que sí había circunstancias sospechosas hay que decirlo, pero también por intereses políticos porque ya sabemos que muchas veces estos intereses políticos se manifiestan en la prensa y van haciendo cargadas como sucedía muchas veces en esa época, entonces bueno, lo digo porque creo que esa frase encierra el espíritu que quiero transmitir: el fuego no muere, las ganas de que haya un mundo mejor tampoco a pesar de que seguimos en la búsqueda de cómo y estos personajes tampoco porque de alguna manera seguimos hablando de ellos hoy, habrán hecho algo suficientemente importante para que tú y yo perdamos nuestro tiempo hablando de ellos.