En esta novela, que recorre los pasos de un hombre marcado por la violencia que regresa después de una larga ausencia a la vida de su pareja y su hijo pequeño, Jean-Baptiste del Amo, quien habló con SinEmbargo, expuso que buscó que se pueda leer “tanto como un relato individual y también como de una forma simbólica, como si fuera una tragedia histórica”.
Ciudad de México, 10 de septiembre (SinEmbargo).– Jean-Baptiste del Amo fue gestando la historia de El hijo del hombre (Seix Barral) a medida que escribía otros libros. Cada que acaba uno llevaba la semilla a la siguiente obra y a la otra. Hasta que nació esta “tragedia histórica”, como la llama, en la que reconoce una intimidad que fue dando forma a una serie de fantasmas.
La novela recorre los pasos de un hombre que regresa después de una larga ausencia a la vida de su pareja y su hijo pequeño, a quienes lleva a una vieja casa aislada en la montaña donde él mismo creció con un padre despiadado, cuya violencia personificada acechará a la familia.
“Lo importante para mí es que se pudiera leer esta historia tanto como un relato individual y también como de una forma simbólica, como si fuera una tragedia histórica. La elección del título viene de ahí también, es un título con resonancia bíblica o en todo caso con resonancia mitológica, remite a que el hijo es el hijo de este padre pero también el hijo de todos los padres”.
Como interludio, el autor introduce a su obra un relato casi mitológico, situado en un tiempo y espacio de miles de años antes, en el que da cuenta cómo esta violencia patriarcal subyace de una generación a otra.
"Supe que esa escena tenía que resonar con el resto del libro aunque no tuviera un vínculo directo, pero quería que esta violencia tuviera repercusiones desde los mil años anteriores hasta la época contemporánea”, expresó.
Cuestionado por qué sus personajes no tienen nombre, Jean-Baptiste del Amo explicó que cuando comenzó la escritura del libro intentó nombrarlos, pero enseguida se dio cuenta de que algo no funcionaba. “Si los nombraba los encerraba en un realismo, en una cierta realidad social. Al no hacerlo, dejamos encarnar las figuras de madre, hijo y padre. Tenía el sentimiento de darles una dimensión más universal. Como si fueran los personajes de una tragedia”.
El escritor francés aclaró que su objetivo al escribir esta historia no era ilustrar una tesis, sino poner en la mesa cuestiones para las que desafortunadamente, dijo, no tiene respuestas.
“A posteriori me piden que justifique mi punto de vista sobre el patriarcado o la transmisión de la violencia, pero no soy ensayista, no escribo una novela para plantear tesis. Lo que puedo decir es que escribo con material que es ficción, es algo muy íntimo y personal. Como hombre de hoy y como hijo, también atravesé esta temática que obviamente nos preocupa a todos, la violencia, la violencia sistémica, el patriarcado, que evidentemente se encuentra en los temas de mis novelas”, expuso.
Y añadió: “Los novelistas opino que somos como barómetros de la sociedad”.
Jean-Baptiste del Amo reconoció que la temática de su novela es una cuestión que atraviesa toda la literatura y que seguramente continuará haciéndolo, “es algo inevitable”.
“Pero para mí este padre en esta novela no debía ser sólo un bastardo que venía para influir una forma de violencia sobre su hijo, quise que fuera un personaje más complejo que eso, y que en ciertos aspectos se suscitara cierta empatía hacia él”.
Ahondó se trata de un hombre que se debate con sus propios demonios y su misma herencia de la violencia, así como narra la historia de su propia infancia y de su propio padre, y que se debate también ante los determinismos sociales.
“La cuestión para mí no era condenar a este personaje, nunca lo busqué, sino que se trataba de entender cómo el hijo pudiera escapar de esta herencia y ponerle fin a la transmisión de la violencia”.