Martín Kitch

Inxilio, la novela distópica de Martín Kitch sobre el destierro interior

Martín Kitch

Inxilio, la novela distópica de Martín Kitch sobre el destierro interior

Martín Kitch

Inxilio, la novela distópica de Martín Kitch sobre el destierro interior

04/12/2021 - 10:00 am

El escritor Martín Kitch habló con SinEmbargo sobre su novela Inxilio, en la cual yace una amenaza en el exterior que lleva a su protagonista al destierro interior.

Ciudad de México, 4 de diciembre (SinEmbargo).– En un paralelismo del encierro que la especie humana ha vivido con la COVID-19, el escritor Martín Kitch trazó una realidad similar en Inxilio (Alquimia), una novela donde convergen la reclusión ante una amenaza “ubicua, intangible e inconcreta” y el destierro interior, en el cual “se abisma la soledad, la fragilidad de la vida, de la locura, de la desesperanza”.

“Inxilio es un destierro interior que se busca en esta desesperanza no solamente en la cuestión de estar sitiados, sino en esta permanente búsqueda eterna, profunda y desquiciante”, comentó el autor en entrevista con SinEmbargo.

El mundo distópico que construye Martín Kitch se erige en medio de un uso meticuloso del lenguaje, el cual se funde con una atmósfera de encierro para brindarle al lector una sensación de asfixia: “El lenguaje es la única construcción para poder soportar todo este mundo que se está desmoronando”.

El autor alimenta esta realidad a partir de los pensamientos que emergen del protagonista en medio de su introspección e indiferencia hacia lo que ocurre a su alrededor y hacia quienes lo rodean. Pero también brinda otra visión, la de Elizabeth, la co-protagonista, quien se rehúsa a ignorar lo que sucede afuera.

“Esta amenaza los va corroyendo cada quién a su manera. Él de manera introspectiva, haciendo reflexiones profundas. La mujer desde esta aparente apatía, pero también jugando su propio rol. Pareciera pasiva, pero tiene sueños y el deseo de buscar qué es lo que está pasando afuera. El reto de la novela es esta amenaza que los va ciñendo y cada quién va asumiendo sus perspectivas con sus propios riesgos”, compartió Kitch.

Lo cierto es que nada se sabe del peligro que yace fuera, el cual los obliga a ceder ante el tiempo y dejarlo correr dentro del departamento que comparten. Unas cuantas señales les advierten de la catástrofe, pero al final pareciera que el destierro interior se impone a lo que pueda significar cualquier amenaza exterior.

"Me interesa perturbar al lector, que el lector se salga y se descentre, pero que regrese a partir de la reflexión y de este mundo que yo construyo. Busco reflejar esta realidad, que coincida y que el lector haga sus propias reflexiones y se abisme en Inxilio como un personaje más, que sienta, que reflexione", agregó el escritor.

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—Inxilio es una novela en la que sumerges al lector a un mundo distópico, con el cual se puede establecer una cierta comprensión a raíz del encierro en el que hemos vivido en estos últimos tiempos. ¿Qué diferencía el encierro que plasmas en Inxilio del que hemos vivido con la COVID-19?

—En estos tiempos actuales de confinamiento y encierro lo que estaba buscando era una dinámica más profunda en el sentido de que no sólo son las cuatro paredes o un departamento, sino un destierro interior. Este destierro interior de este personaje nos lleva a otras amplitudes de profundidad con una enorme introspección. Se abisma la soledad, la fragilidad de la vida, de la locura, de la desesperanza. En el fondo, él buscaba encontrar en estas conjeturas que hacía en su introspección puentes para asirse en este mundo donde ya no había asideros. Inxilio es un destierro interior que se busca en esta desesperanza no solamente en la cuestión de estar sitiados, sino en esta permanente búsqueda eterna, profunda y desquiciante.

—¿Cuál crees que es el mayor encierro con el que lidian los personajes? Hay una relación entre uno y otro. Hay un claro encierro que divide a cada uno de ellos.

—Este mayor riesgo que están asumiendo los dos personajes a su manera es una amenaza. Hay una amenaza que es ubicua, es intangible e inconcreta que está rondando, que está ahí causando el mundo distópico. Pero también esta amenaza los va corroyendo cada quién a su manera. Él de manera introspectiva, haciendo reflexiones profundas. La mujer desde esta aparente apatía, pero también jugando su propio rol. Pareciera pasiva, pero tiene sueños y el deseo de buscar qué es lo que está pasando afuera. El reto de la novela es esta amenaza que los va ciñendo y cada quién va asumiendo sus perspectivas con sus propios riesgos.

—Un elemento clave y constante en tu novela es el manejo tan riguroso que haces de la palabra, la palabra vuelta poesía, pero también la palabra como guía en este mundo alucinante. ¿Qué peso tiene la palabra, Martín, frente al vacío en el que colocas a tus personajes?

—Estaba releyendo la novela y me parece que el lenguaje es la parte motriz. La única manera de llegar a una novela plena y potente era con el lenguaje como personaje, como  una situación total de vitalidad, de desgarramientos internos para que el personaje lenguaje buscara sus propios asideros y sus propios caminos en esta trama de un mundo distópico donde todo se está desmoronando.

El lenguaje es la única construcción para poder soportar todo este mundo que se está desmoronando. Es un lenguaje concreto, riguroso, poético, pero que tiende, frente a esta fragilidad, a sostener el peso de este mundo lingüístico, de esta novela. Sino todo se derrumbaría en la historia. El lenguaje da el soporte en el ritmo, la metáfora, la imagen.  Es un lenguaje de concreto, a veces de desgarramiento y sobre todo poético.

Martín Kitch, autor de Inxilio. Foto: Natalia González

—Pero este uso del lenguaje que tiene el personaje no es hacia afuera. El uso que hace del lenguaje es sólo para él. Se rehúsa a compartirlo con los demás, todo es introspección. ¿Por qué si tu novela se fundamenta en el uso tan riguroso en el lenguaje tu personaje se cimienta en esta introspección?

—Es su alma. El lenguaje del personaje es la única posibilidad para no entrar en una zona de locura, en una situación esquizofrénica. Es lo único que lo sostiene y por eso se afana en esta construcción casi egoísta de un lenguaje muy propio y singular. Por qué el personaje adopta esta posición de ensimismamiento con el lenguaje, porque el lenguaje no le permite llegar a la locura, atisba caminos y le da conjeturas. Pero queda en ese mundo. Está más posado en el lenguaje que en la acción, en la búsqueda de salir afuera e indagar qué está sucediendo. Es una construcción hacia dentro. El último resquicio que tiene el personaje es el lenguaje.

—Manejas además un aspecto discursivo muy diferente a lo que se ha tratado durante esta llamada nueva realidad, en la que más bien se llama a empatizar, a congeniar, a dirimir ciertos aspectos a partir de las consecuencias que ha implicado para las personas estar encerradas. Pero tu personaje principal es distinto en todo, es un sujeto con tendencias sociópatas. ¿Por qué construirlo así?

—Mi literatura obedece a algo totalmente distinto, es decir, busco personajes arquetípicos, simbólicos. En toda esta construcción de la realidad distópica hay símbolos muy interesantes. Este personaje como un tipo loco, desquiciado, lúcido, que está al borde del abismo y la realidad también está en esa sintonía. El personaje tenía que ser muy distinto, tenía que buscar una potencia no solamente en el lenguaje, sino en la creación de un personaje muy singular. Mi literatura es así, es un proyecto distinto y a veces la sintaxis se va construyendo de manera distinta con versos. Siempre el personaje es sumamente complejo y distinto.

—Hace unos meses hablaba con dos autores de ciencia ficción colombianos. Me comentaban que hacer ciencia ficción o mundos distópicos ha sido complicado a partir de la pandemia porque esos escenarios que se tratan como lejanos a nosotros cambió con el encierro. Qué piensas sobre eso.

—A veces la realidad de este personaje complejo empataba con muchos individuos de la cotidianeidad que estaban embotados, pensando en el encierro y cómo hacían sus previsiones del futuro. Este personaje que construí, en lo profundo, es un personaje muy simbólico de toda esta realidad que nos volvía inciertos, frágiles, con locura. No estaba tan alejado en la construcción de personajes que parecen improbables, pero que ya están existiendo, producto de un cambio en la concepción y la vida misma.

—¿El mundo que trazas en Inxilio es a caso el mundo que temimos enfrentar durante la actual contingencia? Lo comento porque hay escenas en las que pareciera que reflejas la realidad con la que hemos lidiado actualmente.

—Venía con una capacidad de creación de personajes con un universo muy particular. Fui creando un mundo alucinante desde el delirio. Con esta situación donde la realidad se convierte en una pesadilla y los mundos paralelos se conjuntan desde la ficción y la realidad misma, se va creando una literatura distinta, pero el lector tiene la posibilidad de interpretarla. La literatura es de reflexión.

Me interesa perturbar al lector, que el lector se salga y se descentre, pero que regrese a partir de la reflexión y de este mundo que yo construyo. Busco reflejar esta realidad, que coincida y que el lector haga sus propias reflexiones y se abisme en Inxilio como un personaje más, que sienta, que reflexione. Inxilio es el único chance que tenemos en este destierro interior —ya no hay exilios ni odiseas, todo está sitiado— para que haya la posibilidad de encontrar algún bálsamo. Es la oportunidad del optimismo, de algo.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.