El escritor escocés comparte con SinEmbargo sus apreciaciones en torno a la inteligencia artificial con motivo de la publicación de su más reciente libro El Bloque (Destino, 2021), una novela de ciencia ficción en donde tienen lugar el asedio del desarrollo tecnológico contra el hombre.
Ciudad de México, 29 de agosto (SinEmbargo).– El escritor escocés Ben Oliver nos trae de vuelta a Luka Kane, un joven que trata de escapar de una malvada inteligencia artificial, llamada Feliz, cuyo objetivo es erradicar a la especie humana, una historia que cuenta en El Bloque (Destino, 2021), la segunda parte de una saga que inició con Loop. El circuito (Destino, 2020), sobre la cual habla en entrevista con SinEmbargo.
En esta entrega Kane se encuentra en el Bloque, un lugar donde la frontera entre la realidad y lo virtual comienza a difuminarse “hasta que Luka ya no sabe qué es verdad”. Mientras nuestro protagonista busca salir avante de su encierro en este sitio, Feliz “se acerca más y más a la ejecución de su plan para desaparecer a la humanidad”.
Los componentes de la obra de Oliver dan forma a una de las obras distópicas más recientes, la cual aborda una de las obsesiones, que al mismo tiempo representa uno de los principales temores del hombre: la inteligencia artificial. El argumento de un desarrollo de este tipo ha sido ampliamente abordado en la literatura y en la cultura pop, lo cual no ha impedido que esta idea siga fascinando a los lectores al tiempo que ha llevado a los hombres de conocimiento a advertir sobre ciertos riesgos latentes.
“La tecnología debería ser una bendición, una herramienta para ayudar a quienes tienen necesidades, pero rara vez es así porque las grandes compañías que la controlan siempre albergan intenciones perversas y capitalistas [...] La verdad es que no deberíamos temer a la tecnología, sino a los poderosos que la controlan. Si un día la inteligencia artificial se adueña del mundo, será porque compañías avariciosas siguieron presionando en este sentido hasta que fue demasiado tarde”, comparte Oliver en una entrevista por escrito.
Una de las mentes maestras en el género de la ciencia ficción, Isaac Asimov, anticipó tiempo atrás, a través de su literatura, precisamente los peligros que hay detrás de una desarrollo tecnológico pensante. En ese sentido ideó en la década de 1940 las tres leyes de la robótica —a la cual incorporó una ley 0 cuarenta años después, en su libro Fundación y Tierra, perteneciente al Ciclo de Trantor de su serie La Fundación— en las cuales, en resumen, planteó la necesidad de salvaguardar la existencia del hombre.
“Veo muy posible que la humanidad cree una inteligencia artificial pensante; de hecho me parece inevitable. Las leyes de la robótica de Asimov podrían ser lo único capaz de evitar que se nos salga de control, pero incluso en la serie El Circuito, existe un código que le indica a Feliz no dañar a los humanos, aunque encuentra resquicios para evadirlo y formas de hacerlo de cualquier modo, así que al final tal vez eso no ayude”, refiere.
Es por ello que señala que la mejor solución que podría tener el ser humano ante un riesgo de este tipo sería, en primer lugar, no crear una inteligencia artificial que pudiera poner al borde de la extinción a nuestra especie: “Creo que la mejor forma de derrotar a una que fuera peligrosa sería no construirla”.
En su novela Ben Oliver trata además otra cuestión a la que el hombre difícilmente ha podido escapar: la desigualdad social. En ese sentido cuestiona los otros desarrollos tecnológicos que han tenido lugar en los últimos años, los cuales han sido encabezados precisamente por los hombres más ricos del planeta, entre ellos Jeff Bezos y Elon Musk.
“Yo sería un gran defensor de la carrera espacial contemporánea si estos multimillonarios egoístas hubieran utilizado antes sus absurdas fortunas en algo más relevante. Si Jeff Bezos hubiera otorgado contratos decentes a sus trabajadores mal pagados y salarios que les permitieran alimentar a sus familias, establecido mil refugios para gente sin hogar, y además donado la quinta parte de lo que tiene a causas valiosas, la carrera espacial me parecería un gran paso para la humanidad, pero en cambio todo lo que veo es a unos cuantos hombres crueles, engreídos y egocéntricos lanzarse al espacio por pura ostentación”, señala.
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—Después de El Circuito llega esta segunda entrega, El Bloque, el nombre de un espacio donde se difuminan los límites entre lo real y lo virtual. Retratas a la inteligencia artificial como un riesgo que ha sido advertido ampliamente a la par que es desarrollado cada vez más por las empresas. ¿Crees que hemos hecho oído sordos a estas advertencias y las hemos utilizado como un manual a seguir porque en el fondo queremos demostrar que podemos controlar estas herramientas?
—Qué buena pregunta. La tecnología debería ser una bendición, una herramienta para ayudar a quienes tienen necesidades, pero rara vez es así porque las grandes compañías que la controlan siempre albergan intenciones perversas y capitalistas, tratan de recolectar nuestros datos para venderlos a empresas de publicidad, suben los precios para sacar a los pobres del mercado y ganar el mayor dinero posible. La verdad es que no deberíamos temer a la tecnología, sino a los poderosos que la controlan. Si un día la inteligencia artificial se adueña del mundo, será porque compañías avariciosas siguieron presionando en este sentido hasta que fue demasiado tarde.
—¿Es posible que lleguemos a inventar un sistema de inteligencia artificial como Feliz? ¿De ser así, no sería bueno ir tomando en serio las leyes de la robótica de Asimov?
—Veo muy posible que la humanidad cree una inteligencia artificial pensante; de hecho me parece inevitable. Las leyes de la robótica de Asimov podrían ser lo único capaz de evitar que se nos salga de control, pero incluso en la serie El Circuito, existe un código que le indica a Feliz no dañar a los humanos, aunque encuentra resquicios para evadirlo y formas de hacerlo de cualquier modo, así que al final tal vez eso no ayude.
—¿Cómo se libra y cómo se gana una lucha a un entramado de inteligencia artificial como Feliz?
—Bueno, en la serie El Circuito, los personajes principales están vivos de puro milagro. Feliz planeaba acabar con la humanidad al soltar una lluvia venenosa, pero algunos sobrevivieron. En realidad sería muy difícil vencer a una inteligencia artificial porque iría diez pasos adelante de nosotros, calculando millones de resultados posibles. Creo que la mejor forma de derrotar a una que fuera peligrosa sería no construirla, en primer lugar.
—Por otra parte, tu serie habla de una cuestión que parece prevalecer en muchos de los mundos que nos hemos ideado. La desigualdad social. ¿El desarrollo tecnológico ayuda a reducir esta desigualdad o sólo la amplifica?
—Los avances tecnológicos debieran volver el mundo un lugar más justo, hacer pareja la cancha entre ricos y pobres, pero por supuesto no ocurre así. Siempre se resume en el dinero: si lo tienes, tienes acceso a la mayor velocidad de Internet, el mejor equipo, el smartphone más reciente. Si no, te quedas atrás, y así es como la gente en el poder quiere que sea. Hay una gran cantidad de ricos que sólo pueden disfrutar lo que poseen en la medida en que saben que hay pobres; sin ellos, los ricos no tienen con qué comparar su éxito, y eso es algo enfermo.
Sólo piensa en todos los libros maravillosos que nunca podremos leer porque la tecnología no estaba al alcance de una chica sin privilegios; en los adelantos médicos que pudieron salvar millones de vidas si tan solo un adolescente hubiera tenido acceso a Internet para poder estudiar; en los progresos que habríamos logrado como especie si tan solo los ricos no acumularan tanto capital.
—La carrera de los viajes espaciales ha iniciado. Los hombres más ricos apuestan a ellas. ¿Qué le depara al ser humano en ese sentido? ¿Mayores oportunidades o más desigualdad?
—Yo sería un gran defensor de la carrera espacial contemporánea si estos multimillonarios egoístas hubieran utilizado antes sus absurdas fortunas en algo más relevante. Si Jeff Bezos hubiera otorgado contratos decentes a sus trabajadores mal pagados y salarios que les permitieran alimentar a sus familias, establecido mil refugios para gente sin hogar, y además donado la quinta parte de lo que tiene a causas valiosas, la carrera espacial me parecería un gran paso para la humanidad, pero en cambio todo lo que veo es a unos cuantos hombres crueles, engreídos y egocéntricos lanzarse al espacio por pura ostentación.
—Volviendo un poco, ¿consideras que el desarrollo de los avances tecnológicos implica un reto para el escritor moderno de ciencia ficción en cuanto a que mucho de lo que han escrito antes los clásicos ha marcado pautas que aún se siguen y que se buscan realizar? Es decir, ahora que hemos llegado a un avance tecnológico importante, ¿qué más podemos prever para el futuro humano?
—Diría que el reto es mayor en esta época. En los cincuenta podías escribir sobre videófonos e imágenes holográficas y los lectores se asombraban, pero ahora casi no hay límites en lo que creemos que puede lograr la tecnología. Pienso que está bien porque el atractivo de una novela no debe radicar en los pequeños detalles, como las tecnologías futuras; debe venir de la trama y los personajes, todo lo demás es puro decorado. Sin embargo, es divertido pensar en autos voladores y corazones mecánicos.
—En ese sentido, ¿qué novedades y desafíos les espera a los lectores que han esperado esta segunda parte de tu serie?
—Arranca a partir de donde se quedó El Circuito. Luka Kane está de vuelta en prisión a manos de Feliz, la malvada inteligencia artificial, pero esta vez en una situación mucho peor que en la novela previa: ahora está en El Bloque, y Feliz utiliza realidad virtual para tratar de engañarlo y hacer que revele sus secretos. La frontera entre la realidad y lo virtual comienza a confundirse hasta que Luka ya no sabe qué es verdad. Mientras, Feliz se acerca más y más a la ejecución de su plan para desaparecer a la humanidad definitivamente. El Bloque es una carrera contra el tiempo cargada de acción en la que los héroes enfrentan adversidades imposibles.
—Por último. ¿Crees que el destino humano llegue a uno de los futuros que se han edificado desde la ciencia ficción?
—Ojalá pudiera decir que todo saldrá bien para la humanidad, pero pienso que seguimos comprobando, una y otra vez, que mientras siga al mando gente hambrienta de poder y dinero, continuarán dirigiéndonos hacia la destrucción mientras eso les permita hacerse más ricos.